martes, junio 28, 2016

Jorge Dávila Miguel: Noches de radio en Arkansas

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

En la casa  teníamos dos radios por donde se oia la onda corta; el segundo lo había traido mi padre para oir Radio Swan, la WRUL (¨la Radio Internacionacional de Nueva York¨ y posteriormente La Voz de los Estados Unidos de América y, en particular,  Cita con Cuba. En los bajos de la casa había un radio anterior a ese que era donde oía   los juegos de la Triple A y  los juegos de las Series  Mundial de  Grandes Ligas  de Baseball  y, a partir de 1962 y por la WQAN,   la música norteamericana con el sonido  de la invasión británica; pues el rock  norteamericano se había decaido o agotado musicalmente   en esos años. finales de los años 50 y antes de 1962. Posteriormente cuando entré al Plan de Becas,  había un compañero de cuarto que tenía un radio y todos en el cuarto nos quedabamos dormidos oyendo ¨la dobliu¨; posteriormente fue que empecé a oir la KAAY así como  la BBC, esta última  la oía los viernes  por la noche  en mi casa cuando  salía de pase o estába de vacaciones pues ese día y por la noche  había un programa con The Beatles y hasta estrenaban canciones como fueron Strawberry field  y Penny Lane.

El autor con su artículo me hizo recordar las madrugadas que me pasaba oyendo , y bailando, con  el radio del Salón de Recreación de la beca universitaria (que la pagué posteriormente con 24 años de salarios de miseria como profesional ) el programa de música ¨underground ¨ llamado Beaker Street de la KAAY, hasta que se acababa y le seguía un programa de misterio llamado The Monster of the Black House. La beca estaba al lado del Malecón y las ondas hertzianas entraban que era una divinidad al no oirse la interferencia del gobierno Castrista, que siempre ha tenido esa práctica. En ese programa se ponían las versiones de las canciones en las cuales los músicos improvisaban. Recuerdo las improvisaciones de Led Zeppelin, Rare Earths, Black Sabbath, Iron Butterfly, The Doors, Wilson Picker, The Animals, Jimmy Hendrix, Jefferson Airplane, Santana, etc., con sus canciones más exitosas; las había de 20 minutos y más de duración.

El rock yo lo bailaba (ya fuera grabada o ¨en vivo¨)  fundamentalmente en el Vedado y sobre todo en el Vedado Tennis Club ( CSO ¨José Antonio Echeverría ¨), en el club Johny´s Dream ( después se le llamó ¨El Río ¨ ) al lado de la desembocadura del río Almendares y en algunas zonas de Marianao y Miramar. En Centro Habana, Lawton, Luyanó,, Regla y Guanabacoa, etc..,casi siempre había que bailar casino si uno quería bailar en las fiestas. Cómo grupos de rock recuerdo a: Los Pacíficos, Los Kent, Los Jets, Los Gnomos, Los Walkers y otros que se me escapan de la mente.  Recuerdo un memorable ¨mano a mano¨entre diferentes grupos de rock en El Naútico en 1971 ó 1972.

En https://en.wikipedia.org/wiki/Beaker_Street  se lee:

Beaker Street in Cuba

The KAAY nighttime signal was so strong that young people in Havana City and in other places in Cuba were able to receive it clearly. In the late 1970s, music sung in English was restricted by the Communist Government. Cuban radio stations were allowed to devote only about 20% of their time broadcasting music sung in English, so many young people used to listen American radio stations as a response to that limitation, and the KAAY was one of the most popular. Today young people from those years still remember the DJ announcing "Beaker Street... an underground music service from KAAY, Little Rock, Arkansas..."[5]

Pero realmente la  censura y la mayor persecución de la música rock norteamericana fue en la primera mitad de la década de los años 60 y hasta 1966 ó 1967; después de esos años la música era tolerada ypero los admiradores de ella eran mirados con recelo y tildados  de ¨penetrados por el enemigo¨  a los que había que vigilar  muy cercanamente.

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Noches de radio en Arkansas

Al llegar al exilio, los primos del autor de este artículo, residentes por largo tiempo en Miami, no comprendían cómo era posible escuchar música estadounidense en una Cuba bajo el comunismo

Por Jorge Dávila Miguel
Miami
27/06/2016

Muchos años más tarde, mis primos no se lo podían creer. Cómo sabía yo tanto de música americana. Creedence Clearwater Revival, Serendipity Singers y los Blood, Sweat &Tears. Y mucho menos entender cómo pude disfrutar tanto aquellas trompetas sonando a contratiempo, un jubiloso adolescente en las serenas madrugadas de La Habana.

Ellos habían salido para Miami en el 59… y yo claro, me quedé allí. No comprendían cómo yo podía escuchar música bajo el comunismo. ¿Pero no te mandaban a los trabajos forzados? Yo le contestaba que sí, que había ido a las escuelas al campo y al trabajo productivo, pero que en realidad había tiempo para todo. Para recoger boniatos y para escuchar la KAAY de Little Rock; sobre todo cuando las noches en El Vedado pasaban por el firmamento muy claras y el silencio del poquísimo tráfico en mi calle junto al éter permitían que cualquier señal desde tan lejos nos llegara tan maravillosamente bien.

¿Quién era yo en aquellas noches? No sabía si seguía ajustando mi vieja grabadora Grundig, si vivía físicamente por instantes en aquellos lugares de ensueño desde donde llegaba la música, o tenía que irme preparando para la guardia del comité.

Y así crecí, así me formé: presionado entre las placas tectónicas de un proceso revolucionario que lo mismo te prometía la gloria que te trituraba el corazón; ácido de escaseces, queriendo aprender en la universidad, soñando y cumplimentando tanto las tareas urgentes de la revolución como las propias de mi sexo, porque se podían hacer las dos.

Admiraba a los cubanos que se habían marchado al exilio, eran trabajadores, emprendedores, más libres y hablarían el inglés. A mi llegada a Miami les agradecí que nos hubieran abierto el camino a los que llegamos después. Aún se lo agradezco. A esos cubanos que tuvieron que “morder el cordobán” para abrirse paso. Que habiendo dejado sus mansiones o sus comodidades tuvieron que venir a Miami y empezar de nuevo, ya sea porque fueran batistianos, porque le habían intervenido los negocios o porque se habían exiliado “buscando libertad”.

Pero lo que no les comprendo bien a algunos de ellos es su pretencioso sentido de abolengo. De mirarse mejor que los demás. De haberse atribuido para siempre el primer premio del dolor y el drama nacional. Aquí todo el mundo puso un muerto señores, y en algunos casos pusimos hasta dos. Tanto aquí, como allá. Son como otra clase dirigente, autodenominada propietaria principal del honor y el destino nacional. Americanizada ––es entendible–– pero que a veces no sabe muy bien a quien servir.

Me prometí, en cuanto llegara a Miami, visitar la sede de la WQBA, una de las mágicas estaciones radiales de aquel tiempo. Nunca fui. Así de ingrato es el hombre. Algo te salva la vida, o te la hace más hermosa. Mientras pendes de su hilo le prometes todo, lo veneras, como a un cuerpo enamorado, para olvidarlo enseguida cuando ya no es importante. A veces se ve todo más claro cuando uno mira hacia atrás, como yo ahora a aquellas noches.

Cada risa, cada lágrima, cada deseo y cada sueño que he tenido por mi vida y mi país están en alguna parte de mi alma, intactos. Es honorable haberlos tenido, tanto en el acierto, como en el error. Agradezco mucho a este país haberme acogido, y a los cubanos que llegaron antes que yo, pero nunca podré amarlo, como mis primos, más que al mío.

Ahora vivo en Estados Unidos y nunca más logré escuchar de nuevo aquel maravilloso sonido en las noches de Arkansas. Tal vez sea simplemente porque se nos fue la juventud.

Referencias:

    Creedence Clearwater Revival: https://www.youtube.com/watch?v=Gu2pVPWGYMQ
    Blood, Sweat & Tears: https://www.youtube.com/watch?v=VKuqaZ0DQtk