¿UNIÓN PARA QUÉ? Y ¿APOYAR A QUIÉN?
Por Esteban Fernández
19 de marzo de 2018
¿Saben ustedes cuanto tiempo hace -y cuantas veces- que yo he escuchado la frase: “Ya es hora de que los cubanos nos unamos”? Posiblemente dos a tres mil veces en 60 años. Esa es una falacia, una utopía, una fantasía echada rodar y creada en los laberintos más oscuros de la Seguridad del Estado de Cuba. Porque lo único que logramos con eso es desilusionarnos.
Al principio, cuando todos aquí éramos anticastristas agresivos, guerreros y violentos, yo respondía con verdadera y patriótica emoción: “¡Sí, es cierto, debemos unirnos!”
Ahora yo, muchísimo más cujeado y desencantado, pregunto con la más sincera de las ironías: “Oye, ¿unirnos para qué?”
Sí, mis amigos porque desde hace como 40 años yo no escucho a nadie proponer: “Vamos a unirnos todos para atacar con todos los hierros a la tiranía”. Eso no existe, ni es posible, ni es lógico. Por lo tanto, todo lo demás yo me lo paso por el forro de los cojines.
Ahora algunos de los guerreros están viejos, achacosos, y son una minoría, y la inmensa mayoría lo que quiere es vivir bien, gozar y visitar a Cuba como turistas.
Entonces, repito: ¿Unirme con quienes y para qué? Aquí, ahora, hay muchos que quisieran que nos uniéramos todos para ir a ver a los Van Van o a aplaudir al equipo de pelota de los Industriales.
La otra “podrida” actual es: “Debemos apoyar a todos los que digan que van a hacer algo pacificamente en contra del castrismo”. Y si están dentro de Cuba los que prometen eso entonces CASI ES UNA OBLIGACIÓN AUPARLOS. No apoyarlos -nos dicen- comiendo bisté de palomilla en La Carreta es un crimen de lesa humanidad.
Y yo pienso y respondo: después de haberme pasado casi 50 años en California cooperando con cientos de esfuerzos, asistiendo a mil actos, fajándome en las calles contra los comunistas, apoyando a Alpha 66, al CID, a la Junta Patriótica, a la Fundación Cubano Americana, al Jure, junto al Rece, con el Poder Cubano, con los Comicios Libres, con Abdala, con La Voz de Cuba, con La Juventud Cubana de L.A., me parece que eso me da el derecho a estas alturas de darle de lado a cuanta comemierdería considere una pérdida de tiempo. Me importa tres pepinos si es producida en Hollywood o en Guanabacoa.
Es decir, y para no gastarle más tinta a mi pluma de fuente: con los que merecen que esté unido con ellos unido estoy; y me reservo el derecho de no apoyar a nadie que ni ligeramente tiene en sus agendas lograr la total libertad de Cuba.
Como una vez me dijo José Duarte Oropesa: “El estar dispuesto a jugarme la vida por esta causa me da simplemente el derecho de escoger la compañía”. Y nunca he olvidado esas palabras.
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