Cubanos falsifican estatus familiar y médico para acelerar salida de Costa Rica
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Madres solteras con niños, (también algunas embarazadas) comenzaron a vender el espacio a supuestos esposos e inventaron familiares.
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Por Juan Juan Almeida
febrero 11, 2016
Migrantes cubanos esperan, el pasado 4 de febrero, en el aeropuerto Daniel Oduber de Liberia (Costa Rica).
Quien paga 1500 dólares por un coyote, puede pagar tranquilamente 550 u 800 por una travesía segura.
“Hemos sido ampliamente generosos y responsables. No es por gusto del gobierno de Costa Rica, que estas personas quedaron acumuladas acá. No obstante a ello, hemos hecho todo lo posible para que lleguen a su objetivo, que es los Estados Unidos”, así de fuerte lo advirtió este martes el presidente costarricense Luis Guillermo Solís y el canciller Manuel González.
Tienen toda la razón, lástima que su discurso parece estar comprometido con aquel viejo concepto romano de soberanía que describe a papá Estado como el único soberano mientras el resto tiene que servir.
Los cubanos valoramos el esfuerzo invertido por los gobernantes ticos, en orquestar toda una logística para la salida oportuna, ordenada, documentada, segura, digna y controlada de los migrantes isleños.
Se agradece infinitamente, también la solidaridad de todo un pueblo que gasta recursos en ayudar y dar albergue a nuestros compatriotas durante un tiempo que, para todas las partes, ya resulta excesivamente largo y agotador; desde que el 15 de noviembre del 2015, Nicaragua decidiera cerrar su frontera e impedir el paso por su territorio. Pero el origen del conflicto no se encuentra en Costa Rica, ni en Nicaragua, ni en Panamá, ni en los Estados Unidos, ni en ningún otro país sino en Cuba.
Por eso me parece injusto decir que los cubanos, varados en territorio tico, quieren desaprovechar los vuelos. Por favor, si pagan 1500 dólares por un coyote, cómo no van a pagar los 550 u 800 por una travesía segura y así ahorrarse la odisea de caminar una selva que incluye despariciones, asaltos, violaciones, e incluso asesinatos.
El tema está en que, quizás por falta de experiencia al enfrentar esta crisis, las autoridades migratorias costarricenses no han sabido, o no han podido, respetar al pie de la letra lo que dejó escrito la OIM (Organización Internacional del Migrante). Por supuesto, no hablo de corrupción, y si la hay, no es gubernamental sino de algún que otro personajillo con abundante ambición y escasos escrúpulos.
Se dijo que iban a sacar a los cubanos con niños y casos vulnerables según el orden consecutivo de la lista (llegada a Costa Rica); pero eso abrió la brecha para un intempestivo mercachifleo. Algunas madres solteras con niños, (también algunas embarazadas) comenzaron a vender el espacio a supuestos esposos e inventaron familiares. Lo mismo sucedió con los enfermos; las autoridades migratorias consideraron como “casos vulnerables” a cualquiera que enseñara un certificado médico, olvidando que por 50 o 100 dólares, ciertos médicos, hasta algunos actuando de buena fe, en el afán de ayudar, certifican cualquier dolencia.
El Diario Extra publicó una nota en que se aseguraba que "hay personas que están cobrando por falsos dictámenes médicos y la colocación de yesos; pagan $40 para irse asegurando estar enfermos, sin embargo no tienen nada."
El martes 9 en la noche, tuvieron que ir a buscar personas al campamento de Upala, a 23 kilómetros de la Cruz, para llenar los aviones. El video muestra a una cubana, Belkis Cobas Pérez, que sin pretender ofenderla con ninguna de mis letras, voló teniendo un número de visa superior al 24 mil, cuando las listas de salidas aún van por los 19 mil (desde el conflicto con Nicaragua, los cubanos comenzaron a recibir visas de tránsito en Costa Rica siendo el 19200 el número de serie de la primera visa emitida en Paso Canoas).
A las 8 de la mañana del miércoles 10 de febrero, aún no habían salido los aviones, el de las 5:00 am y las 8:00 am, ambos con destino a Laredo, porque los nombres de varios pasajeros no coincidían con las listas de migración.
Sin dudas es un problema extenuante, descontrol y poco entendimiento entre huéspedes y anfitriones que -como dice el refrán- no deben pagar justos por pecadores.
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