Una investigación independiente
Por ROSA MARÍA PAYÁ
24/01/2015
Es invierno en DC., pero el atardecer incendiaba sus siluetas monumentales, regalándole un perfil cálido a la capital de la nación. Ya en el Capitolio pude conversar con varios senadores demócratas y republicanos, todos interesados en escuchar sobre el tema cubano. Los puntos siguen siendo elementales:
1.- Estados Unidos sostiene conversaciones de alto nivel con un Gobierno que nunca ha sido elegido por sus ciudadanos. Por tanto, esperamos que en la mesa de diálogo esté presente el apoyo a la petición constitucional que miles de ciudadanos cubanos han hecho para que se realice un plebiscito en favor de elecciones libres y plurales.
(Oswaldo J. Payá Sardiñas y Harold Cepero)
En el avión de regreso, me topé con la señora Roberta Jacobson, subsecretaria de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental. La abordé de inmediato y se levantó para saludarme. Agradecí su gesto. «¿De vuelta a casa o vas solo a Miami?», me preguntó casi ingenuamente. «Voy a Miami», le dije, y recordé que hace más de un año no regreso a mi hogar en La Habana. La última vez que estuve allí, a un costado del Parque Manila en El Cerro, la Seguridad del Estado perseguía a mis hermanos en la calle y llamaba por teléfono para decir: «Hija de puta, te vamos a matar».
La señora Jacobson se dirigía a
La Habana, donde están teniendo reuniones con funcionarios del Gobierno cubano. Uno de ellos es el reconocido agente de la Seguridad del Estado Gustavo Machín. No por casualidad fue el mismo que tuvo a su cargo la circense rueda de prensa que el sueco Aron Modig realizó en Cuba, mientras estaba preso en régimen de aislamiento y sin cargos, justo antes de expulsarlo del país sin permitirle encontrarse con mi familia, como solicitamos al ser conocido nuestro. Aron viajaba en el coche con mi padre el día del atentado largamente anunciado a nuestra familia (con testigos casi siempre, para aterrorizarlos como medida ejemplar) y fue secuestrado por la Seguridad del Estado inmediatamente después de que el coche fuera sacado de la carretera.
Le pregunté a la subsecretaria si la investigación independiente que estamos reclamando por la muerte de Oswaldo Payá y Harold Cepero formaría parte de las conversaciones con el Gobierno cubano. «This is always a point that we raise [esa es una cuestión que elevamos siempre]», me contestó asintiendo.
También me explicó que planeaban tener una conversación sobre derechos humanos, sin especificar cuándo sería. Me hablaba con la normalidad de los funcionarios civiles, como si no estuviese viajando al corazón de la dictadura más longeva del planeta para encontrarse con agentes criminales, algunos de los cuales fungieron de espías en el propio EEUU. El Gobierno cubano ha mentido a la Relatoría de Crímenes Extrajudiciales de Naciones Unidas, cuando ésta le ha pedido información sobre la muerte de mi padre. Después de más de dos años, las autoridades continúan negándonos el informe de autopsia de su cuerpo, reporte al cual la familia tiene derecho de acuerdo con las leyes vigentes en la Isla.
Este viernes 23 de enero me reuniré en la Casa Blanca con el señor Ricardo Zúñiga. Espero que para entonces él tenga noticias de la respuesta del Gobierno cubano a Roberta Jacobson, sobre la investigación del atentado contra Harold y mi padre el cruel día que nuestra familia temía pero jamás llegó a concebir. EEUU y los gobiernos del mundo deberían saber que, sin que emerja toda la verdad sobre ésta y tantas otras atrocidades que la historia ha mitificado como una «revolución», en Cuba no habrá democracia ni estabilidad real. Es posible que antes del viernes la prensa internacional acreditada en la isla ya tenga una respuesta de ambas partes sobre esta ineludible cuestión en un diálogo a tan alto nivel.
Rosa María Payá es hija del fallecido disidente cubano Oswaldo Payá.
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