domingo, marzo 27, 2016

Carlos Alberto Montaner: Relaciones Cuba-EEUUA La Habana llegó un presidente cargado de...


 Un recuento de la visita del presidente estadounidense a la isla



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Tomado de http://www.diariodecuba.com/

Relaciones Cuba-EEUU A La Habana llegó un presidente cargado de...

Por Carlos Alberto Montaner
Miami
27 Mar 2016

Los niños españoles solían jugar imaginando y diciendo las cosas que transportaban los buques coloniales. "De La Habana ha llegado un barco cargado de..."  Piñas, encajes, azúcar, qué sé yo. Era un ejercicio lúdico en el que se mezclaban la fantasía y el vocabulario con la pedagogía.

Barack Obama, sin saberlo, revivió el juego. Para el presidente estadounidense su viaje tenía cuatro objetivos declarados: enterrar unilateralmente la Guerra Fría en el Caribe; eliminar oficialmente la estrategia diplomática del containment o aislamiento, sustituyéndola por el engagement o acercamiento; reforzar los lazos con la sociedad civil cubana, especialmente con el incipiente sector empresarial privado; y fortalecer a la oposición democrática que busca pacíficamente la evolución del régimen hacia el pluralismo.

Para el régimen cubano la visita era otro paso para finalizar el viejo embargo comercial, la llegada de turistas e inversiones norteamericanas, la promesa de créditos blandos cuando la ley lo permita, y la posibilidad de aliviar la difícil situación económica que plantea el fin de los subsidios venezolanos, calculados en 13.000 millones de dólares anuales en el pasado por el economista Carmelo Mesa-Lago.

Raúl Castro no tenía la menor intención de modificar su dictadura comunista. Al fin y al cabo, como lo ha reiterado cien veces el propio Fidel Castro, la habían establecido por convicciones ideológicas y no como respuesta a la hostilidad norteamericana. La secuencia fue a la inversa.

Tampoco está en sus planes enterrar el "antiyanquismo", uno de los elementos vertebradores del Socialismo del Siglo XXI. Para él, para Maduro, para Evo Morales, incluso para Rafael Correa y Daniel Ortega, la Guerra Fría no ha terminado, como se hace patente en las buenas relaciones con Irán, Corea del Norte o Siria.

Para los exportadores e inversionistas de EEUU la apuesta de Obama era medianamente tentadora. El dinero, ya se sabe, es cauteloso. Lo acompañaron con más curiosidad que interés real. Mientras la ley del embargo persista, cualquier exportación debe ser pagada por adelantado, una medida hasta ahora saludable porque la Isla tiene una pésima fama como pagador. A lo largo de los 57 años que ha durado ese gobierno, casi todo empresario o país que le ha dado crédito ha resultado defraudado.

Solo consiguen hacer negocios rentables quienes se dedican al turismo porque cobran previamente y en dólares. Todos saben, además, que es muy peligroso realizar actividades comerciales donde no hay tribunales independientes. En Cuba, como en todos los gobiernos totalitarios, los jueces son un apéndice del poder central.

Los demócratas de la oposición interna han resultado los más beneficiados. Eran 13 personas de diversos grupos, como corresponde a cualquier pueblo que aspira a que se respeten las diferencias de opinión. Obama se reunió con ellos durante casi dos horas, los escuchó, los apoyó, y luego dedicó la parte medular de su discurso a reclamarle a Raúl Castro el respeto por los derechos humanos y la necesidad de pluralidad que requiere una sociedad afectada durante tantos años por la esclerosis del pensamiento único. El momento en que se dirige al general y le dice que "no tema las voces de los cubanos que quieran expresarse libremente" es y será por mucho tiempo un hito en la lucha contra la dictadura.

¿Dará resultado la estrategia del engagement? El propio Obama se muestra escéptico, y tiene razón: la dictadura cubana no va a cambiar. Es orgullosamente comunista y la Constitución le otorga al Partido la dirección exclusiva de la sociedad. Para la cúpula dominante, los derechos humanos —concretamente la libertad de expresión y de reunión a que se refirió Obama— son subterfugios de la odiada burguesía para prolongar su control social y quienes los reclaman son delincuentes.

En ese caso, ¿tuvo sentido el cambio de táctica? Es difícil saberlo a estas alturas. Por lo pronto, los disidentes están animados. Creen que el viaje de Obama es un punto de inflexión. Esperemos con los dedos cruzados. Es parte del juego.

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Nota del Bloguyista de Baracutey Cubano


Hasta hoy no he  visto ni oido a periodistas y a supuestos analistas políticos   mencionar en sus análisis el discurso en vivo desde Cuba  de James Carter al pueblo de Cuba  y las  reuniones  que tuvo  con opositores y disidentes; hubo más de una reunión  y con un onjunto total  más numeroso de personas, fueron eparados en varios grupos,  que  el conjunto de personas con los que se reunió Obama en la Embajada de EE.UU. en La Habana.

(Ex Presidente  James Carter y tirano Fidel Castro Ruz. Mayo 2002, Cuba)
El ex Presidente James ¨Jimmy¨ Carter   el 14 de mayo de 2002  pronunció  un excelente discurso y respondió preguntas en el  Aula Magna de la Universidad de La Habana; en ese discurso habló explícitamente del Proyecto Varela, proyecto opositor que unió a buena parte de la oposición  en Cuba. El discurso y las preguntas y respuestas se transmitió en vivo por la televisión cubana y estaba presente el entonces ¨tirano a tiempo completo¨ Fidel Castro Ruz. La respuesta de la dictadura totalitaria  fue la ola represiva conocida como  la Primavera Negra de Cuba, el ¨blindaje¨de la Constitución Socialista de Cuba de 1976 y 1992  garantizando  el antidialéctico ¨carácter irrevocable del Socialismo en Cuba ¨ , y el fusilamiento de tres secuestradores de una embarcación con pasajeros que no habían derramado una gota de sangre. Entre el apresamiento y el fusilamiento de los tres secuestradores sólo pasó una semana.

Un fragmento de ese  discurso del Ex Presidente James Carter, el cual puede leerse íntegramente  en idioma Inglés AQUÍ  (pueden usar el Google Translate para traducir del idioma inglés al idioma español usando copiar y pegar)  es el siguiente:

 ¨Except for the stagnant relations between the United States and Cuba, the world has been changing greatly, and especially in Latin America and the Caribbean. As late as 1977, when I became President, there were only two democracies in South America, and one in Central America. Today, almost every country in the Americas is a democracy.

  I am not using a U.S. definition of ''democracy.'' The term is embedded in the Universal Declaration of Human Rights, which Cuba signed in 1948, and it was defined very precisely by all the other countries of the Americas in the Inter-American Democratic Charter last September. It is based on some simple premises: all citizens are born with the right to choose their own leaders, to define their own destiny, to speak freely, to organize political parties, trade unions and non-governmental groups, and to have fair and open trials.

  Only such governments can be members of the OAS, join a Free Trade Area of the Americas, or participate in the Summits of the Americas. Today, any regime that takes power by unconstitutional means will be ostracized, as was shown in the rejection of the Venezuelan coup last month.
  Democracy is a framework that permits a people to accommodate changing times and correct past mistakes. Since our independence, the United States has rid itself of slavery, granted women the right to vote, ended almost a century of legal racial discrimination, and just this year reformed its election laws to correct problems we faced in Florida eighteen months ago.

  Cuba has adopted a socialist government where one political party dominates, and people are not permitted to organize any opposition movements. Your constitution recognizes freedom of speech and association, but other laws deny these freedoms to those who disagree with the government.

  My nation is hardly perfect in human rights. A very large number of our citizens are incarcerated in prison, and there is little doubt that the death penalty is imposed most harshly on those who are poor, black, or mentally ill. For more than a quarter century, we have struggled unsuccessfully to guarantee the basic right of universal health care for our people. Still, guaranteed civil liberties offer every citizen an opportunity to change these laws.

  That fundamental right is also guaranteed to Cubans. It is gratifying to note that Articles 63 and 88 of your constitution allows citizens to petition the National Assembly to permit a referendum to change laws if 10,000 or more citizens sign it. I am informed that such an effort, called the Varela Project, has gathered sufficient signatures and has presented such a petition to the National Assembly. When Cubans exercise this freedom to change laws peacefully by a direct vote, the world will see that Cubans, and not foreigners, will decide the future of this country.

  Cuba has superb systems of health care and universal education, but last month, most Latin American governments joined a majority in the United Nations Human Rights Commission in calling on Cuba to meet universally accepted standards in civil liberties. I would ask that you permit the International Committee of the Red Cross to visit prisons and that you would receive the U.N. Human Rights Commissioner to address such issues as prisoners of conscience and the treatment of inmates. These visits could help refute any unwarranted criticisms.
¨
 
Recordemos la repercusión que tuvo en Cuba ese discurso:
Tomado de http://www.cubanet.org

Discurso de James Carter impacta a disidentes cubanos

LA HABANA, 15 de mayo (Juan Carlos Linares, Cuba-Verdad / www.cubanet.org) - El discurso pronunciado ayer por el ex presidente James Carter en el Aula Magna de la Universidad de La Habana impactó a algunos integrantes de la disidencia.

"Debo reconocer que la alocución del señor Carter desbordó mis expectativas" -declaró a Cuba-Verdad Elizardo Sánchez Santa Cruz, quien dirige la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.

La exposición del ex presidente estadounidense fue transmitida en vivo por los canales de la televisión y por emisoras de radio nacionales e incluyó una reseña histórica de las relaciones cubano-estadounidenses, así como algunas referencias sobre los principios universales de la democracia y los derechos humanos. También mencionó al Proyecto Varela y los presuntos resquicios de la Constitución impuesta por el régimen de Fidel Castro por los cuales se podrían efectuar cambios en Cuba.

Sin embargo, no todos los cubanos comparten este enfoque del asunto.

"No se puede confiar en el gobierno cubano, porque siempre hace trampas" -comentó vía telefónica un activista de Isla de la Juventud, quien añadió que durante la transmisión del discurso se produjeron cortes para impedir que se escuchara con claridad la disertación de Carter.

Por su parte, el creador del Proyecto Varela, Oswaldo Payá Sardiñas, expresó: "Fue un lenguaje liberador. Es un aliento para seguir adelante".

Luego de su discurso Carter contestó las preguntas de cuatro funcionarios cubanos.

Varios disidentes consultados coincidieron en que Carter apoyó totalmente al Proyecto Varela cuando durante su intervención le solicitó a las autoridades de Cuba que lo publicaran en los medios de prensa, como un gesto de buena voluntad.