Zoé Valdés, reencuentro consigo misma
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La escritora cubana Zoé Valdés conversa con el Nuevo Herald acerca de ‘La Habana, mon amour’, su libro más reciente, que ha alcanzado gran repercusión y excelente crítica
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Por José Abreu Felippe
Especial/el Nuevo Herald
agosto 20, 2015
Parte esencial de la búsqueda de un escritor es un reencuentro consigo mismo a partir de la memoria, es como un sondeo de sí mismo que conduce al lugar exacto, al momento adecuado y hace que la obra literaria crezca, se haga más personal, más íntima.
Esto lo ha intentado (y logrado) la escritora cubana Zoé Valdés (La Habana, 1959) en La Habana, mon amour, libro que ha alcanzado gran repercusión y excelente crítica. Es curioso que después de una novela extraordinaria como, La mujer que llora, Premio Azorín 2013, rica en matices, compleja y muy elaborada, la autora de La nada cotidiana, dé una vuelta de tuerca y nos regale esta crónica personal, íntima, y profundamente sencilla, que se lee como una novela.
¿Qué la impulsó a escribir La Habana, mon amour? “La memoria, la necesidad de recordar desde la distancia la ciudad en la que nací y crecí. Llevaba algún tiempo queriendo escribir sobre La Habana y los sitios que me habían enamorado. Me salió algo también sobre la infancia, la adolescencia, sobre mi madre, y mis propios enamoramientos, los primeros escarceos amorosos”.
¿Cómo marcaron su vida los personajes habaneros que evoca en la novela? “No sé si es una novela, más bien son viñetas noveladas. Esos personajes ya eran como de la familia, los veía a diario, los
frecuentaba. Me marcaron al punto de que me han acompañado siempre, y ahí están, en la escritura.
Inolvidables”.
¿Se podría interpretar La Habana, mon amour como su “regreso” a una ciudad, a una época, ancladas en la memoria? “Así es. Es una especie de “retorno” sentimental a través de la literatura. José Lezama Lima nunca viajó a París y podía describir la ciudad a través de sus lecturas. Yo nunca he regresado a La Habana en 20 años de exilio, pero puedo tomarle la temperatura en el tiempo, gracias a la memoria y a la idea que la imaginación me permite hacerme de ella. Escribir es imaginar. Algunos escritores han escrito sobre el cosmos y los marcianos y nunca han visitado el cosmos ni han frecuentado a los marcianos. Aunque estoy muy al tanto de lo que ocurre en Cuba, a través de testimonios directos”.
El libro ha sido muy exitoso. Está en la lista de los bestsellers de muchos lugares bien diferentes, incluyendo Miami. ¿A qué le atribuye la aceptación que ha tenido, siendo tan íntimo, tan personal? “Creo que es un libro sincero, honesto. Por momentos recuerda el estilo de La nada cotidiana, aunque no es un texto catarsis como sí lo es La nada cotidiana. Es parte importante del puzzle que es mi historia como escritora, pero sobre todo como habanera”.
Hábleme un poco de la gira promocional por España. “La primera parte de la gira promocional de España fue muy bien, abarcó ciudades como Cádiz, Sevilla, Marbella, Jerez de la Frontera, Madrid, entre otras. Se hicieron presentaciones en lugares muy prestigiosos en cada una de las ciudades del sur, como es el caso de la Fundación Caballero Bonald. En Madrid estuve en la Feria del Libro. Hubo encuentros con la prensa en cada una de las ciudades. La segunda parte de la gira será en septiembre, incluirá Barcelona”.
Una pregunta casi obligatoria hoy por hoy. ¿Qué opina del llamado intercambio cultural entre los autores de la isla y del exilio? “Es un supuesto intercambio cultural promocionado por el régimen castrista, de ahí la desigualdad, de ahí que exista más chance que los artistas de la isla, procastristas, sean recibidos en Estados Unidos, que por el contrario, los artistas del exilio, anticastristas, sean bienvenidos a su país de origen. No creo en un supuesto intercambio cultural que solo favorece a la imagen de la dictadura. No puede haber un intercambio cultural donde no existe debate político a fondo, sin estratagemas, sin trampas, honesto y cuyos principios sean la libertad y la democracia del pueblo cubano”.
¿Algo que desee añadir? “Es una vergüenza lo que está sucediendo con el deshielo de relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Se está queriendo borrar de un plumazo más de 56 años de horror. Y lo que es peor, se está enmarañando la verdadera historia de Cuba. Una historia que ya había sido empañada por las diversas y numerosas malas interpretaciones hechas por el castrismo de la República, y ahora tachadas todas estas décadas de terror por parte de ese mismo castrismo, en aras de negociar que el pueblo cubano siga siendo un pueblo indigente en todos los sentidos y esclavo”.
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