jueves, junio 14, 2018

Alfredo M. Cepero: LOS PEREGRINOS AUGURIOS DE UN TSUNAMI DEMÓCRATA.


 LOS PEREGRINOS AUGURIOS DE UN TSUNAMI DEMÓCRATA.

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Y ya sabemos que "quienes viven de ilusiones mueren de desengaño"
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Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
Sígame en: http://twitter.com/@AlfredoCepero
12 de junio de 2018

La dirigencia del Partido Demócrata y sus apandillados en la prensa de izquierda vaticinan un Tsunami en las elecciones parciales del próximo mes de noviembre que arrasará con las escuálidas ventajas que disfrutan actualmente los republicanos en la Cámara y el Senado. Para ello cuentan con la intensidad de una militancia enardecida por la pérdida inesperada de las elecciones generales de 2016 y, principalmente, con la historia de las elecciones parciales en los Estados Unidos.

En tal sentido, las elecciones parciales son consideradas tradicionalmente como un referendo en el desempeño del presidente en funciones en ese momento. En las últimas 21 elecciones parciales, el partido del ocupante de la Casa Blanca perdió un promedio de 30 escaños en la Cámara y 4 en el Senado. De hecho, de los 18 presidentes entre William Howard Taft en las parciales de 1910 y Barack Obama en las parciales de2001, los partidos de solo tres presidentes en funciones ganaron escaños ya fuera en la Cámara Alta o en la Cámara Baja.

Los presidentes inmunes a esa maldición política y cuyos partidos ganaron escaños en las elecciones parciales fueron Woodrow Wilson en las de 1914, Franklin Delano Roosevelt en las parciales de 1934 y George W. Bush en las de 2002. Resulta paradójico que presidentes tan populares como Dwight Eisenhower, John Kennedy, Ronald Reagan y Barack Obama recibieran soberanas pateaduras en todas las elecciones parciales efectuadas durante sus respectivos mandatos.

Aunque todavía es temprano para cantar victoria por parte de ningún partido, porque en política un mes es una eternidad, veamos por donde andamos en este camino que conduce a las parciales de 2018. En el Senado, los republicanos tienen asegurados 42 escaños que no serán discutidos en las próximas elecciones. Los demócratas, por su parte, cuentan solamente con 23 escaños seguros porque no irán a elección.

Bien simple para que lo entendamos todos, los demócratas tienen que ganar 28 escaños para lograr los 51 que les permitan controlar el Senado. Los republicanos solamente 9. Desde mi perspectiva, los republicanos no sólo mantendrán el control del Senado sino aumentarán el margen en por lo menos dos o tres escaños.

En la Cámara de Representantes la situación podría ser de mayor peligro para los republicanos. Tal como ocurre cada dos años, la totalidad de los 435 escaños de la Cámara Baja irán a elección el próximo mes de noviembre. Según un estimado promedio de tres organizaciones acreditadas, solamente 48 de los 435 podrían cambiar de partido. Para lograr el control de la Cámara con 218, los demócratas tienen que arrebatarle 24 escaños a los republicanos sin perder uno solo de los 194 que controlan en la actualidad. Posible pero muy difícil según me propongo demostrar en las líneas que siguen.

Una de las mediciones que utilizan los expertos para predecir resultados electorales en los Estados Unidos se conoce como 'la boleta genérica'. La misma consiste en la preferencia expresada por los votantes de emitir su voto por candidatos de uno u otro partido sin especificar nombre alguno. En diciembre del año pasado, los demócratas disfrutaban de una ventaja de 13 puntos sobre los republicanos en la medición de la boleta genérica. El mes pasado esa ventaja se había reducido a 5 puntos, en una tendencia que parece continuar favoreciendo a los republicanos.

Otro factor de importancia en las próximas elecciones será la tasa de aprobación del presidente. Donald Trump ganó las elecciones de 2016 con una tasa de aprobación inferior al 40 por ciento. En abril de este año su tasa de aprobación superaba el 44 por ciento. En vez de erosionar su tasa de aprobación, tal como ocurre con la mayoría de los gobernantes, su desempeño como presidente le ha ganado simpatías. Imagínense cuanto mayor sería el nivel de aprobación de Trump de no estar sometido al fuego concentrado del Procurador Especial Muller, la izquierda parcializada de la prensa y el odio desenfrenado de los demócratas.

Otro elemento favorable a los republicanos es que, según un promedio de una docena de encuestas, el 43 por ciento de los norteamericanos considera que el país se desplaza en la dirección correcta. En octubre de 2016, bajo la presidencia de Obama, solamente el 29 por ciento de los norteamericanos consideraba que el país se desplazaba en la dirección correcta. La diferencia habla por sí sola.

Comparemos ahora la agenda de los dos partidos con vistas a las próximas elecciones. Aunque han decidido ocultarlo hasta pasadas las elecciones, los demócratas propone enjuiciar (impeach) políticamente al presidente. Cinco congresistas ya han presentado artículos de enjuiciamiento y una encuesta arroja que el 70 por ciento de la base del partido apoya dicho juicio.

Siguiendo la miserable estrategia de la resistencia, ningún miembro del partido votó a favor de la reducción de impuestos. La multimillonaria hipócrita Nancy Pelosi calificó la medida como unas 'migajas' que no ayudaban a la clase media. Algo igualmente despreciable hizo esta desarticulada bruja cuando defendió a los sicarios de la 'Mara Salvatrucha 13' frente al calificativo de 'animales' con que los calificó el presidente Trump.

En su incontrolable odio contra Donald Trump, los demócratas en el Comité de Relaciones exteriores del Senado dicen que el presidente no está bien preparado para llevar a cabo las negociaciones con Kim Jong Un. Llegan al extremo de preferir un mundo bajo la amenaza nuclear de un tirano alucinado antes que el triunfo del presidente en sus conversaciones sobre desnuclearización de la península coreana. Eso anda entre el síndrome de desequilibrio mental y la traición a la patria.

Y en el colmo de las hipocresías, los demócratas critican a Trump por desmantelar el nefasto e infame Acuerdo Nuclear de Obama con los clérigos iraníes. Un acuerdo que Obama no llevó al congreso para elevarlo a la categoría de tratado porque sabía que hasta los demócratas se opondrían. Ahora, el llorón de Chuck Schumer ha declarado que los iraníes no han violado las condiciones del acuerdo. Y el zurdo de Dick Durbin se llenó la boca para decir que la cancelación era un error 'de proporciones históricas'. Ninguno de los dos habla con conocimiento de causa sino motivados por politiquería barata.

Frente a todo este basurero político esta la transparencia y la firmeza de Donald Trump. Un hombre que tiene no solo un mensaje de prosperidad y esperanza sino una lista de promesas cumplidas. Ha dado un fuerte impulso a la economía con su reducción de impuestos y la eliminación de regulaciones que ahogaban al pequeño negocio. Ha logrado la meta increíble hace un año de que hoy haya más empleos que desempleados. Ha nombrado a centenares de jueces y un magistrado del Tribunal Supremo que defienden los valores tradicionales de los Estados Unidos.

En lo internacional, ha desarticulado en un 90 por ciento el aparato terrorista de ISIS y llevado a la mesa de negociaciones al orate de Corea del Norte. Ha puesto fin a la extorsión de los fundamentalistas iraníes. Ha puesto en marcha una política comercial internacional que tiene como prioridad el beneficio de los obreros de los Estados Unidos. Con ello acabó con la compra de lealtades de países que confunden la tolerancia con debilidad y la generosidad con estupidez. Dijo en su campaña 'América Primero' y lo ha cumplido a cabalidad. Y no ha construido el muro porque los demócratas y republicanos del pantano de Washington se le han atravesado en el camino.

Pero, a pesar de todos estos éxitos, Trump no es un hombre que se duerme en sus laureles. Les recuerda a sus votantes que no pueden bajar la guardia. Que una excesiva confianza les haría perder las elecciones parciales y tienen que votar con la misma militancia que en 2016 si quieren continuar con la hermosa tarea de engrandecer a América. Y encima de todo eso, es un político que disfruta haciendo campaña y hablando directamente a su pueblo. Ese el mayor obstáculo que confrontan los demócratas en su objetivo de apoderarse del Capitolio y de destruir a Donald Trump.

Dos días después de las elecciones el 10 de noviembre de 2016, en un artículo que titulé 'Testigo del Milagro', escribí: 'La esperanza nos ha llegado y yo estoy profundamente agradecido a mi Creador de que me haya concedido el privilegio de ser testigo de un milagro que hará más justo, libre y seguro al mundo en que vivirán mis nietos'. Algo muy similar podría ocurrir el próximo mes de noviembre cuando, una vez, mas, el carisma y el coraje de Donald Trump desafíen los patrones de la historia, derroten a la resistencia demócrata y se impongan a la maledicencia de la prensa de izquierda. Los peregrinos augurios de un Tsunami demócrata podrían convertirse entonces en una elusiva ilusión. Y ya sabemos que "quienes viven de ilusiones mueren de desengaño"

6-12-18