Tomado de https://www.cubaencuentro.com
Vigencia de la institucionalidad de la República de Cuba en Armas
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En todos los casos, la Constitución sirvió como estandarte de lucha y contribuyó a la unidad de las fuerzas independentistas
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Por Moustafa Hamze Guilart
Sao Paulo
15/01/2018
Asamblea y Constitución de Guáimaro
Algunos activistas de la oposición del interior de Cuba han asistido a cursos en Europa del Este para tratar de aprender “como tumbar el comunismo”. Estas enseñanzas pueden contribuir al desarrollo de la democracia de Cuba, siempre que tengan presente que todos esos regímenes implosionaron, a lo cual las fuerzas prodemocráticas contribuyeron, jugando papeles trascendentales en los momentos finales y posteriores al desmoronamiento, en la medida en que estaban más organizados.
En nuestro caso, se hace necesario, especialmente, conocer cómo nuestros antepasados enfrentaron situaciones de dominio semejantes para sacar las experiencias y adaptarlas a las condiciones actuales en la lucha por la democratización de Cuba. En este sentido son significativos el uso de instituciones y constituciones que contribuyeron decididamente a la lucha por la independencia.
Se reconocen siete constituciones cubanas relacionadas con la independencia, las de Joaquín Infante, Narciso López, Guáimaro, Baraguá, Jimaguayú, La Yaya y la de 1901
El estudio de las mismas y especialmente las de la República de Cuba en Armas puede ser una herramienta importante que nos ayude a la instauración de la democracia en la Cuba actual. Veamos las características y algunos significados de estos procesos constitucionales cubanos en las luchas por la independencia.
Asamblea de Guáimaro (1869)
Reunión cumbre de los patriotas cubanos alzados en armas en Oriente, Camagüey y Las Villas que sesionó entre el 10 y el 12 de abril de 1869 en el poblado de Guáimaro, jurisdicción de Puerto Príncipe.
Se realizó con el objetivo de lograr la unidad revolucionaria entre los patriotas alzados en esas tres regiones donde, con el fragor de la guerra, habían surgido tres gobiernos, dos banderas y tres mandos militares, y aunque todos proclamaban la independencia, tenían diferentes puntos de vista que debían ser unificados en una Asamblea de Representantes, que también debía dotar a la naciente República de Cuba en Armas de un gobierno central y una constitución vigente para todo el tiempo que se prolongara la guerra.
Constitución de Baraguá (1878)
Se promulgó el 15 de marzo de 1878 como resultado de la protesta realizada por el Mayor General Antonio Maceo Grajales. Estaba compuesta por 6 artículos a partir de los cuales se establecía un Gobierno Provisional compuesto de cuatro ciudadanos, otorgándosele al mismo un carácter provisional. Además, las facultades de dirigir la guerra se le otorgaba a un general en jefe. En los artículos 3 y 4 se refrendaba jurídicamente la esencia de la Protesta de Baraguá: El Gobierno queda facultado para hacer la paz bajo bases de la independencia.
Asamblea de Jimaguayú (1895)
El 24 de febrero de 1895 se reinicia la guerra independentista en Cuba y nuestros mambises deciden crear una constitución y elegir la forma de gobierno que se implantaría en la Cuba liberada. El 13 de septiembre de 1895, en las sabanas camagüeyanas de Jimaguayú, se reunieron los 20 delegados que elaborarían la constitución y elegirían el presidente de la república en armas.
En las discusiones, análisis y votación predominaron los criterios políticos y militares por encima de las posiciones regionales, lo cual mostraba una mayor toma de conciencia y cultura política en los hombres del 95. En esta guerra, el contenido político nacional aparece como factor esencial de la lucha armada del pueblo cubano por la independencia.
Constitución de la Yaya (1897)
La última de las constituciones mambisas se promulga el 29 de octubre de 1897. Más completa que las anteriores, incluye una parte dogmática que contempla los derechos individuales y políticos, omite el cargo de General en Jefe del Ejército, cuyas funciones asume el Consejo de Gobierno, consolidando la organización de un poder colegiado de carácter civil y desarrolla conceptos que sólo se esbozaban en Guáimaro.
Esta constitución sólo rige un año debido a la derrota de España completada con la ayuda de EEUU.
Asamblea Constituyente (1901)
A pesar de que la Constitución de 1901 no fue parte de la República de Cuba en Armas se puede considerar como parte del proceso constitucional independentista, por ser el resultado final de todo el devenir histórico institucional iniciado en Guáimaro en 1869.
El 24 de noviembre de 1900 quedó conformada la Asamblea con una Mesa Directriz encabezada por Domingo Méndez Capote, como presidente, Juan Ruíz Rivera y Pedro González Llorente, vicepresidentes, y Alfredo Zayas y Enrique Villuendas, secretarios. El grupo republicano y el villareño, en mayoría y muy cohesionado, tenía un enorme peso en esta elección y sus decisiones serían de gran influjo en los debates.
El 21 de enero se aprobó un Proyecto de Base dividido en 25 secciones, para su discusión definitiva. Varios fueron los puntos polémicos, como la invocación a Dios en el preámbulo; la distribución del poder; relaciones entre la Iglesia y el Estado y las atribuciones del poder local.
En todos estos casos, la Constitución sirvió como estandarte de lucha, contribuyó a la unidad de las fuerzas independentistas y proyectaba la presencia de un gobierno independiente del existente dependiente de España.
Para los libertadores como dijera Fernando Ortiz: “las constituciones (…) fueron, como el escudo, la bandera y el himno de Bayamo, un símbolo de nación libre”.
Los cubanos actuales, podríamos aprender de ese proceso y crear las instituciones que den lugar ya la nueva constitución democrática por la cual luchar. Esta nos puede servir para integrar a toda la oposición y disidencia democrática, de dentro y de fuera, tener un estandarte común de lucha y hasta crear un gobierno alternativo que concentre el apoyo externo y capitalice el descontento interno. Mecanismos e instituciones democráticos que se convertirían a la vez en diques para otros autoritarismos, sectarismos y caudillismos y convertirse en la compuerta abierta a la libertad y la democracia plena de los cubanos para el logro de sus aspiraciones individuales y colectivas.
No se trata de reproducir la organización y la estructura jerárquica de la República de Cuba en Armas, lo que se buscaría es la institucionalización en la lucha por la democracia y paralelamente concretar la educación y preparación para la democracia que los cubanos necesitan para un futuro cada vez más cercano y para el cual evidentemente no estamos suficientemente preparados.
Mientras en la República de Cuba en Armas fue utilizado como método de lucha fundamental la vía armada quedando simbolizada por el uso masivo del machete mambí, como señal de los viejos tiempos, actualmente debería ser usado únicamente el método de lucha pacífica vía institucional, el cual quedará simbolizado para la posteridad por el uso masivo de Internet, el machete de los nuevos tiempos.
La institucionalidad que pretendemos no puede ser un obstáculo para el desarrollo de las diferentes plataformas políticas y civiles, cada una con sus agendas y variedad de métodos democráticos y pacíficos de actuación, sean de desobediencia civil, el periodismo independiente o mediante el arte contestario y militante, junto a otros grupos de la sociedad civil independiente tales como, activistas contra la discriminación racial, de género, de opción sexual, activistas que traten de vincularse al actual sistema electoral cubano, sindicalistas, agrupaciones culturales, asociaciones de trabajadores privados o cooperativistas y ambientalistas entre otros.
O sea, la canalización institucional en nuestras condiciones actuales más bien debe de posibilitar un mayor desarrollo de las distintas plataformas prodemocráticas en un marco de integración con plena libertad de implementación de sus agendas específicas en un clima de debate, consenso y diálogo, hasta parlamentar la democratización de Cuba, el establecimiento de un Estado de derecho con sus poderes independientes garantes de la constitución democrática y sus leyes complementarias.
Si el castrismo quiere reformar su constitución para posibilitar el inicio de reformas políticas, la Constitución que hagamos desde la oposición y la disidencia, deben marcarle el paso.
Nosotros los demócratas cubanos, tanto si somos de izquierda o centro como de derecha, debemos continuar por la vía institucional que históricamente siguieron nuestros próceres en la lucha por la independencia de Cuba.
Un parlamento cubano, que puede surgir del proyecto ParlaCuba, con Internet como vía fundamental de comunicación e intercambio, puede ser el vehículo idóneo para impulsar la democratización de Cuba por la vía institucional ya que permite que confluyan todas las fuerzas prodemocráticas cubanas tanto del interior de Cuba como de la diáspora, sin ningún compromiso ni presión de grupos políticos y\o ideológicos, que no sea su compromiso con la democratización de Cuba, ya asumido en sus agendas o en sus acciones.
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