Alex Heny: En Estados Unidos se pudiera dar el caso de que se llegue a votar por el menor de los males. Eso es una mala noticia. Nota del Bloguista de Baracutey Cubano sobre el partidismo político.
“¿Quo Vadis, América?”
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En Estados Unidos se pudiera dar el caso de que se llegue a votar por el menor de los males. Eso es una mala noticia
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Por Alex Heny
Nueva York
11/02/2016
Después de las primarias de New Hampshire, Donald Trump es el favorito de los republicanos, para espanto del Partido Republicano, y Bernie Sanders el de los demócratas, para estupor de los capitalistas.
El magnate Trump tomó por asalto un partido fragmentado, monótono. Con agresiva retórica compulsiva, hurgando con oportunismo y sentido de la oportunidad en las llagas supurantes del chovinismo y el miedo de los blancos de clase media, se abrió paso a codazos, echó a un lado a una docena de candidatos de reconocido pedigree conservador, e izó su bandera de estrella de reality show.
En el camino minimizó a Jeb Bush, que parecía el hombre razonable de los irrazonables; ha mantenido en jaque a Ted Cruz, canadiense-tejano-cubano con una base electoral que debe ser más fuerte en el Bible Belt, entre los evangélicos a los que les encantaría ver en la presidencia de Estados Unidos —sobre todo después de haber tenido que sufrir a un hombre de la raza negra liberal como Presidente —a un hijo de predicador, que predica política e invoca a Dios con frecuencia tal que recuerda a los fieles que se arrodillan de cabeza a La Meca.
También ha superado Trump a Marco Rubio, al cual gobernador Chris Christie, con brutalidad de clase obrera (Christie no deja de recordarme a un orador de sindicato) ha dejado en evidencia, como a un niño azorado al que atrapan con las manos pegajosas de caramelo. O en este caso, con las respuestas precocinadas, anotadas en los brazos. Marco Rubio, cuya aparente solidez ahora tiene grietas enormes que le va a costar mucho reparar.
En el otro costado de espectro político Bernie Sanders es el consuelo que les queda a muchos votantes demócratas ante una Hillary Clinton cuya credibilidad y competencia se estremecen bajo el embate del E-mailgate.
Y si bien el fenómeno Trump no es del todo sorprendente —al cabo se sabe que el racismo, la xenofobia y el nacionalismo estadounidenses están justo bajo el milimétrico maquillaje de lo políticamente correcto— la preferencia de una parte del electorado demócrata por un candidato de corte cuasisocialista como Sanders, en este el bastión del capitalismo planetario, es desconcertante.
Donald Trump y Bernie Sanders son los favoritos del día por razones que pueden parecer diferentes en cada caso pero que son, en su conjunto, un síntoma unificado de descontento con el statu quo. El electorado —o la estadística que aportan Iowa y New Hampshire— de alguna manera está dejando sentir que se rebela ante lo “tradicional” y se lanza a una búsqueda —hay algo de desesperación en ello de— opciones que se apartan del clásico binomio demócrata-republicano.
De acuerdo a ello las preferencias por Trump y Bernie parecen, más que entusiasmo genuino por esos candidatos, un voto de castigo para un republicanismo aguado y para demócratas desabridos.
Se pudiera dar el caso entonces de que lleguemos ante una urna electoral a votar por el menor de los males. Eso es una mala noticia.
Mala noticia para la nación americana, también fragmentada, necesitada de aire fresco en un mundo que se reparte de nueva cuenta entre potencias de nuevo tipo, con Europa retorciéndose bajo la presión de la diversidad étnica y la ola migratoria que la invade, con el planeta bajo el asedio del terrorismo global como nunca antes en la Historia. Estados Unidos, por momentos, parecen haber perdido el control del juego mundial, y hay un sentido de urgencia porque lo recupere.
Y lo peor, pienso, no es siquiera la posibilidad —cada vez más real— de ese voto insulso en las elecciones presidenciales: aun si cambiaran las preferencias actuales, y no llegaran Trump y Sanders a las boletas, la incertidumbre acerca del quo vadis de la sociedad y la nación americana seguiría vigente.
Por lo que observo, estamos viviendo una crónica de un proceso electoral que —quisiera equivocarme— no parece llevar a ningún lugar mejor del que ahora estamos.
© cubaencuentro.com
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(Votos electorales de cada uno de los estados de EE.UU.; en CASI todos los estados, el partidomás votado se lleva todos los votos electorales; es decir elegir a los delegados que en diciembre votarán por el próximo Presidente. En unos pocos estados los delegados por partidos se eligen según la proporción de votos populares que hayan alcanzado cada partido político en las elecciones presidenciales)
- La dictadura de la mayoría
- La corrupción, en el sentido de favorecer a determinados grupos sociales
- Las Facciones o Partidismo
¨...Ya he insinuado a ustedes el peligro de los partidos para el estado, refiriéndome particularmente a aquellos cimentados en discriminaciones geográficas; voy a tomar un punto de vista más comprensivo y los voy a prevenir en la forma más solemne contra los efectos destructivos del espíritu de partido en general...Hay la creencia de que los partidos políticos de los países libres son freno provechoso para la administración del gobierno y que sirven para mantener vivo el espíritu de la libertad, lo cual tal vez resulte cierto dentro de límites determinados. En gobiernos de formación monárquica, el patriotismo puede considerar con indulgencia si no favorablemente, la idea de partidos, pero en regímenes populares, en gobiernos de elección, no debe fomentarse ese concepto, aunque por la tendencia natural, es seguro que posean siempre mucho de ese espíritu con fines saludables. Y ante el peligro constante de caer en el exceso debe tratarse, mediante la fuerza de la opinión pública, de suavizarlo y atenuarlo, Siendo un fuego que no puede templarse, exige una vigilancia constante para impedir que se convierta en llama o, de lo contrario en lugar de que caliente puede llegar a quemar...¨
( MORRIS, Richard B. “Documentos fundamentales de la historia de los Estados Unidos”.
México, Editorial Libreros Mexicanos Unidos, 1962. pp. 120-121)
Durante el segundo período de Washington dos distintos partidos, el Federalista (dirigido por Hamilton) y el Demócrata Republicano (dirigido por Jefferson), se convirtieron en importantes fuerzas políticas. Desde entonces dos grandes partidos han jugado un rol importante en las elecciones y en la política.
Finalmente: NO OLVIDEMOS QUE AUNQUE QUERAMOS APARTARNOS DE LA POLÍTICA, LOS EFECTOS DE ELLA INCIDEN EN NUESTRO VIVIR ACTUAL Y FUTURO. LOS CUBANOS Y LOS VENEZOLANOS SABEMOS A LO QUE LLEVA EL PATERNALISMO ESTATAL, LOS CANTOS DE SIRENAS, Y LA DEJACIÓN DE NUESTRA RESPONSABILIDAD CIVIL COMO CIUDADANOS.
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