Alberto Roteta Dorado: Socialismo Vs. Capitalismo en nuestros días. ¿Realidad o utopía? Primera parte.
Por: Dr. Alberto Roteta Dorado.
Santa Cruz de Tenerife. España.- Algunos filósofos y teóricos de nuestros días consideran que el gran dilema socialismo versus capitalismo perdió su vigencia en estos tiempos. No obstante, esta sentencia no debe ser asumida en su total literalidad toda vez que la derrota definitiva del sistema socialista en las naciones de Europa Oriental en las que se diseminó desde la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, si bien trajo consigo una nueva etapa en la realidad de estas naciones y en la historia universal, no significó precisamente que el gran mal se erradicara en su totalidad.
El temor a desaparecer es algo tan arraigado al hombre como a cualquier ser viviente, y aun en mayor escala a centros de evolución, en los que la ciencia actual ha podido demostrar en algunos de ellos una lucha por subsistir a pesar de ser centros prácticamente muertos en los que “la vida” se ha retirado, o al menos, lo que se considera vital ha dejado de tener su razón de ser temporalmente, y esto es aplicable al hombre, cuyos gérmenes se hallan en dimensiones temporo-espaciales inconmensurables sujetos al mega-accionar de tales dimensiones.
Pero dejando a un lado estas consideraciones filosóficas traídas no por dogmatismo, ni con fines propagandísticos de esta rama del saber un tanto olvidada, sino como necesario elemento teórico que puede explicarnos el por qué todos nos aferramos a continuar existiendo, tratemos pues de retomar el asunto de la posible desaparición del dilema socialismo/capitalismo.
No podemos afirmar categóricamente esta hipótesis mientras queden residuos de aquel mal que cual mortífera epidemia se propagó vertiginosamente por gran parte del mundo. La existencia de múltiples movimientos de tendencia izquierdista y de varios partidos socialistas – por muy debilitados que pudieran estar en el presente– es una prueba de esa lucha por continuar existiendo.
De la misma forma en que todos los procesos y cambios que tienen lugar en el universo repercuten y se reflejan en el hombre como microcosmos, toda actuación humana en el orden individual ejerce su acción en todo el acontecer humano colectivo, ya sea en lo social, lo político, lo económico, lo cultural o lo ético.
Esto significa que mientras exista en la mente de algunos grupos de hombres aquello que se denominó en el pasado socialismo, por ley lógica, habrá actividad – aunque sea efímera y relativamente insignificante en el presente– en el orden social en relación con grupos y tendencias de este tipo.
De ahí que los seguidores de Marx, de Stalin, de Lenin, o de Trotski no se acaban de dar por vencidos y de manera cíclica – también siguiendo patrones de leyes universales*– pretenden renovarse, aun conociendo que ya su fin es una realidad y que cualquier renovación desde la apariencia los conducirá inevitablemente al fracaso.
Marcha por el centro de Moscú convocada por el Partido Comunista de Rusia para conmemorar el centenario de la Revolución Bolchevique de 1917. El Kremlin se mantuvo al margen de la efeméride sin organizar nada oficial; pero mientras exista una exigua minoría aferrada a un pasando el comunismo estará presente, y esto hace vulnerables a muchas naciones del mundo.
Las acciones aisladas de tuvieron lugar el pasado año en Rusia por motivo del centenario de la llamada Revolución de Octubre – independientemente de que el gobierno oficial de Rusia no se hizo eco de estos actos– constituyen ejemplos concretos de esta lucha por una inexplicable supervivencia que carece de sentido toda vez que la demostración del fracasado sistema es un hecho real e innegable de la historia contemporánea.
Así las cosas, el debate actual adquiere dimensiones diferentes, surgiendo entonces la confrontación entre aquellos que se trazan como meta poder realizar verdaderos cambios contundentes de progreso en el mundo – dejando a un lado la terminología tradicional de capitalistas, de derecha, neoliberales, etc. – y aquellos que se aferran al no rotundo hacia políticas neoliberales mediante el encasillamiento en el populismo más acérrimo – donde se sitúan las organizaciones sociales populares, los partidos de izquierda y las organizaciones políticas que hacen vida bajo la bandera del socialismo y el comunismo, quienes son los grandes detractores de la tendencia neoliberal; sin que escapen ciertos sectores críticos del capitalismo, que ven en el neoliberalismo un marcado matiz de tipo imperial y corporativista–.
Esto último se puede comprobar de modo muy ilustrativo en algunas naciones de América Latina a las que llegó de manera tardía un socialismo modificado bien distante de los fracasados engendros estalinistas y con muy poco de basamento teórico en los preceptos de Marx – muchas veces desconocidos dada la ignorancia política y filosófica de los líderes regionales que asumieron con entusiasmo la propuesta chavista–; pero de cualquier manera algo muy parecido a un socialismo, aunque penetrado de modo muy agudo por un populismo de adecuación al contexto latinoamericano en el que la desigualdad, subculturización, sometimiento, tradiciones caudillistas, sumisión, corrupción, tradicionalismo, entre otros aspectos, conforman un excelente caldo de cultivo para la germinación de la idea socialista con su fuerte dosis de promesas a desposeídos y apariencia de darles a los “oprimidos” un protagonismo que más tarde utilizan, más que como remedio social, como venganza individual.
En una céntrica esquina cercana a la Plaza Weyler en la remota isla de Tenerife, Islas Canarias, en las cercanías de las costas del noroeste de África, podemos apreciar el remanente del gran mal que de manera latente logra subsistir esperando para hacer de las suyas.
De modo que el gran dilema socialismo/capitalismo puede verse como un hecho del pasado en Europa, región donde no logró sobrevivir y hasta el presente ninguna de las naciones que se despojara del gran mal ha dado muestras de posibles retrocesos, y donde además, los movimientos y partidos de izquierda están francamente debilitados; pero no en el caso de América Latina, región a la que por desgracia llegó muy tardíamente, pero llegó, y llegó no para quedarse; pero si para intentar sobrevivir a pesar de su demostrado fracaso en todo sentido.
Los casos de Venezuela y Bolivia, y en menor medida Nicaragua, constituyen ejemplos paradigmáticos de ese remanente vestigio, cuyos regímenes dictatoriales en su lucha por la subsistencia no les ha importado asesinar, reprimir, encarcelar y hundir en la peor de su crisis económica – en el caso particular de Venezuela– a sus pueblos.
Por suerte para la región aquellas naciones cuyos líderes políticos siguiendo al perverso de Hugo Chávez impusieron a sus pueblos el socialismo modificado a la usanza latinoamericana se salieron a tiempo del influjo comunista. Brasil con Lula Da Silva primero y luego con Dilma Rousseff,
* Todo en el universo está sujeto a leyes, dentro de las que se destaca sobremanera la ley cíclica o de la periodicidad, según la cual las cosas se expresan o dejan de hacerlo en virtud de un ritmo periódico originador de ciclos de actividad y reposo. Esto es aplicable tanto al universo, como a un sistema solar y en menor escala al hombre y a todo su acontecer.
(Continuará)
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