jueves, enero 22, 2015

Esteban Fernández: “¡VIVA CRISTO REY!”

“¡VIVA CRISTO REY!”


Por Esteban Fernández
Enero  21, 2015

Muy pocas veces he escrito de religión por dos motivos: uno, porque no pretendo convencer a nadie de mis débiles convicciones. “Débiles” porque no van avaladas por profundos estudios teológicos. En segundo lugar, porque no deseo polemizar con los ateos y mucho menos con los creyentes fanáticos.

Mis creencias se basan en un principio sagrado: No hacerle a nadie lo que no me gusta que me  hagan. Y trato de hacerle el bien a todos los que se lo merecen.

Mi relación con Dios es la siguiente: Le pido muy poco. Es decir, que cada vez que le suplico algo comienzo por decirle: “Usted perfectamente sabe que no lo he agobiado pidiéndoles nimiedades, por lo tanto si hoy me dirijo a usted le ruego que entienda que es algo de vital importancia.” Y les juro que siempre me ha respondido positivamente.

Nada de boberías como “Dios mío, por favor que ganen los Dodgers de Los Ángeles, o que pierdan los Lakers” Mis pedidos siempre han sido de suma importancia para mí y para mis seres queridos. Tampoco lo molesto con sumisión, ni guataquería, ni cada cinco minutos sonar un aparatoso “¡Alabado sea el Señor!” Mi agradecimiento es privado, diario y constante. Lo primero que hago al despertarme es mirar para todos lados, asegurarme que no estoy en el infierno ni en el paraíso, me sonrío y digo: “Gracias Dios mío por otro día más en este mundo”

¿Mi religión? Bueno, la que me enseñaron desde muy muchacho en el Colegio Kate Plumer Bryan Memorial y en la Iglesia Evangelista de la calle Amistad fue la Presbiteriana. En realidad durante toda mi vida, desde Güines hasta California, mi único Pastor ha sido el Reverendo David Achón. Pero quede claro que su difunta esposa Raquel siempre me recriminaba mi ausencia del culto dominical. Aunque ella me dispensaba el mejor elogio del mundo, me decía: “Cuando tu escribes es como si tuvieras posado en el hombro el Espíritu Santo”. El señor Achón nunca me ha regañado por el afecto que siempre me ha prodigado.

Y que conste que no siempre le he sido fiel a la religión Presbiteriana. En primer lugar porque mi madre “Católica, Apostólica y Romana” aceptaba con beneplácito que yo fuera al Colegio Presbiteriano pero sin dejar de inculcarme tremendo respeto por la Caridad del Cobre, por San Lázaro y por Santa Bárbara.

Además, cuando me encantaba una chiquita ferviente practicante del catolicismo entonces asistía a las Misas junto a ella. Una de ellas llamada Pierina Camino Perea casi logró que yo hiciera la Confesión y la Primera Comunión.

Mis estimados amigos, para que nadie se me queje de este escrito y me acuse de algún tipo de sacrilegio, hoy va a ser uno de esos días en que con mucha fuerza le pediré a Dios  lo mejor en este 2015 para todos ustedes que han tenido  la bondad de leerme hasta este antepenúltimo párrafo.  ¡Dios los bendiga a todos!

Y deseo confesarles que durante mucho tiempo estuve extremadamente molesto con el Todopoderoso porque no me hacía caso con respecto a enviarle los mil rayos que Fidel Castro se merece, pero ahora que lo veo tan desmejorado me parece que tenía su plan con respecto al tirano. Me martirizó pero al final creo que me está complaciendo.

Finalizo con un simple pensamiento que simplifica mi religiosidad actual: Pueden todos los Pastores del mundo predicar al unísono pero ninguno de ellos me  inspira más que el recuerdo de  todos aquellos patriotas cubanos que murieron ante el paredón de fusilamientos gritando “¡Viva Cristo Rey!” No olvidarlos debe ser nuestro Primer Mandamiento