Jorge Olivera Castillo desde Cuba: Fidel Castro no se salvará de la trompetilla
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Fidel Castro como su “revolución” se desmorona con el tiempo. Para muchos cubanos, el viejito que muestran es un doble. Otros asumen que está vivo, pero en Babia.
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Por Jorge Olivera Castillo
La Habana
agosto 18, 2014
LA HABANA, Cuba — Para muchos cubanos, el Fidel que han presentado en el noticiero en traje deportivo y en un sillón de madera barnizada, es un doble. Otros asumen que está vivo, pero en Babia. Es decir con la mente nublada por la vejez. Lo cierto es que en su cumpleaños, no hubo imágenes fotográficas ni audiovisuales que mostraran su estado actual. Los homenajes se limitaron a artículos laudatorios y retratos donde todavía estaba en plenitud de facultades.
La reticencia a mostrarlo en vivo y en directo indica, para muchos, que no está nada bien, tanto física como intelectualmente. Desde hace algún tiempo, en muy contadas ocasiones, hemos podido ver imágenes de su decadencia. Este 13 de agosto en que celebró su cumpleaños 88, es probable que esté postrado o con el cerebro funcionado a duras penas.
Aquella imagen viril se desvanece en el imaginario del pueblo. Entre olvidos, lástima y rechazos disimulados, transcurre un proceso sin vuelta atrás. Los vítores y las pancartas son parte de la coreografía que el Partido único y sus falsos sindicatos alistaron para el aniversario del que fue dueño y señor de una “revolución” que, como su creador, se desmorona con el tiempo.
Prefiero no entrar en detalles sobre la controversia de si Fidel vive o está enterrado en la finca de Birán, que por cierto retocaron para la fecha. De acuerdo a las últimas imágenes que han circulado en los medios oficiales, no creo que tenga competencia para dar órdenes ni capacidad para escribir alguna “Reflexión” razonable.
Apenas puede desplazarse sin ayuda y las imágenes son silentes. Sus edecanes evitan a toda costa que el público escuche lo que dice. Señal de que sus palabras deben ser incoherentes. Lentamente, Fidel Castro se despide de ese mundo imaginario de batallas y victorias que creó a la medida de su inconmensurable ego. No le faltan alabanzas y aplausos de admiradores nacionales y extranjeros, siempre amplificadas por la propaganda.
Ningún dictador se salva de la trompetilla.
La historia no lo absolverá, lo recordará como el dictador que dejó un país en ruinas, con más de dos millones de exiliados y a quien no le tembló la voz ni la mano para ordenar fusilamientos y cárcel contra sus detractores. Los cumplidos del pasado y el presente serán borrados por las trompetillas, ahora discretas y aisladas, pero que abundarán cuando desaparezca el miedo. ¿Se habrá enterado Fidel de su cumpleaños?
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