miércoles, marzo 25, 2015

Luis Cino Álvarez desde Cuba: Los narco-corridos del barrio de El Calvario

 Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

No  se si Luis Cino se muda mucho de casa pero lo he ubicado en San Miguel del Padrón, Parcelación Moderna, El Reparto Eléctrico o en el Reparto El Calvario,

 El  nombre de El Calvario, para los que fundamos el mencionado reparto (urbanizado por Ricardo, un señor cuya casa quedaba en la actual calzada de Managua, o Calle Real, al costado de la antigua clínica mutualista ¿¨La Salud¨?, y casi  frente a una centenaria ceiba, posteriormente transformada en policlínico y al lado de otra residencia que nunca supe a quién pertenecía) lo reservabamos para la zona concerniente a las viviendas de la Calle Real, la Iglesia (una de las más antigua de La Habana) y sus alrededores. 

Recuerdo cuando multitudes de vecinos recibieron, en diferentes momentos:  al Presidente Fulgencio Batista cuando este inauguró el ¨acueducto¨ de El Calvario, al Justo Luis del Pozo,   entonces alcalde del el Municipio de La Habana, ir a las fiestas y competencias deportivas por un aniversario de la fundación de El Calvario, al recibir a  autoridades municipales y al empresario Dr. Romaguera, dueño de la cantera de El Calvario,  para inaugurar  el edifico de la Escuela No. 47 ¨Consuelo Romaguera¨,   y a la Primera Martha Fernández Miranda de Batista inaugurar el Comedor Escolar aledaño a esa escuela pública que nada tenía que envidiarle a muchas escuelas privadas en instalaciones y en la calidad de sus maestros; en ese comedor que por  25 centavos semanales se almorzaba una comida de primera calidad con una higiene y un trato exquisito mientras  nos enseñaban a utilizar los cubiertos, comportarnos en la mesa, etc..

  Veo que mi barrio de niñez y adolescencia se ha ¨orientalizado¨.
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Tomado de http://www.cubanet.org/

Los narco-corridos del barrio de El Calvario

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Es La Habana, pero parece Ciudad Juárez, los corridos de los capos han sustituido a las bachatas y al reguetón
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Por Luis Cino Álvarez
marzo 24, 2015

LA HABANA, Cuba. — En el Reparto Eléctrico, El Calvario y sus alrededores, a juzgar  por el acento cantarín de numerosos vecinos, uno pudiera creer que no está en La Habana sino en Mayarí, Buey Arriba o Alto Songo. Pero a juzgar por la música que se escucha a todo volumen en muchas casas, también pudiera ser Ciudad Juárez, Tijuana o Michoacán.

Mariachis, rancheras y corridos mexicanos  se escuchan a toda hora en mi barrio. Y también  narco-corridos.  Como los  de Los Tigres de Culiacán y los Tucanes de Tijuana, con los que atruenan el aire, los fines de semana o cuando tienen algo que celebrar o lamentar, ríos de alcohol mediante,  un grupo de jovenzuelos, de aspecto patibulario,  a unos pocos cientos de metros de mi casa.

Los narco- corridos, que conocieron a través de los seriales de capos,  han  sustituido en su gusto a las repetitivas bachatas de  Aventura y  al reguetón, que ya les empezaba  a aburrir. Rudos  y pendencieros  como son,  pero bien sentimentales, las hazañas cantadas de sus ídolos pandilleros  de la pantalla  les vienen como anillo al dedo para soñar, envalentonarse y consolarse.

Los arañeros

Ellos, como muchos otros jóvenes de la zona, son cocheros. En reñida competencia con las guaguas, hostigados por los inspectores,  en sus coches tirados por caballos,  transportan pasajeros. O cualquier carga, siempre que dé dinero, en las llamadas “arañas”, unos peligrosos artefactos que no pocos accidentes han ocasionado, a menudo mortales,  principalmente por transitar de noche sin luces o por ir sus conductores  perdidamente borrachos, muchas veces compitiendo con otros a ver  quien corre más.

Luego de sus mamás y a sus novias, cuyos nombres muchas veces llevan tatuados en el pecho o en un brazo, a quien más aman es a sus caballos. Por compartir su vida y ayudarlos a ganarse los pesos,  ocupan un lugar especial en su corazón. Lo cual no quita que los castiguen sin compasión,  a fustazos y a palos, cuando sofocados y sedientos,  se niegan a tirar de los carricoches bajo el sol del mediodía.

(Como son con sus caballos, así son con sus chicas. Sus potras, como dicen ellos.)


Pero no se apresure a clamar  -–ay, Roberto Carlos– que quiere ser “civilizado como los animales”. Su fe en la humanidad retornará cuando  vea a estos muchachones cuidar a sus caballos,  como cepillan con ternura sus crines, y los bañan,  compartiendo  los chorros de agua de la manguera entre el cuerpo de los equinos y sus  tatuados torsos y obtusas cabezas.

Como son con sus caballos, así son con sus chicas. Sus potras, como dicen ellos.  Les dicen que son sus reinas –no olvidemos que son muy sentimentales-, pero las tratan como a perras –no olvidemos que son bien rudos. Te explicarán que “hay que ser recios con ellas, para que no olviden que uno es un hombre y es el que manda”. Y porque  se sabe de qué traiciones  son capaces las mujeres, “todas,  excepto la madre de uno”.

Las chicas de los arañeros

Y las chicas, que son tan machistas y melodramáticas como ellos y lloran a moco tendido con las telenovelas de Univisión y las canciones de Paquita la del Barrio, acatan lo que venga, y aguantan los bofetones cuando se les suelta la lengua, mal habladas como son.

Les encanta que su hombre sea así, macho remacho, y que la haga gozar y sufrir para sentir que está  viva.  Hasta que aparezca otro tipo con más dinero,  y que le prometa tenerla  como una princesa si se va con él. Finalmente, sin pensarlo mucho, se larga.   Y entonces, puestos  en ese trance, allá van los cuates, a ahogar sus penas en ron –porque en Cuba no hay tequila- mientras lagrimean oyendo a Juan Gabriel o Marco Antonio Solís. Y cuando ya están a punto del coma –alcohólico y depresivo–  aúllan las canciones de José Alfredo Jiménez y Javier Solís, que volvían locos a sus papás y sus abuelos.

(Si la potra los deja, allá van los cuates, a ahogar sus penas en ron, porque en Cuba no hay tequila)

Parecen escenas de una telenovela mexicana, ¿verdad?.  Pero ocurren cotidianamente  en mi suburbano barrio del municipio habanero Arroyo Naranjo.

¿Qué pensarán de todo esto Miguel Barnet y Abel Prieto,  tan alarmados como están  por el dichoso paquete semanal y  “el consumo pseudo-cultural indiscriminado”?

luicino2012@gmail.com
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