viernes, enero 11, 2019

Nicolás Águila: El día que me reconcilié con el bolero

Nota del Bloguista de Baracutey Cubano

Me encantaba y encanta  mucho la música rock aunque no todo lo  de antes ni de ahora de esa música; no me gusta el heavy metal y para mí lo mejor de Elvis Presley está  en números  como Words, Love Me TenderIt´s Now or Never  o The Wonder of You. No me  gusta el Jazz y sin embargo me gusta  el blue y el soul, pese a que  el rock, el blue,y el soul están realacionados con el Jazz.  El género del bolero siempre me gustó salvo cuando mis hermanas, que eran mayores que yo y en edad casadera, me aburrían oyendo a Lucho Gatica en un programa radial  con canciones romántica cantadas por él,  pero NUNCA  me ha gustado  eso que llaman feeling salvo algunas de sus joyas. Me gustaba mucho oir a Orlando Contreras, Ñico Membiela (más que a Orlando Vallejo), el dúo de Tejedor y Luis,un largo  etc. hasta llegar a Manolo del Valle entre los cubanos. El puertoriqueño José Feliciano primero y después el  puertoriqueño-mexicano  Luis Miguel  revivieron  el bolero.

Mi música preferida para bailar era el rock aunque bailaba ¨casino¨ dadas algunas circunstancias...; NUNCA  me gustó  ¨bailar  rueda¨ aunque la bailé en alguna que otra fiesta (por aquello de que ¨un par de .,.. halan más que una carreta¨)  y hasta en una  actividad cultural.

Yo mismo oia el rock por la WQAN y la KAAY, que bailaba Mozambique que me metía los lunes en Radio Progreso cuando tocaba la Orquesta Aragón.

También  es muy cierto que  determinadas circunstancias personales  hacen que canciones (de cualquier tipo de música) que uno ha oido más de mil veces,   las escuche como si fuera por primera vez,    pues en esa ocasión  revelan   un mensaje de tal  profundidad que NUNCA había sospechado siquiera que eso pudiera suceder realmente.

 Elvis Presley - Words


Los Ángeles  - Lo Mucho Que Te Quiero


Tom Jones - Without Love (Sin amor)



 Los Brincos - Lo que yo quiero.



Ñico Membiela ... "Cuatro Vidas - Mi Adios".




Luis Miguel - Toda Una Vida (compuesta por el cubano Osvaldo Farrés, condenado al ostracismo en Cuba por la dictadura Castrista)



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Luis Miguel - Júrame



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El día que me reconcilié con el bolero

Por Nicolás Águila
10 de enero de 2019

La fiebre rockera que arrasó a mediados de los años 60 no escatimó expresiones de desprecio hacia la música tradicional. Igual que en España hallaban hortera al flamenco, o cafona a la samba en el Brasil, en Cuba los jóvenes le poníamos al bolero la etiqueta de música chea. Es decir, música anticuada y fuera de onda.

Pero la juventud es apenas un trámite. Y a este "desengañado de bares y cantinas" también se le pasó su cuarto de hora y cayó de un bolerazo en la crisis de la mediana edad.

Corrían los años de la perostroika, y a la neurosis colectiva de una sociedad demencial se me añadía el drama personal de un amor con letra de bolero. Un "vendaval sin rumbo" que me había dejado "en las tinieblas de la noche y sin ninguna orientación", como un triste tejedor de lobregueces.

Tenía con qué y dónde, pero no tenía con quién. Y salí a la calle una tarde temprano dispuesto a tomar La Habana por asalto. Total que vine a terminar la noche a solas con mi añejo doble en un rincón de la cantina, al estilo Jalisco, oyendo al solista que animaba la penumbra del bar Las Cañitas con su voz de gallo ronco y sus buenas intenciones.

"A mí me pasa lo mismo que a usted / me siento sólo lo mismo que usted", me disparó a mansalva, directo a esa zona vulnerable que yo suponía a prueba de balas. Y me rodó un lagrimón en tiempo de bolero.

Se ha afirmado que si 'amor' no rimara con 'dolor' no habría poesía. Y esa noche de bohemia solitaria comprendí que tampoco existiría el bolero si 'amar' no rimara con el verbo 'penar' y con la palabra 'bar'.

Nada como la barra y la complejidad de la ruptura de la pareja para valorar la simplicidad del género de las perfidias, las gardenias y las noches de ronda.

Cuando la nostalgia sincopada de 'Tú me acostumbraste' te parte el alma en pretérito indefinido, no hay alternativa. Yo asumí mi cursilería en compás de dos por cuatro y con sabor a mí.