Un nuevo catauro para emigrantes
Por Francisco Almagro Domínguez
Miami
28 de Marzo de 2017
La televisión cubana estrenó el 11 de marzo La otra guerra, una serie sobre la contienda civil (1960-1966) que tuvo lugar en la parte de central de la Isla, e involucró a miles de víctimas. Como suele pasar con la propaganda política, la serie parece carecer del imprescindible balance entre el bien y el mal, y tiene un sustancial desapego por la verdad histórica: los "bandidos" siguen siendo quienes se alzaron contra el régimen comunista; la guerra civil continúa llamándose "limpia del Escambray", como si de asear un reducto maloliente se tratara.
Creer que la democratización de la información y el tiempo han hecho que quienes viven en la Isla puedan tener una apreciación justa de aquellos días puede ser un error garrafal. No habrá para "vasito de leche" ni para pan "por la libre", pero la dieta de antihistoria y maniqueísmo político está y estará garantizada. La mayoría de nuestros compatriotas tiene una visión parcializada del pasado, y, como consecuencia, del futuro. Cual psicosis, sus criterios son irreductibles por la lógica de las evidencias.
Quizás por esa y otras muchas razones, sea necesario explicarles a los recién llegados, antes de cualquier trámite legal o aplicación laboral, que hay palabras y conceptos que en esta otra orilla no se dicen, o se entienden de una manera completamente distinta, incluso como una ofensa. Fernando Ortiz concibió el término catauro, una suerte de cesta rústica usada en el campo, como un diccionario para "traducir" criollismos de difícil comprensión para otros hispanoparlantes, o de otras lenguas.
Labor humanitaria, misericordiosa, sería leerle a cada nuevo emigrante cubano este nuevo catauro, especie de cartilla de antónimos. Por ejemplo, quienes vivimos en este país y en esta ciudad no somos gusanos, somos personas. Probablemente quienes llegan todavía llamen "escorias" a quienes vinieron por el Mariel: "Fulano vino con la escoria". Habría que hablar de los miles de cubanos que hace 50 años arribaron con lo que tenían puesto, o de quienes hace cuarenta vinieron apretujados en barcos llenos de locos y delincuentes. Ellos son los que han construido esta hermosa y pujante ciudad.
Tampoco Cuba era neocolonia de EEUU. En 1959 casi el 70% de la industria y el comercio cubanos estaban en manos de nacionales. Era una república, cuya independencia reconocida fue el 20 de mayo de 1902, y no un 1 de enero. Cuba fue un país que tuvo varios presidentes —algunos verdaderos héroes en la guerra de independencia—, Senado, Cámara y Corte Suprema, todos con luces y sombras, pero más luminarias que oscuridades porque llegó a ser una de las repúblicas más avanzadas del continente en la década del 50.
En las filas de la fuerte oposición al régimen de Batista hubo ricos, comerciantes, profesionales, obreros, campesinos y estudiantes. No fue una "lucha de clases". Ningún alto dirigente de la oposición armada al batistato era obrero o campesino. Y consta que en los primeros meses tampoco se habló de comunismo, de Lenin o de Marx. El pueblo cubano era raigalmente anticomunista. Para desgracia de los propagandistas, hay miles de pies de celuloide y cientos de páginas amarillas como pruebas incontrovertibles.
El catauro de antónimos debe incluir un capítulo dedicado a Playa Girón. Los llamados "mercenarios" eran jóvenes cubanos que no combatieron bajo la bandera de EEUU sino la de su patria, Cuba. Recibieron apoyo financiero y entrenamiento norteamericano. Pero, vaya caprichos de la historia, no ha habido una sola gesta contra un opresor en Cuba que no haya sido sufragada y apoyada desde territorio norteamericano, por obra u omisión. Aquí en Miami se respetan y veneran a los "invasores" de Playa Girón. Decir lo contrario es una ofensa a la memoria de casi un centenar de caídos en combate o en las prisiones.
Por último, es importante que el catauro o cartilla del visitante/emigrante a Miami, aclare que la "limpia del Escambray" fue una verdadera guerra civil en las montañas cubanas, y que el régimen desplazó poblaciones civiles enteras al extremo de la Isla, incautando todas sus propiedades. Una especie de "reconcentración" que parió los tristemente famosos "pueblos cautivos".
Hubo excesos de ambos bandos: fusilamientos expeditos, torturas, bombardeos indiscriminados. Muchos "bandidos" habían sido oficiales del Ejército Rebelde, campesinos que habían ayudado a las columnas invasoras en la toma de Santa Clara y otras ciudades en Las Villas y Camagüey. Por eso los combatientes del Escambray deben ser llamados "alzados".
La televisión cubana puede seguir haciendo todas las series de televisión que quiera mientras paguen con la indigencia material y espiritual de todo un pueblo. Una vez llegados los cubanos a esta tierra, deben saber que quienes están de este lado tienen el derecho y el deber de contar historias alternativas. Quienes pisan este suelo de pronto sabrán, como dijo Rabindranath Tagore, que la verdad no está de parte de quién grita más.
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