Roberto Álvarez Quiñones sobre los editoriales del New York Times NYT y la pregunta ¿Salvará Washington a la tiranía de los hermanos lFidel y Raul Castro?
¿Salvará Washington a los Castro?
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La URSS tuvo un sustituto para Cuba, pero Venezuela no lo tendrá. De ahí la ofensiva mediática, política y diplomática a favor de la normalización de las relaciones con EEUU.
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Por Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles
24 Nov 2014
Si alguien tenía dudas acerca de si la agresiva campaña de The New York Times a favor de un cambio de política de Washington hacia Cuba fue concertada con La Habana, ya no tiene ninguna. El propio autor de los editoriales procastristas, el colombiano Ernesto Londoño (que de la realidad cubana no sabe realmente nada) informó este domingo 23 de septiembre que está de "visita de trabajo" en la capital cubana.
Esta ofensiva mediática —que esta vez no encabeza Granma, sino uno de los diarios más influyentes del "imperio"— responde a un fortísimo lobby impulsado por sectores liberales y empresarios estadounidenses y cubanoamericanos, y expresa el nerviosismo del régimen de los Castro ante el deterioro de la situación en Venezuela, agravada por la caída del precio del petróleo.
Dicha campaña se enfoca en insuflarle oxígeno político y económico a la cincuentenaria dictadura. Porque si La Habana está involucrada —y ya sabemos que lo está— el propósito no es "abrazar" a los Castro, contagiarlos de democracia y obligarlos a realizar reformas profundas, como dicen sus promotores. Quien así lo crea no conoce a ambos hermanos.
La meta de este movimiento "millonario" empujado por el Times no es nada altruista. No es la restauración de las libertades económicas, civiles y políticas que les fueron secuestradas a los cubanos en 1959, sino que se levante el embargo, se autorice una invasión de turistas estadounidenses y se dé luz verde a los negocios y las inversiones en la Isla.
Aprovechando las concesiones hechas por la Administración Obama, el gobierno de Raúl Castro ya estaba moviendo poco a poco todos sus resortes de inteligencia junto con los propagandísticos, políticos y diplomáticos. Pero el descenso del precio del petróleo le imprimió mucho más velocidad, ante la posibilidad de que cese o se reduzca el suministro gratuito de petróleo y los subsidios por 10.000 millones de dólares que anualmente entrega Venezuela a la dictadura cubana.
La urgencia se debe a que eso pudiera ocurrir incluso con Nicolás Maduro —el hombre de Cuba— en la presidencia, si el precio del petróleo continúa por mucho tiempo por debajo de los 100 dólares el barril. Según un estudio del banco alemán Deutsche Bank, Venezuela necesita un precio de unos 140 dólares por barril para poder afrontar los gastos de su presupuesto populista.
De cada 100 dólares que entran en Venezuela, 95 provienen de las exportaciones petroleras. Maduro miente cuando dice que el presupuesto se confeccionó a base de un precio de 60 dólares el barril, pues el Gobierno gasta cada año un 80% más de lo estipulado. A menos de 90 dólares el barril, Caracas sólo puede financiar el 50% de sus gastos totales, lo cual va empeorando la crisis económica, política y social venezolana, con imprevisibles consecuencias.
Cuba es el único país de la Tierra que siendo importador de petróleo no se beneficia cuando cae su precio, sino que puede sumergirse en una devastadora crisis económica. La parasitaria economía cubana es tan improductiva que no puede sustentarse por sí misma y solo se mantiene a flote por la condición de proxeneta que tiene el Estado castrista, que vive de subsidios y petróleo gratuito que le envían del extranjero. Primero el mecenas fue ruso y ahora es venezolano.
Cuando se desintegró la Unión Soviética el Producto Interno Bruto (PIB) de la Isla cayó en un 35% —récord mundial para un país en tiempos de paz— y la nación se hundió en la mayor crisis económica de su historia republicana.
Eso es lo que ahora quieren evitar los Castro. Un descenso brutal del PIB podría echar abajo el modelo postcastrista autoritario de capitalismo de Estado que ya están cocinando cuidadosamente los militares. Por lo tanto, tienen que buscar tablas de salvación por si ocurre lo peor en Venezuela. Y la única vía que tienen a la mano es el turismo estadounidense en grande, relaciones comerciales, económicas y financieras normales con "el Norte", y el acceso a créditos bancarios.
El mercado petrolero ha cambiado
No obstante, la cosa no pinta bien. Por una parte, el embargo solo lo puede levantar el Congreso, cosa muy poco probable ahora que el Partido Republicano obtuvo la mayoría en ambas cámaras. Y por la otra, el mercado petrolero ha cambiado. Estados Unidos con su tecnología de fracturación hidráulica (fracking) está produciendo mucho más petróleo y reduciendo sus importaciones. Ello ha causado un exceso de oferta, al tiempo que la demanda mundial ha disminuido. Agréguese a eso la apreciación del dólar, otro factor que ha influido en la caída de la cotización del petróleo.
Como consecuencia de ello ya la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) no puede imponer los precios del crudo y ha devenido una especie de "tigre de papel". No representa ya el 40% de las exportaciones mundiales del crudo, los intereses de sus miembros se diferencian cada vez más y Arabia Saudita, con mucho el mayor productor, lejos de querer reducir la producción tiende a aumentarla y vende el crudo más barato para asegurar clientes y para perjudicar a Irán.
Y es que Kuwait, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos pueden tolerar precios muchos más bajos gracias a su elevada eficiencia de producción petrolera, pero Venezuela e Irán no pueden soportar bajos precios. Y si la OPEP decidiera formalmente a recortar la producción para disminuir la oferta, ya se sabe que ese compromiso no será respetado. En tanto, Moscú tampoco quiere disminuir sus exportaciones de crudo, pues de ellas dependen la economía rusa y la diplomacia "imperial" de Vladimir Putin.
En fin, los expertos afirman que si bien el precio del crudo podría subir al recrudecerse el invierno no es probable que vuelva a sobrepasar los 100 dólares por barril, y mucho menos llegar a los 140 dólares por barril que necesita Venezuela.
Venezuela no tendría sustituto
El chavismo le entrega gratuitamente a Cuba 36 millones de barriles al año, que cubren dos tercios del consumo cubano. La Isla produce 25 millones de barriles, pero de un crudo tan pesado que solo se utiliza para alimentar las termoeléctricas. Y las exploraciones petroleras en el mar han sido todas fallidas.
El gobierno de Maduro va a querer mantener sus regalos de crudo a sus jefes de La Habana. Pero si el precio sigue bajo no tendrá divisas suficientes para importar alimentos y todo lo que necesita un país cuya industria y agricultura han sido estrangulados, y tendría que recortar los 10.000 millones de dólares que le obsequia a los Castro. Si la crisis venezolana se desbordara y arrastrara a Maduro, cualquier otro "hombre fuerte", incluso siendo chavista, tendría que recortar el envío de crudo a Cuba. O suspenderlo, si un nuevo "caracazo" pusiera fin al chavismo, o si lo militares así lo decidiesen.
La nomenklatura castrista sabe que la Unión Soviética tuvo un sustituto, pero que Venezuela no lo tendrá. De ahí la feroz ofensiva mediática, política y diplomática en favor de la normalización de las relaciones entre La Habana y Washington.
Ver para creer: su odiado "enemigo imperialista yanqui" es hoy quien puede prolongarle la vida a la única tiranía comunista que ha sufrido el continente americano. ¿Lo hará?
Segunda Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
Quizás este fragmento de la entrevista que le hizo hace unos pocos años Emilio Ichikawa a Fulgencio Rubén Batista y Godínez, hijo mayor de Fulgencio Batista, esté parte de la respuesta a la inusitada aparición de editoriales del New York Times y una apología inmerecida a Veiga y a Lenier. En este fragmento el hijo de Batista aborda algunos de los roces que tuvo su padre con capitales norteamericanos que con sus lobbystas hicieron que el gobierno norteamericano de Dwight Einsenhower le impusiera un embargo de armas al régimen de Fulgencio Batista que benefició grandemente a la oposición armada en contra de su régimen:
Por ejemplo, el túnel de La Habana lo iba a tener firmas americanas, y se les dio a los franceses. Y se les dio porque era la mejor opción, porque parte del pago se produjo en azúcar, que estaba almacenada, porque la zafra producía mucho e incluso había que aguantarla para que no bajara el precio. Había almacenada mucha azúcar, y se financió parte del túnel con eso. Por otra parte, cuando se fue a renovar los ferrocarriles, que estaban nacionalizados; cuando fueron a comprar las locomotoras, en lugar de comprárselas a la General Motors, se las compraron a los alemanes. Yo tuve la suerte de ir a Alemania en una misión relacionada con eso, fui con Martínez Sáenz (ex ABC), Presidente del Banco Nacional. Un tercer caso fue la decisión de construir un molino de harina en Santiago de Cuba que le quitaba el monopolio al de La Habana, que era de ellos. Otro estudioso también me explicó que todo el papel de la prensa cubana se compraba a Estados Unidos y se le quitó ese monopolio del papel a los norteamericanos cuando Cuba empezó a poner varias papeleras que usaban bagazo de caña como materia prima. Yo no lo he comprobado, pero me dijo que accionistas de “The New York Times” eran a la vez socios de esas papeleras. Por otra parte, se iba a una revisión de las tarifas proteccionistas que perjudicaría a los Estados Unidos; además de que se hicieron planes para producir materias que hasta el momento eran compradas básicamente a los Estados Unidos, como el cemento y el arroz. Yo no digo que esto determinó, pero digo que pesa. Si tú lees la correspondencia de los embajadores americanos, yo tengo varias compilaciones, tú no ves ahí nada contra el gobierno de Batista. Hasta fines del `57 y el `58, que se empieza a notar el distanciamiento. Quizás ellos pensaron trabajar con otro tipo de oposición, pero se les fue de las manos.
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