jueves, octubre 29, 2015

Dos artículos sobre la Ley de Ajuste. .Alexis Jardines: El dilema moral de la Ley de Ajuste . Guillermo I. Martínez: Obama, la Ley de Ajuste Cubano y el fraude


 En el Congreso de Estados Unidos propuesta para eliminar Ley de Ajuste cubano



 **************
Tomado de http://www.elnuevoherald.com/

El dilema moral de la Ley de Ajuste 

Por Alexis Jardines
29 de octubre de 2015


Académico Distinguido en Instituto de Investigaciones Cubanas, en FIU

Nadie quiere tocar la Ley de Ajuste. Para el gobierno cubano es su arma estratégica contra la presión popular y la articulación de una oposición política, así como su paliativo contra la incapacidad comunista de producir riqueza. Tras el 17 D se le aparece, además, como la vía expedita para conquistar Miami, aniquilar el exilio, establecer los negocios de la marca Castro & Co. y sembrar espías en territorio estadounidense. Nadie se beneficia más de esta ley que los hermanos Castro.

Para los políticos cubanoamericanos tocar esta ley representa una pérdida cuantiosa de capital político. Se trata de no perder los votos de todos aquellos que piensan que eliminar la Ley de Ajuste es un crimen de lesa Humanidad.

Nadie se perjudica más con esta ley que los únicos a quienes les corresponde el legítimo derecho de hacer uso de ella: la oposición interna del régimen cubano. ¡Vaya paradoja! La oposición no crece, no se puede nutrir de los inconformes porque todos se van. Y aunque abandonar el país es un legítimo derecho de cada cual, siempre hay opciones para encontrar una mínima justificación moral de las decisiones que se toman. Algo se puede hacer en Cuba por la libertad y la democracia antes de abandonar el país y, una vez exiliado, algo se puede hacer también en Miami. De modo que siempre hay maneras de evitar un conflicto moral con la Ley de Ajuste y quien quiere beneficiarse de ella alegando descaradamente –una vez que toca suelo norteamericano– que le parecen bien los “cambios” que está haciendo Raúl Castro en la Isla y que no tiene problemas con el gobierno, debería pensar mejor lo que dice.

El acuerdo migratorio de 1994 fue una garantía de estabilidad para el régimen en la década más difícil que atravesó el poder revolucionario, llamada eufemísticamente Período Especial. A partir de entonces, la combinación de la Ley de Ajuste con las 20,000 visas anuales serían las herramientas más eficaces de la dictadura para canalizar el desencanto popular de modo que este no condujera a la desestabilización interna. El uso y abuso de la emigración también le ha servido a Fidel y a Raúl para dividir el exilio y hoy se prestan a aniquilarlo, a conquistar Miami tras el trabajo de neutralización de las huestes de “los que no se meten en política”.

El régimen de Castro ha manipulado el Acuerdo de 1994 al crear un sistema de viajes de ida y vuelta a la Isla para decenas de miles de cubanos no-refugiados que, sin embargo, ajustan su estatus bajo la Ley de Ajuste. Mientras tanto, sigue negando el derecho de retorno a los que han huido por razones políticas, manteniendo sus nombres en una infame “lista negra”. (Mauricio Claver-Carone)

Este es el meollo del conflicto moral. Quienes todavía defienden la Ley de Ajuste en Miami (yo lo hice apasionadamente hasta el 17 de diciembre del 2014) califican en dos bandos: los que se dedican a la ostentación, trasiego y especuladera (que no es lo mismo que especulación) de orilla a orilla y los que lo hacen por vocación humanitaria, por solidaridad con el socio que está en Cuba, la lealtad filial, etc. Sin embargo, en el nuevo escenario político ni unos ni otros tienen razón. Pero tampoco la tienen los políticos cubanoamericanos cuando intentan complacer a sus electores mediante paños tibios y remiendos de la Ley. Cualquier tipo de enmienda en la Ley de Ajuste solo beneficiará a la dictadura. ¿Cuál es la diferencia cuando el emigrante regresa al cabo de un año o al cabo de cinco? La Ley de Ajuste es contraproducente no a causa de las “mulas” (los que se dedican a llevar y traer paquetes de la isla como negocio), sino porque genera delito (tráfico humano, matrimonios ilegales, crímenes de sangre) y pone en riesgo la seguridad nacional justo porque todo el aparato castrista, técnicamente, puede hacerse ciudadano estadounidense y establecer negocios en territorio norteamericano.

Desarticulemos, pues, el argumento de la última ficha del tablero que nos queda por analizar: el presidente Barack Obama, quien no parece tener la intención de revisar el asunto de la Ley de Ajuste y del acuerdo migratorio con Cuba. Supuestamente, Obama le teme a la emigración masiva descontrolada. Sin embargo, tal temor es infundado desde el momento en que el gobierno cubano autorizó a viajar libre y legalmente a sus ciudadanos. Lo que se silencia aquí es que es precisamente la existencia de la Ley de Ajuste lo que estimula la avalancha de salidas –tanto legales como ilegales– las cuales se han multiplicado exponencialmente justo tras el 17 D. Así es que tampoco Obama está a salvo del conflicto, ya que es una franca contradicción y moralmente insostenible mantener la Ley de Ajuste tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba.

En suma, se puede defender la Ley de Ajuste pero no el restablecimiento de relaciones diplomáticas con la dictadura. De igual modo, si se opta por apoyar el restablecimiento de relaciones con los Castro, no se puede pretender conservar la Ley de Ajuste. Otra cosa sería inmoral, cínica y contradictoria. Usted decide.

*****

Obama, la Ley de Ajuste Cubano y el fraude

*******
El problema no es la ley, sino la forma como el gobierno la está poniendo en vigor
El gobierno de Obama no persigue a los que violan la actual ley
Es peligroso empezar a pensar en cambiar la Ley de Ajuste Cubano
*******
Por Guillermo I. Martínez
octubre 16, 2015
     
Admito que a los 74 años no soy una persona que cambia de opinión con facilidad. Mis ideas casi siempre están basadas en datos sólidos y creo que bien razonados.

Esta vez me equivoqué.

Esta columna iba a ser una petición a los congresistas cubanoamericanos, al Congreso de los Estados Unidos y a la misma Casa Blanca para que cambiaran la Ley de Ajuste Cubano para así impedir el fraude que cometen mucho de los que llegan ahora a Estados Unidos de la isla.

Una conversación con un activista de los derechos humanos en el sur de la Florida me hizo cambiar de opinión. Y lo logró explicándome sus objeciones. Debo admitir que no había pensado en lo que este señor –mucho más joven que yo– me planteó.

En principio, todos estamos de acuerdo. Muchos de los cubanos que llegan hoy de Cuba amparados por la Ley de Ajuste Cubano o hasta los que llegan como ganadores de una de las 20,000 visas que otorga el “biombo” anualmente cometen fraude a mansalva. Se burlan de las leyes de Estados Unidos y son un pilar que fortalece al régimen comunista en Cuba.

Este señor, que se dedica a diario con asuntos de los derechos humanos en Cuba, me hizo ver otro punto de vista.

El problema no es la ley, sino la forma como la está poniendo en vigor la administración del presidente Barack Obama, me dijo este joven activista.
Y tiene lógica.

Él me explica que lo que hacen los cubanos que van a Cuba y que se las arreglan para que alguien en Estados Unidos les mande el dinero del Social Security o de otro tipo de ayuda que les brinda el gobierno americano es ya una violación de las leyes actuales. Una violación de la ley que hay que llevarla a los tribunales y para eso no es necesario cambiar la Ley de Ajuste Cubano.
El activista me dice que el problema es que el gobierno de Obama no persigue a los que violan la actual ley. Si lo hiciera este tipo de fraude se eliminaría inmediatamente.
Me agregó que no hay ninguna garantía de que el Congreso de Estados Unidos pase otra ley más estricta o que el Departamento de Justicia de esta administración trate de llevar a juicio a los que violen esa ley.

Para este activista, quien dedica todo su tiempo al asunto de las violaciones de los derechos humanos en Cuba, el cambiar la Ley de Ajuste Cubano en estos momentos sería otra concesión del presidente Obama en sus esfuerzos por normalizar las relaciones con Cuba. Algo que lleva meses haciendo, pero que aún necesita la ayuda del Congreso para eliminar el embargo comercial a la isla.

Entiendo que la Ley de Ajuste Cubano y el embargo son cosas totalmente diferentes y que uno no debería mezclarlas.

Pero como el gobierno de Obama ha estado buscando todas las formas posibles para acercarse al gobierno cubano –cediendo en todos los puntos sin que Cuba le dé nada a cambio– entiendo el miedo en tratar de modificar una ley.

Está claro que el actual gobierno americano va a hacer todo lo posible por normalizar las relaciones con Cuba. Los hechos ya lo demuestran. Por eso es peligroso empezar a pensar en cambiar la Ley de Ajuste Cubano.

Ya en el Congreso hay proyectos de ley cuyo fin es levantar el embargo. Hay que perseguir a los que actualmente violan la ley cobrando Social Security en Estados Unidos y viviendo la mayor parte del tiempo en Cuba.

No es necesario cambiar la ley. Lo que es imprescindible es que la administración empiece a perseguir a los violadores de la misma ahora.

No podemos aceptar que el presidente Obama y su Departamento de Justicia no lleven a juicio a los que violan la ley que ya existe.

El problema es el gobierno de Obama, no la ley.
Guimar123@gmail.com