Justicia efectiva y garantista: un bien que los cubanos no poseen. Waldo Fernández Cuenca desde Cuba: sobre la corrupción en la sociedad cubana, especialmente en el sistema judicial
Por Waldo Fernández Cuenca
La Habana
24 de Octubre de 2016
Antes de convertirse en abogado independiente, Julio Ferrer Tamayo desarrolló una larga carrera como juez y abogado en el sistema judicial cubano. Durante esos años (1988-2004), Ferrer pudo constatar el poco apego a la ley y las continuas prácticas corruptas que sacudían a la administración de justicia en el país.
Por ahí comenzó la decepción de Ferrer Tamayo con el régimen castrista, hasta que en el 2005 lo expulsan de Bufetes Colectivos, la única entidad permitida para que un ciudadano contrate los servicios de un abogado.
El resto ha sido el enfrentamiento constante de Ferrer Tamayo contras los desmanes de las autoridades. Este jurista accede a contar sus experiencias y opiniones sobre la corrupción en la sociedad cubana, especialmente en el sistema judicial, un cáncer que impide un acceso equitativo e imparcial de los ciudadanos a la justicia, y que dificultará en el futuro la transición de la Isla hacia un verdadero Estado de derecho.
A lo largo de tu carrera como jurista, ¿a cuántos y qué tipos de corrupción te has enfrentado?
La corrupción a la que mayormente me he enfrentado es a la corrupción institucionalizada. La que viene de arriba hacia abajo. Mientras trabajé en el Sistema de Tribunales, en reiteradas ocasiones las autoridades superiores siempre conminaban a los subordinados a violar la ley con un argumento cualquiera que podía ser "el bien de la Revolución" o el "bien de la sociedad", todo en nombre de un supuesto beneficio social que no era tal como decían, sino que en verdad era para beneficiar a alguien en particular, que podía ser el hijo de un alto dirigente o un funcionario determinado all que querían proteger.
Cualquier manifestación de corrupción hace daño. ¿A tu parecer cuál es la peor o la más extendida en Cuba?
Pienso que la peor es, como comentaba antes, la corrupción institucionalizada. Existe otra, que es la corrupción en que el funcionario que labora en una institución, por determinados motivos personales o de lucro, comete un acto de corrupción para beneficiar a alguien y con el beneficio a esa persona también beneficiarse él. Esta es más fácil de combatir y eliminar. Mientras que la corrupción institucionalizada es muy dañina, ya que las máximas autoridades de un organismo dan indicaciones para violar la ley o proteger a alguien con fines oscuros.
¿Me puedes mencionar ejemplos concretos?
Un buen ejemplo es mi propia vida. Lo he sufrido en carne propia. La primera vez que me involucran en un delito que no cometí, y por el cual cumplí ocho meses de privación de libertad del 2005 al 2006, fue indicada desde las máximas instancias de la administración de justicia, según contó el juez del Tribunal Militar Región Oeste Arnel Proenza Rizo, quien confesó en privado (y yo me pude enterar) que la orientación era sancionarme a toda costa y que esa orden se la había dado el presidente del Tribunal Supremo.
Hice la denuncia en su momento a la Asamblea Nacional, y aún hoy no ha tenido respuesta.
Mi caso no es un caso aislado. En la administración de justicia en Cuba generalmente ocurre así. Los procesos judiciales obedecen a indicaciones de funcionarios de las más altas instancias, y las decisiones de los jueces responden a esas orientaciones y no a lo legislado.
¿Cómo ves el estado actual de la corrupción en el país?
Creo que la corrupción en el país, progresivamente, ha ido en aumento y se ha convertido en un fenómeno cotidiano en la vida del cubano.
Mi afirmación está respaldada por lo que dicen las propias autoridades responsables de detectar y combatir el flagelo, pues en junio de este año tanto la ministra de Finanzas y Precios Lina Pedraza como la contralora general Gladys Bejerano señalaron en una reunión del Consejo de Ministros (fue divulgado por la prensa oficial) las evasiones al fisco en el primer semestre del año. Se manejaron cifras de 102 millones de pesos cubanos y otra de miles en moneda convertible.
La Contralora señaló las dificultades que tenían en su trabajo con las propias autoridades y administrativos, que muchas veces son los que obstaculizan la labor de auditoría y control interno porque precisamente ellos son personas corruptas.
¿Cuáles crees que son las principales causas de la corrupción judicial en Cuba?
Muchas personas creen que una de las principales causas de la corrupción en el país vienen dadas por las carencias económicas, yo creo que más que las carencias económicas, un elemento imposible de desconocer y mencionar, este fenómeno está extendido debido a la indolencia de los funcionarios ante la solución de los problemas que plantean los ciudadanos.
La otra causa es el estado de impunidad de que gozan las autoridades y el frecuente irrespeto a la legalidad socialista por parte de los funcionarios estatales.
¿Cómo crees que se podría combatir y penalizar la corrupción en su más amplio sentido?
El Código Penal vigente tiene estipulado varias figuras delictivas para enfrentar el fenómeno de la corrupción como el cohecho, el enriquecimiento ilícito, la malversación, entre otros. En 2009 se creó la Contraloría General de la República, con el objetivo de combatir este fenómeno mediante la Ley 107, que respalda la creación de este órgano y da una definición de la corrupción administrativa tan presente y extendida hoy en el sector estatal.
Pero esa ley tiene una laguna fundamental, y es que deja fuera de cualquier responsabilidad penal a los funcionarios más altos de la Administración Central del Estado como la Fiscalía General de la República, el Tribunal Supremo y el Consejo de Estado y de Ministros.
Al dejar fuera de su competencia a todos estos funcionarios, esto genera el estado de impunidad muy grande y comienza la corrupción al más alto nivel.
¿Cómo valoras el daño que provoca la corrupción en el sistema judicial cubano?
Es sumamente funesto y fatal para la misma supervivencia del sistema en un momento crucial como este. El propio Fidel Castro lo reconoció en 2005, cuando expresó que "la corrupción podía acabar con la Revolución" o las frases de Raúl Castro cuando la equipara con la "contrarrevolución".
La corrupción tiene un poder letal que va minando a las instituciones, incluso a aquellas más sólidas.
Especial consideración merece la corrupción judicial, y no solo lo digo por el hecho de ser jurista, sino porque considero que en un país que no se respete la legalidad no puede avanzar en ningún sentido. Si los primeros que violan la Constitución y las leyes en Cuba son las autoridades judiciales, es muy difícil que el resto de los ciudadanos respete y cumpla lo establecido.
Considero que el bien más difícil de obtener para los cubanos de a pie es la justicia efectiva y garantista. Si no se profesa el respeto a la ley por todos, una sociedad no puede alcanzar el desarrollo. Y eso es un caldo de cultivo ideal para la corrupción.
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