Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
He añadido a este artículo la Introducción al número 24 de la
revista Encuentro de la Cultura Cubana (Primavera 2002) de homenaje a
la República de Cuba (1902-1958) con la intención de que esa
introducción anime a los lectores a leer ese número de la revista y así
profundizar de manera más objetiva en el estudio de la vilipendiada
república cubana. Dicha Introducción está escrita por Jesús Díaz, ya
fallecido, entonces director de esa destacada revista y quien fuera un
destacado y teórico marxista (fue fundador y director de la revista Pensamiento Crítico)
y un entusiasta de la tiranía Castrista en sus primeras décadas; en
Cuba fue coguionista de un documental panfletario, de año de producción
1972, sobre la República de Cuba titulado ¡Viva la República!
en la que se vilipendia a la República de Cuba. Jesús Díaz tuvo la
valentía de rectificar públicamente su errada valoración sobre la
República. Para conocer más sobre Jesús Díaz pueden leer AQUÍ. Su hijo es el director del sitio Diario de Cuba.
No estoy de acuerdo con lo que escribió Jesús Díaz de llamarle
dictadura al período de (1933/1940) en que Batista era el hombre
fuerte detrás del poder. El concepto de dictadura va más allá que la
represión a terroristas ya fueran de La Joven Cuba o de los abecedarios, o a la represión de la huelga de trabajadores de marzo de 1935 (alentada a realizar actos violentos por los abecedarios)
o a la muerte de Antonio Guiteras (de la cual Batista siempre tuvo
pesar pese a que en tres ocasiones invitó a Guiteras a que dejara la
lucha; invitaciones a las que Guiteras respondió con secuestros,
bombas y atentados, incluyendo planes de atentado contra la vida de
Batista) cuando el venezolano Aponte comenzó a disparar contra la tropa
que por la delación de un amigo pinareño de la infancia y de la
adolescencia de Guiteras, se acercaba a El Morrillo a capturar a
Guiteras; en este blog hay un post dedicado expresamente cómo Batista quería evitar la muerte de Guiteras, mediante un mensaje a Guiteras con Ignacio Galíndez, un alto oficial amigo de ambos que fue miembro de La Joven Cuba, diciéndole que sabía donde se encontraba y que si se entregaba ocuparía una alta posición en el gobierno. Finalmente: la llamada a una Constituyente y el ejemplar
desarrollo del proceso eleccionario de los delegados a la Constituyente
de 1939 así como el desarrollo de los debates de la Constituyente (cuyo
resultado fue la Constitución de 1940) no se podían realizar bajo una
dictadura. Para este bloguista, ese proceso eleccionario y esa
Constituyente están entre los eventos más enaltecedores y ejemplares de
la pasada República de Cuba y dignos de tener en cuenta para la
construcción de la futura Cuba libre y democrática.
Presidentes de Cuba, incluyendo a la Pentarquía
En el libro La verdadera República de Cuba, escrito por el Dr.
Andrés Cao Mendiguren, uno de los mejores libros sobre la república
cubana (1902-1958 ) que se ha escrito (quizás el mejor de los que he
leido en mi vida), incluyendo la monumental obra en 10 tomos Historia de la Nación Cubana, aunque este último incluye el período colonial y llega hasta el año 1952, se lee:
¨Cabe
decir que aquellos pensamientos de 1913 expresaban una realidad porque
esa nación se alcanzó muy pronto en décadas posteriores, aunque en
1959 fue demolida por los que usurparon el poder, y ha sido
vilipendeada por una oleada de intelectuales comprometidos o
mediocres. El testimonio de ello es que Cuba ocupaba las primeras
posiciones en todos los renglones de los anuarios de las Naciones
Unidas para la América Latina. Y hay que reconocer que estos logros
tan destacados no se hubieran podido conseguir si nuestros
gobernantes, y a pesar de sus errores, no hubieran tenido interés y
acierto para resolver los problemas de la sociedad cubana, si nuestros
legisladores no nos hubieran dado una legislación avanzada y moderna, o
si el pueblo cubano no hubiera estudiado y trabajado para superarse.
El pueblo cubano era exigente y siempre aspiraba a lo mejor, pero
tenemos que acusarnos de un pecado, y es que cuando no lo lográbamos
plenamente, en vez de analizar los fallos y aplaudir lo logrado,
prodigábamos una crítica irresponsable.¨ (Cao, 2008, p. 87)
Lo que sucedió en Cuba fue lo que ya había advertido la Comisión
Truslow en las conclusiones de su informe al hacer un estudio, a
petición del Presidente Prío Socarrás, para la dinamización de la
economía cubana; veamos:
En 1950 la Misión Truslow, comisión
internacional solicitada al Banco Internacional de Reconstrucción y
Fomento (BIRF) por el gobierno presidido por el Dr. Carlos Prío Socarrás
para que hiciera un diagnóstico de la economía cubana y recomendara
medidas para dinamizarla, planteó, entre otras cosas, que Cuba debía
diversificar su economía teniendo al azúcar como punto de partida y que
Cuba poseía los recursos humanos, financieros y materiales necesarios
para ello salvo el combustible; alertó que la prosperidad bélica (II
Guerra Mundial y Guerra de Corea) había propiciado nuevos niveles de
vida para muchas personas y que el actual crecimiento económico no
satisfacía las necesidades de su creciente población y que si la
economía era incapaz de sostener ese nivel en tiempos menos prósperos,
sobrevendría una gran tirantez política (Zuaznábar, 19 y 20). Como
elemento conclusivo planteó:
¨Si los líderes se han descuidado
en prever esta posibilidad, la opinión pública los inculpará. Y si ello
ocurriera, el control podría pasar a manos subversivas y engañosas,
como ha ocurrido en otros países donde los líderes no se han dado cuenta
de las corrientes de estos tiempos. ¨ (Zuaznábar, 20)
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La República, tal como la cuenta hoy 'Bohemia'
Por Orlando Freire Santana
La Habana
3 de Abril de 2019
El palacio presidencial y el Parque Zayas en tiempos de la República de Cuba; después del 1 de enero de 1959 no ha habido República en Cuba: ha habido una Finca Castrista. El Parque Zayas fue demolido para construir el esperpéntico Memorial Granma, Imágenes y comentario añadidos por el bloguista de Baracutey Cubano.
Con motivo de conmemorarse el pasado año 2018 el aniversario 150 del inicio de las luchas por la independencia de Cuba, la revista Bohemia —ese remedo actual de aquella revista que antes de 1959 era orgullo de la prensa nacional— publicó en dos partes una síntesis de los acontecimientos más importantes del referido lapso.
La primera entrega apareció el pasado mes de octubre, y abarcó el periodo 1868-1901, es decir, la Colonia y la ocupación norteamericana. El segundo número, con fecha enero de 2019 y que trata el periodo republicano 1902-1958, llegó recientemente a manos de los lectores debido al proverbial retraso con que las publicaciones cubanas salen de la imprenta.
En esta ocasión vamos a referirnos a los artículos dedicados a la República, los cuales, por supuesto, fueron escritos con esa especie de ojeriza con que la cultura y la política oficialistas visualizan ese período de nuestra historia.
De acuerdo con el punto de vista de Bohemia, la República nació con una deformidad estructural debido al carácter monoproductor y monoexportador que adquirió su economía en el contexto de las relaciones con EEUU. Perjudicial también habrían sido las elevadas importaciones provenientes de la nación norteña.
Todos los presidentes republicanos —con la peor parte para Fulgencio Batista— fueron denostados por los articulistas de Bohemia (Estrada Palma fue un cicatero, José Miguel Gómez un as de los negocios turbios, Menocal mató a sangre fría, Zayas manejó mal los fondos públicos, Grau fue cínico y demagogo, Prío practicó la corrupción administrativa), mientras que en lo referido a la actuación de los partidos políticos, las palmas de Bohemia son para los comunistas cubanos.
En lo concerniente a la cultura, este recuento omite nombres y obras que no son del agrado del castrismo. Y, como era lógico suponer, se esbozan las andanzas de Fidel Castro previas a su toma del poder.
Sin negar el carácter controversial de los Tratados de Reciprocidad Comercial que Cuba firmó con EEUU, justo es consignar que la entrada preferencial del azúcar y el tabaco de la Isla en el mercado norteamericano le permitió a Cuba levantar una economía que había quedado devastada por la contienda de 1895. Además, Bohemia no menciona que durante casi toda la etapa republicana la balanza comercial cubana fue favorable —exportaba más que lo que importaba—, algo que jamás ha conseguido el castrismo con sus bienes exportables. Y sobre las importaciones cubanas provenientes de EEUU, hay que decir que contribuyeron a elevar el nivel de vida de nuestros consumidores, al extremo de que en 1958 Cuba era el sexto país del mundo en el promedio de automóviles por habitantes.
Los comunistas cubanos fueron tal vez los más camaleónicos de la etapa republicana. Por obedecer la estrategia sectaria indicada por la Internacional Comunista, se opusieron al Gobierno de los Cien Días encabezado por Ramón Grau San Martín y Antonio Guiteras, no obstante las medidas de beneficio popular adoptadas por este gabinete.
Después, al cambiar las directivas de Moscú, los comunistas se aliaron a Batista para las elecciones presidenciales de 1940, ocasión en la que Carlos Rafael Rodríguez ocupó una cartera ministerial. No olvidar tampoco que esos comunistas censuraron el asalto al cuartel Moncada, y solo mandaron emisarios a la Sierra Maestra cuando se vislumbraba el triunfo de las huestes de Fidel Castro.
Los articulistas de Bohemia, inexplicablemente, dejaron fuera a Jorge Mañach —esa cumbre de nuestra ensayística— al reseñar la cultura republicana. Claro, nunca le han perdonado sus críticas al giro hacia el comunismo que experimentó la revolución de 1959.
Sospechosamente, y al referirse al historiador Ramiro Guerra, solo tomaron en cuenta su obra de 1927 Azúcar y población en las Antillas, pero obviaron dos de sus libros posteriores —La industria azucarera de Cuba y Filosofía de la producción cubana—, en los que Guerra defiende la inserción de Cuba en la división internacional capitalista del trabajo.
Bohemia tampoco se dignó en reseñar los acuerdos y pactos que Fidel Castro firmó —y luego violó— con otras fuerzas políticas en aras de derrocar a Batista. Cómo olvidar, por ejemplo, el dinero aportado por el expresidente Carlos Prío Socarrás para la adquisición del yate Granma.
Este intento de la cultura oficialista de sintetizar los años en que Cuba vivió su República, en resumen, no hizo más que reafirmar la concepción castrista de la Historia: una visión del pasado que legitime a toda costa el presente.
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Por Jesús Díaz
Madrid
Primavera de 2002
Encuentro
dedica esta entrega a un monográfico en homenaje a la República
(1902/1959), cuyo centenario se cumple justamente el 20 de mayo de este
año. La fecha invita a meditar, no por seguir la aburrida práctica de la
servidumbre ante los aniversarios cerrados, sino porque resulta obvio
que el actual ciclo histórico que padece nuestro país está agotado desde
hace tiempo. La principal pregunta que tenemos delante los cubanos es
qué seremos capaces de crear después, y para intentar responderla
debemos empezar meditando sobre lo que hicimos antes.
La historia de nuestra isla puede dividirse en tres períodos. Colonia,
(1492/1902); República(1902/1959); y Castrismo, (1959/2 ... ). Solo
en uno de ellos —en la República, justamente—, pudimos intentar la
construcción de un Estado de derecho. Y ahí se encuentra, a nuestro
juicio, una de las claves principales del único futuro deseable: una
transición pacífica hacia la creación de un nuevo Estado de derecho en
forma de Segunda República.
Por eso dedicamos el Dossier de este homenaje monográfico al estudio
crítico del estado de derecho de la Primera República, fuente principal
de inspiración y aprendizaje para el ingente trabajo que tenemos por
delante. La República ha sido vilipendiada hasta la saciedad
mediante el eficaz procedimiento pavloviano de asociar sistemáticamente
su nombre a descalificaciones. Durante más de cuarenta años, en la
prensa, la radio, la televisión y la escuela el nombre de esta
institución jamás se escribió o se pronunció solo (como sí lo hizo
Eliseo Diego en un verso precisamente por eso espléndido, «Yo, que no sé
decirlo, la República»); en efecto, en los medios cubanos siempre se
alude a «la república neocolonial», a «la república mediatizada», o a
«la pseudo república», y durante años y años se repitió hasta el delirio
una pregunta retórica, implícitamente despectiva, «¿Qué república era
aquella?».
Esta demonización tiene un objetivo claro, inducir el desprecio
hacia lo que los cubanos fuimos capaces de hacer a lo largo de los
primeros cincuenta y siete años del siglo XX. En el fondo, ese
sentimiento inducido es el de un autodesprecio paralizante y atroz que
inhibe el juicio y nos dispone a la servidumbre. Pero si
analizamos con objetividad lo logrado durante la República, en menos de
seis décadas, debemos convenir que fue muchísimo y que debe ser motivo
de autoafirmación y orgullo crítico, sobre todo si tenemos en
cuenta que el experimento republicano se inició en un país devastado por
la guerra, heredero de más de cuatrocientos años de un régimen colonial
que no nos legó siquiera un ápice de tradición democrática.
De esta profunda raíz colonial, esclavista y militarista, nacieron las
más importantes sombras de la República, el racismo, el machismo y el
recurso a la violencia que nos trajo tres dictaduras comandadas por
militares populistas. La del general Gerardo Machado y Morales
(1925/1933) y las dos del sargento-coronel-general Fulgencio Batista y
Zaldivar (1933/1940 y 1952/1959), que tienen en común el haber
interrumpido el desarrollo normal del proceso democrático y propiciado
«soluciones revolucionarias» que a su vez degeneraron en dictaduras
militares, hasta la que padecemos hoy después de más de cuarenta años,
que enterró definitivamente a la República.
Otra circunstancia que complejiza la evaluación ponderada del ejercicio
republicano es la determinación del valor de las relaciones entre Cuba y
Estados Unidos en ese período. No es éste el lugar para tratarlas en
profundidad, desde luego, pero en todo caso habría que proceder a
desdramatizarlas recordando que en cada una de sus tres épocas
históricas los asuntos de Cuba han estado estrechamente vinculados a una
potencia colonial hegemónica. A España en la Colonia, a Estados Unidos
en la República, y a la Unión Soviética en el Castrismo. Resulta obvio
que las inevitables, complejas y contradictorias relaciones con las dos
primeras dejaron, a la postre, marcas definitivas e indelebles en la
cultura cubana, lo que no puede afirmarse con respecto a la última.
Más allá de sombras, contradicciones y tensiones cuentan los
resultados. Y lo cierto es que la República partió de una realidad
terrible en 1902 y que, como prueban varios de los trabajos que
publicamos, en 1959 la Cuba republicana estaba situada no solo entre los
primeros países de América Latina en muchos de los principales
indicadores de desarrollo económico, social y cultural, sino que también
superaba en algunos de ellos a países europeos como España, Portugal,
Grecia o la propia Italia. La Cuba republicana era una nación que acogía
inmigrantes —españoles, chinos, judíos, árabes, italianos, jamaiquinos,
haitianos—; la Cuba actual, en cambio, es desde hace años y años una
fuente inagotable de exiliados que emigran hacia los más diversos países
con la esperanza de encontrar en ellos lo que el nuestro les niega.
En el presente homenaje se combinan el análisis, el testimonio de
diversos actores, la pintura, y el humor que nos define y defiende. En
el provocador ensayo Indagación al choteo, Jorge Mañach fue muy
crítico con este último aspecto de la experiencia republicana; sus
argumentos son atendibles, sin duda, pero lo cierto es que el humor
político público desapareció por decreto de la vida nacional desde hace
más de cuarenta años y que esto no ha supuesto ninguna mejora en nuestra
conviencia; más bien todo lo contrario. La falta de humor no ha hecho a
la vida política nacional más seria sino simplemente más pesada.
Nuestro homenaje no está concebido como una hagiografía sino como
una reflexión crítica con diversos matices, destinada a que los lectores
extraigan sus propias conclusiones, que ojalá sean útiles en el futuro.
La Segunda República no será, no podrá ser, copia de la Primera, pero
tampoco podremos construirla sin tomar muy en cuenta la experiencia
acumulada durante los cincuenta y siete años de nuestro único
experimento republicano. Para terminar podríamos decir, parafraseando a
Winston Churchill, que la República fue el peor período de convivencia
democrática entre cubanos, si exceptuamos a todos los demás.
Etiquetas: Bohemia, cuba, cuba republicana, gobiernos, historia de cuba, república de cuba, revista Bohemia
1 Comments:
La Republica, tal como la cuenta hoy "Bohemia"........deje mi Isla en los mediados de los
1960 (fue cuando pude)......hoy no se si esta revista aun existe........pero la Bohemia que
recuerdo en la Cuba de ayer nos defraudo totalmente.......idolatrando al comunista
dictador........inventando" los 20.000 muertos achacados a Batista y produciendo fotos
de falsos bombardeos a puebloa del interior del pais........esta revista junto fuerzas con
el New York Times y Herbert Mathews para presentar un falso cuadro de aquella actualidad
Cubana.........un malvaddo ejercito constitucional contra un escaso numero de heroes y
valientes patriotas en su afan de destruir la brutal dictadura Batistiana entre 1952 y 1958.
.......falsedades que hallaron solodo eco en la mayoria de la IGNORANTE poblacion Cubana...
era el Satanico Batista contra el Santo Fidel.......y como cantaba Jose Mojica en aquella linda cancion....."mirate hoy....mirate hoy"......y cual fue el tragico final del Diretor
de la pro-Castrista revista ???....el suicidio.....seria que su conciencia lo martirizaba
por ser tan culpable en la destruccion de Cuba ???....CHI LO SA.
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