Rafael Azcuy González.: Todos los cubanos víctimas de los Castros.
Por: Rafael Azcuy González.
28 de julio de 2017
Los que se opusieron abiertamente a la tiranía sufrieron o penas de muerte por fusilamiento o largas condenas en las ergástulas castristas, donde muchos perdieron sus vidas. Otros no tuvieron otra alternativa para escapar de sus garras que el exilio forzoso y atravesar el Estrecho de la Florida. Los menos pudieron asilarse en embajadas extranjeras. Miles y miles de vencidos de la anterior dictadura fueron ejecutados sumariamente sin el menor apego a la ley. Casi siete años duró la guerra civil por todo el país de los alzados contra el gobierno de los de Birán: miles de muertos de ambos bandos, fusilamientos masivos, desplazamientos forzosos de familias del Escambray reconcentradas a distantes lugares del país; cientos de infiltrados fusilados iso facto; los caídos de ambas partes en la gesta de Girón; los ametrallados en el mar o hundidos; las víctimas de las misiones internacionalistas tanto cubanos como de disímiles países involucrados en las contiendas.
La tiranía castrista dejó tres opciones a los cubanos: quedarse en Cuba y apoyarla; adaptarse al sistema, aunque no fuera de su agrado y luchar contra ellos o irse del país. La mayoría al principio apoyó incondicionalmente al sistema por la inteligente manipulación, las medidas populistas y la mentira, la engañosa reforma agraria, la autoridad con la que se invistió a los nuevos chivatos, ahora en los CDR y las milicias con grados, fusiles y revólver al cinto, que llegaron al extremo de pedir a coro fusilamiento para sus compatriotas, como mismo hicieron en su tiempo los voluntarios españoles contra los estudiantes de medicina..
Todos somos las víctimas de ese régimen que nos impusieron los hermanos orientales: negaron las elecciones, no restablecieron la Constitución del 40, presunto primer objetivo del llamado Programa del Moncada, impusieron la pena de muerte, la libreta o cartilla de racionamiento, prohibieron viajar al exterior. Hicieron a las familias romper para siempre con los familiares que abandonaban el país; negaron a Dios, a los creyentes y a sus iglesias. Solo se podían estudiar las carreras “que necesitaba el país”, comer lo que te ofrecían ellos, leer la literatura y la prensa permitidas al igual que con la radio y la televisión: esa fue la Isla de la Libertad como la nombraron los rusos, “(…) esa isla larga y hermosa pero tan desgraciada” como la describiera con absoluta certeza Ernest Hemingway quien vivió en ella 22 años de su vida.
Los que se quedaron en Cuba y apoyaron la dictadura también fueron sus víctimas porque aprendieron a odiar, a dividir y a chivatear y ese odio los enfermó y les hizo infelices. Al final casi de sus vidas comprobaron con tristeza que los hermanos los utilizaron como animales de carga y tiro y no les dieron la mano, abandonándolos a su suerte en los tiempos difíciles del llamado período especial del que ya la Isla no saldría jamás: los Castros querían a los que tenían dólares y no a los que solo dinero cubano.
La historia necesariamente tendrá que recoger el extensísimo martirologio en la lucha contra los Castros, apoyados éstos por la segunda potencia mundial de la época, que no ha tenido paralelo en ningún país latinoamericano ni en muchos de todo el mundo. Asesorados directamente por los criminales del mayor asesino del orbe, José Stalin, los aprendices castristas ejecutaron todo el trabajo sucio: los mayores horrores y atrocidades concebidos por la maldad humana contra los miles y miles de compatriotas, hombres y mujeres indefensos que se pudrían entre las mazmorras de la llamada revolución. Ahora estos torturadores profesionales del MININT son los que asesoran también a los represores del pueblo venezolano y los obligan a disparar sobre los estudiantes.
No puede negarse que esta segunda generación de cubanos luego de los Castros fue conciliadora en su gran mayoría con el régimen. Los terribles acontecimientos vividos por nuestros padres conllevaron a tratar de evitar a todo trance que sus hijos se involucraran en acciones contestatarias contra el régimen despiadado
Hoy, un puñado de valientes, procedentes de esta segunda generación , muchos ya sin el abrigo de sus padres que se han ido, han emprendido el camino de la disidencia y la lucha pacífica, son los nuevos luchadores de la libertad quienes en desigual batalla acusan al régimen día a día ante el mundo y desafían a sus cárceles y a la muerte: Paya, Zapata, Poyan, Antúnez, Bicent, Rodiles, Soler, gracias a su ejemplo y a su abnegación tendrá que llegar el día en que los cubanos, uno a uno, salgan a las calles y poco a poco se conviertan en un mar de pueblo indetenible que exija al maldito sobreviviente de Birán que se vaya para siempre.
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