lunes, marzo 27, 2017

Ryancare. Una triunfal derrota del Presidente Donald Trump. pues ha quedado como un líder dialogante y moderado que ha sufrido un revés por confiar en los líderes de su propio partido, y los demócratas tienen que apechugar con un sistema que no funciona.

 (EN ESPAÑOL) El Presidente Trump habla sobre la ley de seguro médico (03/25/17)


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Tomado de https://laeratrump.com

La triunfal derrota de Donald Trump

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Trump ha quedado como un líder dialogante y moderado que ha sufrido un revés por confiar en los líderes de su propio partido, y los demócratas tienen que apechugar con un sistema que no funciona.
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Por Carlos Esteban
25 de marzo, 2017

Ha sido una catástrofe. Trump ha tenido que retirar el proyecto de ley de sistema sanitario tras no haber logrado los votos necesarios en el Congreso.

Ayer, el presidente Trump sufrió una ignominiosa derrota en el Congreso al rechazar los diputados el proyecto que debía sustituir el sistema sanitario obligatorio aprobado por Obama.

El proyecto, denominado informalmente RyanCare por su principal promotor, el ‘speaker’ republicano Paul Ryan, contaba con el respaldo expreso de Trump, quien dio luz verde a Ryan para que lo presentara en votación. Los demócratas están haciendo la ola, celebrando un triunfo que vale más que la caída de Michael Flynn o las películas de espías con que se han entretenido hasta ahora.

Si hay un punto en el que la campaña de Trump y el aparato republicano, entre tantos desencuentros y hostilidades, coincidían al ciento por ciento era en el de la derogación del Obamacare, el sistema sanitario híbrido aprobado por la anterior administración. Y, con el fracaso estrepitoso del RyanCare, el sistema sanitario de los demócratas parece estar aquí para quedarse.

Entonces, ¿por qué parece Trump tan contento? ¿Por qué apenas consigue disimular una sonrisa de oreja a oreja?

Veamos lo que gana Trump con esa aparatosa derrota.

Lo primero puede verse a las claras en el nombre oficioso del proyecto: Ryan. Paul Ryan ha sido una piedra en el zapato del presidente desde el mismo día en que presentó su candidatura a las primarias republicanas. El ‘speaker’, representante del aparato del partido -lo que se conoce como GOPe o ‘GOP establishment’-,  destacó a lo largo de la campaña por criticar acerbamente todas las declaraciones de Trump al mismo ritmo y casi con las mismas palabras que los ‘medios de prestigio’.

Pero Ryan, que se presentó en el ‘ticket’ de Mitt Romney como candidato a la vicepresidencia en las elecciones anteriores, estaba demasiado alto y era demasiado poderoso como para que el entonces candidato Trump, con una mayoría de ‘popes’ republicanos en su contra, pudiera eliminarlo. Tras la victoria, Ryan presentó a Trump la rama de olivo y ambos hombres hicieron las paces. Aparentemente.

Aparentemente, porque ni Trump olvida ni Ryan ha dejado de complotar para boicotear la presidencia del magnate inmobiliario. Y, ahora, opinan algunos observadores cercanos al presidente, Trump ha dado a Ryan cuerda suficiente para ahorcarse, por así decir.

Para empezar, para muchos era un misterio que el presidente respaldara públicamente un proyecto tan impopular, conocido sotto voce por muchos republicanos como ‘Obamacare 2.0’. Ya puestos, también era un misterio por qué un líder del que difícilmente puede decirse que la modestia sea su principal virtud dejara encantado que la iniciativa que había de coronar su obra recibiera otro nombre que el suyo.

Lo ha logrado, con la inestimable colaboración entusiasta de sus enemigos a muerte, la oposición demócrata. Por decirlo de un modo evidente, no ha sido el ‘TrumpCare’ el que ha salido derrotado, sino el ‘RyanCare’, o, lo que es lo mismo, Paul Ryan, cuyo futuro político queda completamente a merced de la magnanimidad del presidente. Ayer salió del Congreso derrotado, e incluso se negó a responder a los periodistas en las escaleras del Capitolio. Trump-1, GOPe-0.

Trump puede alegar siempre que puso todo de su parte, que respaldó el plan, que no puso pegas a ninguno de sus puntos clave. Sus enemigos se han hundido ellos solitos. Es el viejo principio napoleónico -¿o es de Sun Tzu?- de no distraer al enemigo cuando se está equivocando.

Trump llamó por teléfono al periodista del Washington Post Robert Acosta para una entrevista improvisada sobre la cuestión que Acosta transcribe en el diario. Repite hasta cuatro veces Trump “no culpo a Paul”, que es la manera más artera de dejar claro quién ha perdido. Por lo demás, y después de calificar a la prensa de “los tipos más mentirosos que hay”, ¿tendría algún otro sentido que el presidente tomase la iniciativa del llamar a un periodista del Post para alardear de su derrota? No casa demasiado bien con el personaje, ¿verdad?

Anulada, por el momento, la ‘oposición interna’ del Partido Republicano, queda la externa. Y aquí el panorama es aún mejor. El Obamacare es un desastre, lo fue desde el primer día, combinando lo peor del intrusismo y la imposición estatal con lo peor del capitalismo de amiguetes de la iniciativa privada, un puñado de gigantescas aseguradoras médicas que tienen clientela asegurada por ley. Y todo lo que siga funcionando mal con el Obamacare será culpa de los demócratas, no de Trump.

Trump ha quedado como un líder dialogante y moderado que ha sufrido un revés por confiar en los líderes de su propio partido, y los demócratas tienen que apechugar con un sistema que no funciona, cuando en el fondo de su corazón los líderes que dominan ahora el partido desearían un sistema de corte europeo, de pagador único.

¿Qué viene ahora? Esa es la parte más interesante de todo esto. Trump podría contentar al ala conservadora del partido diseñando un sistema de corte, digamos, más ‘liberal’, más en línea con los principios del libre mercado. Es posible, pero se me ocurre una alternativa más excitante. Permítanme especular.

Que el sistema sanitario americano no es precisamente uno de los logros de su democracia parece refrendado por unos datos de morbilidad y mortalidad que no se corresponden en absoluto con la riqueza del país o su renta percápita.

Son legión los observadores que consideran intolerable esta anomalía en la sociedad americana, tan bien surtida en otros muchos aspectos. Existen dos sistemas sanitarios públicos y gratuitos, Medicare para los mayores y Medicaid para las personas sin recursos.

Ahora, como se ha insistido en campaña, Trump no es un conservador al uso. Es otra cosa, y de hecho la gran oposición de su propio partido ha sido a todas las medidas trumpistas que enfurecen a bancos y multinacionales, como su lucha contra la deslocalización, su mano dura frente a la inmigración ilegal y, en general, sus políticas proteccionistas.

Trump está en una situación ideal para universalizar Medicaid. Bueno o malo, discutible o no, un sistema sanitario público y gratuito se ha convertido en todo Occidente en una carta política ganadora: una vez en pie, ningún electorado consiente que político alguno lo ponga en duda. Por lo demás, con una maniobra así ganaría por la mano a los demócratas, yendo más lejos que ellos en lo que, supuestamente, es su terreno.

Habrá que esperar y ver.
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ALGUNOS COMENTARIOS DEJADOS

Ryan no sirve para el cargo, y eso se sabe desde que no pudo ni con Joe Biden en las elecciones del 2012. El tipo no solamente es un comemierda, sino que lo luce.
Realpolitik

1 Comments:

At 3:44 p. m., Anonymous Realpolitik said...

Ryan no sirve para el cargo, y eso se sabe desde que no pudo ni con Joe Biden en las elecciones del 2012. El tipo no solamente es un comemierda, sino que lo luce.

 

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