Alberto Roteta Dorado: México. ¡Cuidado con la izquierda!
Por Dr. Alberto Roteta Dorado.
Santa Cruz de Tenerife. España.- Hace unos días reiteré la idea de la decadencia de la izquierda en Latinoamérica, e insistí en la situación específica de Colombia, nación que está próxima a celebrar unos comicios que serán determinantes – como en varios países de la región– para la definición de una postura política que le permitirá salir adelante a pesar de las grandes adversidades sociopolíticas a las que se tendrá que enfrentar el nuevo mandatario electo, o por el contrario, perecer en medio de un caos siguiendo los pasos de Cuba y Venezuela.
Recordemos que el gran dilema colombiano consiste en las pocas opciones – al menos con un mínimo de decoro– que tienen los ciudadanos para decidir quién los pudiera representar y conducir durante el próximo período presidencial. Gustavo Petro, procedente de la izquierda, y lo peor, sus antecedentes que lo vinculan, aunque fuera en el pasado, a las FARC, continúa en la preferencia, mientras que Iván Duque es el candidato que le hace la contrapartida toda vez que representa a la derecha más radical, y quien único podría salvar a Colombia de las garras del comunismo.
Pero dejando a Colombia a un lado, no por quitarle un protagonismo que merece en el contexto latinoamericano actual, sino porque abordé detenidamente su situación en el escrito La izquierda latinoamericana, una grave amenaza para la región,http://baracuteycubano.blogspot.com/2018/03/alberto-roteta-dorado-la-izquierda.html pasemos a analizar lo que pudiera ocurrir en breve en otras naciones de esta controversial región en la que varias de ellas tendrán o han tenido ya sus comicios.
México tendrá sus elecciones presidenciales el primero de julio de 2018, lo que constituirá el evento de mayor trascendencia de las últimas décadas, por cuanto en el marco de los comicios tendrán lugar paralelamente elecciones locales en 30 de los 32 estados de la República, así como la selección de los representantes para cargos y puestos parlamentarios – 128 senadores, miembros de la cámara alta del Congreso de la Unión, tres por cada estado de la República, electos de manera directa, y 32 por una lista nacional, así como 500 diputados federales, miembros de la cámara baja del Congreso de la Unión– .
México presenta un panorama político no tan sombrío como el de Colombia. No obstante, hay varios elementos en común entre ambas naciones, entre los que sobresale el hecho de que en México, como en Colombia, el primer lugar lo ocupa lamentablemente, según las últimas encuestas, un representante de la izquierda.
Se trata de Andrés Manuel López Obrador por el Partido MORENA, (Movimiento Regeneración Nacional), movimiento considerado en sí dentro de la línea de la socialdemocracia y el “progresismo”, por suerte, al parecer sin lazos, al menos estrechos, con el Socialismo del siglo XXI; pero de cualquier modo, suponiendo que ganara los comicios, no deja de ser una amenaza que pone en una situación de extrema vulnerabilidad a México.
El promedio de sondeos ubica a López Obrador en el primer puesto con el 38% de los votos, lo que demuestra que logra mantenerse en la cúspide de la popularidad si analizamos los resultados de un sondeo de solo un mes atrás realizados por la casa especializada Buendía & Laredo y publicada por el diario El Universal, en que obtuvo el 32% de los votos.
Actualmente le sigue Ricardo Anaya (29%) y José Antonio Meade (24%). Se ha reducido ligeramente la ventaja del líder de Morena porque su rival más cercano, el candidato de Por México al Frente, sube dos puntos en las últimas semanas, antes de que se intensificaran las acusaciones en su contra por corrupción. En cambio bajan los independientes, que ocupan el cuarto y el quinto lugar, Margarita Zavala (6%) y Jaime Rodríguez Calderón (3%). Esta secuencia en la popularidad se ha logrado mantener no solo para López Obrador, sino de modo general para el resto de los primeros lugares.
Pero más allá de estas cifras hemos de detenernos en la calidad de los candidatos, los que lamentablemente representan a partidos y movimientos que, si bien no podemos considerarlos de una izquierda radical al estilo de los hermanos Castro de Cuba o de Hugo Chávez y Nicolás Maduro de Venezuela, los que influenciados por los viejos esquemas del fracasado socialismo europeo del pasado siglo XX llevaron a sus naciones a verdaderos estados de aniquilación y subsistencia, no se apartan definitivamente del gran mal de estos tiempos.
Y es justamente esto lo que constituye una grave amenaza para México y para la región, por cuanto, no tenemos la certeza de las reacciones futuras de aquellos que de una u otra forma han bebido, aunque tal vez poco, en las fuentes del marxismo y del comunismo.
Ricardo Anaya, quien mantiene un segundo lugar desde hace varias semanas es el representante de un frente formado por Partido Acción Nacional, PAN, de tendencia derechista y el Partido de la Revolución Democrática, PRD, de posición izquierdista. Mientras que José Antonio Meade, quien ocupa el tercer lugar, representa al histórico y tradicional Partido Revolucionario Institucional (PRI), movimiento que se autodenomina de centroderecha y con tendencias neoliberales, corporativistas y centralistas, pero de modo significativo está afiliado a la Internacional Socialista, entidad que agrupa no solo a los socialistas radicales, sino además a socialdemócratas y laboristas, pero de cualquier modo mantiene nexos con la izquierda.
Así las cosas, este es el panorama preelectoral mexicano, el que transcurre – como en toda campaña– entre acusaciones a unos y promesas de otros; pero en la incertidumbre ante el peligro inminente de que puedan resurgir focos de un socialismo remanente que no llegó a extinguirse definitivamente en la región.
En México, como en Colombia, tal vez la incultura política de sus pobladores los hace manipulables por aquellos que de manera despiadada los utilizan para sus posibles triunfos, de otro modo no estarían apoyando con tanto ímpetu a candidatos de tendencias izquierdistas.
De cualquier modo las opciones han sido pocas, el tiempo para los comicios se va acercando, la popularidad de unos crece de modo significativo, mientras que el futuro nacional y regional pudiera estar demasiado comprometido a partir del mal metastásico del caduco socialismo latinoamericano. .
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