Michel Suárez: Juan de la Caridad García, arzobispo de La Habana el obispo socialista
Recuerdo cuando el izquierdista Don Pedro Casaldáliga, Obispo de Sao Félix do Araguaia. Brasil fue a finales de los años 90s o principios de los 2000 al Obispado de Pinar del Río hablando bien de la obra social de la Revolución Cubana; Dagoberto Valdés y otras personas del Obispado pinareño lo invitaron para ir a ver la miseria en Pinar del Río y NO quiso ir a verla. Prefería vivir engañado que abrir los ojos; cuando Don Pedro Casaldáliga dió su conferencia tampoco quiso responder preguntas de la audiencia pública, algo que era habitual en esas actividades del ya destruido ( por el Obispo Serpa al poco tiempo de tomar posesión de la Diócesis) Centro de Formación Cívica y Religiosa de la Diócesis de Pinar del Río, pues tal parece que tenía miedo de que las preguntas de los presentes le mostraran la cruda realidad sobre los logros de la Revolución Cubana que realmente debe llamarse: Dictadura Totalitaria Cubana. Ahora tenemos en la Arquidiócesis de La Habana a un arzobispo que ha visto y sufrido las falta de libertades, la miseria moral y espiritual que el Socialismo real Castrista ha traido al pueblo cubano así como la miseria material que pide un Socialismo que nunca ha existyido: un Socialismo con progreso. Un arzobispo que no desea admitir que en Cuba hay realmente un CAPITALISMO MONOPOLISTA DE ESTADO y que ningún Socialismo ha llevado al progreso espiritual de ningún pueblo donde este se ha impuesto.
Madrid
30 de Junio de 2016
Abiertamente, en su primera entrevista, el "pastor que huele a oveja" decidió tomar partido por el lobo. Juan de la Caridad García, nuevo arzobispo de La Habana, desea que en Cuba "no haya un capitalismo, ni nada por el estilo, sino que el socialismo progrese".
Luego matiza, y anhela lo "bueno que pudieran ofrecer varias partes, ir hacia delante, en una sociedad más justa y equilibrada".
En el Palacio de la Revolución, el castrismo ya reflexiona sobre qué nueva migaja regalarle por su generosa declaración a la agencia Asociated Press (AP). Sin ser castrista, el nuevo prelado capitalino quizás ha hecho la declaración más castrista de la Iglesia Católica cubana en muchísimo tiempo, descontando las perlas de monseñor Carlos Manuel de Céspedes.
Ni siquiera Jaime Ortega, su excéntrico predecesor, se atrevió a llegar tan lejos. A lo sumo, llamó delincuentes a los opositores y entronizó el término "prisioneros" (a secas), para referirse a los encarcelados por motivos políticos. En conclusión, "en Cuba ya no hay presos de esos que usted dice…".
¿Acaso sabe monseñor García qué es el socialismo? ¿Se refería al cubano, al "del siglo XXI", a la socialdemocracia europea o al engendro chino-vietnamita? Ciertamente, hay muchas maneras de entender el socialismo, y cada una encierra una significación completamente distinta.
Al arzobispo podrían hacérsele muchas otras preguntas sobre su declaración de intenciones, pero ahora solo anoto una más: ¿Qué significa exactamente que el socialismo cubano "progrese"? ¿Que la gente viva mejor, pero bajo la misma dictadura?
La Iglesia Católica en el camino más cómodo
La Iglesia cubana ha decidido tomar el camino más cómodo. En nombre del tacto y la discreción, no hace declaraciones polémicas en beneficio de la reprimida ciudadanía, pero sí favorables al régimen. Los intereses particulares de Roma, por encima de los intereses generales de la nación. Solo la evangelización importa, aunque eso signifique apostar por la continuidad del sistema político que ha arruinado el país, asesinado a cientos de compatriotas y enviado al exilio a millones de cubanos. Y todo eso, con la aquiescencia del papa peronista.
Al escuchar al arzobispo de La Habana, me vino a la mente el histórico discurso de monseñor Pedro Meurice ante el papa Juan Pablo II en 1998: Juan de la Caridad García acaba de hacerle una enmienda a la totalidad.
En la plaza Antonio Maceo, y frente a Raúl Castro, el entonces arzobispo de Santiago responsabilizó al marxismo-leninismo por la represión contra la Iglesia y presentó al papa polaco "a un número creciente de cubanos que han confundido la Patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido en las últimas década y la cultura con una ideología".
La clave aparece en otra frase de García: "No se puede vivir en el pasado". Barack Obama abordó el mismo tema en el Gran Teatro de La Habana, pero en sentido contrario. Dos maneras de entender para qué sirve la historia.
Pedro Meurice y Adolfo Rodríguez deben estar revolviéndose en sus tumbas ante estas palabras de García. Y Ortega Alamino, lleno de gozo.
El Papa Pío XI en la Encíclica “Divini Redemptoris” definió al comunismo marxista como “intrínsecamente perverso, y no se puede admitir que colaboren con el comunismo, en terreno alguno, los que quieran salvar de la ruina la civilización cristiana”.
En el mismo documento, el Papa Pío XI denuncia que se realiza en favor del comunismo “una propaganda realmente diabólica como el mundo tal vez nunca ha conocido”. Esa propaganda echa mano no sólo de la mentira sino también de la simulación, del trabajo de zapa y hasta de la introducción de Caballos de Troya ideológicos. Así, por ejemplo, los revolucionarios, “con diversos nombres que carecen de todo significado comunista, fundan asociaciones y publican periódicos cuya única finalidad es la de hacer posible la penetración de sus ideas en medios sociales que de otro modo no les serían fácilmente accesibles”.
De igual forma el Papa Pío XII autorizó a la Congregación para la Doctrina de la Fe a excomulgar a cualquier católico que militara o apoyara al Partido Comunista. Antes de excomulgar a los comunistas, Pío XII había señalado en su correspondencia con el presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt el peligro que la Iglesia veía en la expansión de la Unión Soviética, y había combatido su ideología. Después de la guerra, el Santo Oficio condenó el comunismo marxista el 1 de julio de 1949 y excomulgó a sus seguidores.¨
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