Alberto Roteta Dorado: Honduras, entre un posible fraude electoral y una crisis política.
Por Dr. Alberto Roteta Dorado
5 de diciembre de 2017
Santa Cruz de Tenerife. España.- Han pasado más de siete años del golpe de estado que tuvo lugar en Honduras mediante el cual se expulsaba del poder a Manuel Zelaya, hecho que fue mostrado en Cuba y otros sitios de Latinoamérica a través de ciertas fuentes noticiosas que tergiversaron la realidad del suceso. La televisión oficialista venezolana mediante su canal Telesur se encargaba de ofrecer una visión muy a su forma del presidente Zelaya, quien pretendía perpetuarse en el poder – como lo han querido hacer muchos de los líderes de Latinoamérica–. La televisión cubana transmitía en vivo los sucesos de aquella nación de la que nada se sabía. El régimen hizo del hecho un verdadero espectáculo, y como era de esperar se culpaba al "imperialismo" de una posible intromisión.
Los estudiantes hondureños que por aquellos tiempos cursaban sus estudios de medicina en Cuba fueron obligados a pasarse la noche “en vela” haciendo honores a un acontecimiento que a ellos les resultaba indiferente; pero había que cumplir con las orientaciones de los comunistas cubanos que perdían de esta forma a un aliado en Centroamérica, a pesar de su postura centroderechista como representante del Partido Liberal de Honduras.
El partido del gobierno hondureño con el apoyo de ciertos sectores empresariales y el propio ejército protagonizó las acciones que exitosamente lo sacarían del poder. Zelaya violaba la constitución hondureña que no admite la reelección. No obstante, los estatutos directivos de la carta magna fueron modificados en abril de 2015, lo que le dejó el camino libre a Juan Orlando Hernández para una reelección a un nuevo período consecutivo, toda vez que la Corte Suprema de Justicia ratificó la enmienda y el Congreso rechazó la posibilidad de convocar a un plebiscito. Setenta diputados votaron a favor de que el mandatario pudiera reelegirse, en tanto 55 se inclinaron por mantener la prohibición, por lo que se concluyó que no procedía la consulta popular bajo la modalidad de plebiscito.
Así las cosas, Juan Orlando Hernández logró por vías legales –a pesar del cuestionamiento que se le ha hecho ante la inadmisibilidad de poder modificar el artículo 239 de la constitución de Honduras de 1982 que establece la prohibición de la figura de la reelección presidencial, las iniciativas para legalizarla e incluso la promoción de esta– lo que Zelaya no obtuviera, y que a cambio forzaría la ley constitutiva de la nación, lo que fuera el detonante para el golpe de estado de 2009.
Pero como ya todos sabéis, los líderes Latinoamericanos de estos tiempos le han cogido el gusto a las presidencias y Juan Orlando Hernández, representante del Partido Nacional de Honduras, independientemente de su orientación de derecha y de su postura nacionalista conservadora, no es la excepción. El aun joven abogado hondureño asumió el poder en 2014 y se supone que lo concluyera – de no haberse modificado la constitución– el 27 de enero de 2018; pero se postuló para un nuevo período frente a su principal contrincante Salvador Nasralla, candidato de la Alianza Opositora contra la Dictadura, Luis Zelaya, por el Partido Liberal, Isaías Fonseca, por el Frente Amplio, entro otros candidatos presidenciales.
Por estos días en Honduras la situación política es bien difícil. Un gran caos originado a partir de una inexplicable demora para conocer definitivamente los resultados del escrutinio de sus recientes elecciones del pasado domingo 26 de noviembre se percibe en todo el país.
Las dudas sobre la transparencia del proceso eleccionario son cada vez mayores, toda vez que resulta inadmisible el silencio de las autoridades del Tribunal Supremo Electoral, TSE, las irregularidades durante el proceso de escrutinio, y ante todo, que el sistema colapsó más de una vez para luego invertir los resultados a favor de Hernández; elementos que han servido como fundamento para la especulación acerca de un posible fraude electoral.*
El viernes 1 de diciembre el panorama en las calles de Tegucigalpa era preocupante. La policía militar nacional tuvo que intervenir y los manifestantes llegaron a enfrentarse a las fuerzas policiales. Fueron saqueados varios comercios en San Pedro Sula y otras importantes ciudades del país. El vandalismo se apoderó de algunos lugares de negocios en el propio centro de la capital, y lo peor, se han reportado varios muertos y numerosos heridos relacionados con los disturbios.
Ante la ola de violencia que se expande por todo el país el gobierno decretó toque de queda para guardar el orden, algo que ha sido interpretado por Salvador Nasralla, candidato de la Alianza Opositora contra la Dictadura, como un golpe de estado. El decreto oficial anuncia que el estado de sitio se extenderá por diez días a partir de la fecha y que durará de 6:00 de la tarde a 6:00 de la mañana. A partir de las once de la noche del viernes entró en vigencia el toque de queda a pesar de las afectaciones que esto originaría en ciertos sitios de marcado interés turístico.
A una semana de las elecciones, Honduras no conocía a su nuevo presidente. El Tribunal Supremo Electoral, TSE, la máxima autoridad electoral en este país, había contabilizado alrededor del 95% de los votos de los comicios del domingo 26 de noviembre guardando silencio del veredicto. De igual forma ha estado procesando unas 1.006 actas con inconsistencias ante observadores nacionales e internacionales, así como con representantes de los dos partidos representativos, Alianza de Oposición y Partido Nacional.
La reñida contienda se ha concentrado en Nasralla y el actual presidente, Juan Orlando Hernández, quien busca su reelección, y quien según las opiniones de algunos analistas es quien mejor pudiera asumir la presidencia del país. Desde el domingo 26 de noviembre ambos candidatos se declararon ganadores. Sin embargo, el TSE hasta este lunes, 4 de diciembre, no dio los resultados definitivos a pesar de las protestas y las múltiples manifestaciones convocadas por la oposición.
Según los resultados emitidos este lunes por el organismo electoral, con el 99,89 por ciento del global de las actas electorales procesadas, el Partido Nacional de Honduras obtuvo 1, 411, 517 votos (lo que representa un 42,98 por ciento del total), mientras que la Alianza de Oposición de Salvador Nasralla recibió 1, 359,170 votos (41,39 por ciento), quedando para el candidato Luis Zelaya solo 483,784 votos (14,73 por ciento).
El antiguo presidente Manuel Zelaya, ahora representante del Partido Libertad y Refundación (LIBRE) acaba de convocar a un paro general en el país como protesta a lo que considera un gran fraude electoral contra Nasralla, representante de Alianza Oposición, según algunas referencias, el verdadero ganador de los comicios.
Así andan las cosas por Honduras, un país de Centroamérica del que apenas se dice nada; pero como dijera José Martí, nuestra América es una, desde el Bravo hasta la Patagonia, y excluir naciones y desconocer el acontecer político y social de otras nos hace cómplices de una indiferencia que demuestra, en última instancia, un inexplicable egoísmo y una apatía por lo que en realidad debería unirnos, más allá de una idea teórica, en una real praxis continental.
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