lunes, noviembre 18, 2019

Cuba. Abrió y cerró: el restaurado Mercado de Cuatro Caminos solo dura unas horas. Tras las aglomeraciones de cubanos y el caos, CIMEX pide 'comprensión'.Historia del Mercado de Cuatro Caminos y de su dueño Alfredo Hornedo Suárez, un cubano ejemplar

Así luce el nuevo Mercado de Cuatro Caminos en La Habana


PERO: 
Así fue el primer día en el Mercado Cuatro Caminos


**********

Reabre el mercado de Cuatro Caminos en La Habana: Largas colas y policías


*********
A la tiranía Castrista  no le gusta otra violencia que la suya



**********

Abrió y cerró: el restaurado Mercado de Cuatro Caminos solo dura unas horas

*********
Tras las aglomeraciones de cubanos y el caos, CIMEX pide 'comprensión'.
*********

El restaurado Mercado de Cuatro Caminos, en La Habana. W. FERNÁNDEZ CUENCA DDC

Por Waldo Fernández Cuenca
La Habana
17 Nov 2019

Después de una reparación que duró alrededor de cuatro años, el icónico Mercado Único de La Habana, conocido como Cuatro Caminos, abrió sus puertas el 14 de noviembre como parte de los festejos por el medio milenio de la capital cubana. Sin embargo, la alegría duró poco para los capitalinos en busca de productos que no están presentes en otros centros comerciales de la ciudad.

Tras las grandes aglomeraciones, la desorganización —que necesitó de presencia policial— y la evidente falta de preparación de la administración, la corporación CIMEX, entidad perteneciente a los militares cubanos y dueña del establecimiento, solicitó "comprensión" a los clientes y anunció el cierre de la instalación este sábado, justo el día del 500 cumpleaños de La Habana.

"Ante la masividad de público se precisa realizar ajustes propios de la puesta en marcha", dijo Ania Peralta de Armas, gerente general del centro comercial. Aseguró que Cuatro Caminos "reabrirá sus puertas en el transcurso de la próxima semana".

DIARIO DE CUBA estuvo el sábado, antes del cierre, en el establecimiento y pudo comprobar el despliegue de más de un centenar de policías para intentar frenar el caos reinante. Los agentes eran los encargados de custodiar la entrada a todas las tiendas.

En el local donde se vendían productos enlatados, en especial el puré de tomate (de prolongada escasez en los mercados), la Policía acordonaba y guiaba la cola. A aquellos que deseaban atravesar la larga fila para seguir camino, los agentes los hacían desviarse.

"No entiendo por qué hay tanta cola, al final lo que están vendiendo aquí es lo mismo que puedes encontrar en otras tiendas de la ciudad, la mayoría viene por ver algo nuevo, pero novedad como tal en los productos no hay gran cosa", dijo Rosa Vega, quien había recorrido varios departamentos del gran centro comercial.

"Llevo aquí dos horas para ver si entro a la tienda de electrodomésticos y me ha sido imposible, la cola es inmensa, la Policía solo deja pasar a un grupo pequeño de personas, a pesar de los grandes espacios de esa tienda. Cuando compre el ventilador no pienso venir más hasta que pase la furia de la novedad", señaló Fernando Alemán, otro de los visitantes al Mercado de Cuatro Caminos.

A una pregunta de este reportero, una trabajadora que no reveló su nombre confirmó a DIARIO DE CUBA que en las nuevas cafeterías de Cuatro Caminos no hay acceso a internet por WiFi, un servicio común en centros de este tipo en otras partes del mundo. De igual manera, las colas en las cafeterías eran largas.

"Todo esta muy bonito, muy limpio y acondicionado, pero los precios y los productos siguen siendo los mismos. No vi diferencia alguna con otras tiendas, solo que aquí los estantes por el momento están llenos, veremos más adelante si así se mantienen", dijo Odalys Martínez, una de las curiosas que se acercó al lugar.

Tanto fue el caos y el tumulto, que CIMEX se quejó de "indisciplina social" por parte del público y cerró el mercado.

Son "nuevos mercados con viejos problemas. Y ya van dos: las cuentas en divisas+tiendas dolarizadas y el mercado de Cuatro Caminos. Dos nuevos mercados que producen efectos no deseados, pero previsibles", escribió en su cuenta en Twitter el economista Pedro Monreal.

"En los dos casos opera el fenómeno conocido como inflación reprimida", consideró Monreal. "Si no se entiende bien qué es la inflación reprimida, entonces es aconsejable no ponerse a 'experimentar' con mercados".

La idea básica, explicó, es que "en una economía con persistente exceso de demanda respecto a la oferta, los precios tienden a crecer. Si eso se impide, lo que ocurre es escasez y expansión del mercado informal".

"Los controles de precios pueden ser racionales en una serie de circunstancias y cuando se aplican de manera limitada, pero un esquema generalizado de precios 'administrados' crea más problemas que los que intenta resolver", advirtió.

"Cuando los planificadores generalizan los precios 'administrados', estos realmente no logran eliminar la inflación, sino que pretenden que lo han hecho. La inflación cambia su forma de manifestarse", continuó Monreal.

"La solución de la inflación reprimida es el incremento de la oferta, especialmente la producción interna (…) pero eso no está sucediendo: el agro es un ejemplo típico", dijo.

Pero "parece que los economistas cubanos tenemos alguna dificultad en comunicar el punto de la inflación reprimida", ironizó.

Por otra parte, el "rejuvenecimiento" del Mercado Único contrasta con el estado de las edificaciones vecinas, notablemente deterioradas como la mayor parte de La Habana.


*************

Alfredo Hornedo, un ejemplar cubano

Por Nancy Pérez-Crespo
Octubre 20, 2014


Hoy inicio una serie —que publicaré ocasionalmente— de perfiles de las figuras más relevantes y distintivas que vivieron y brillaron en la época republicana.

En esos 57 años de República, Cuba alcanzó niveles tan importantes, que en 1959, a la llegada de la «peste», era uno de los países más prósperos y civilizados de América Latina y el Caribe.

La República logró grandes adelantos en la arquitectura, así como en la industria y el turismo. La ganadería y la agricultura abastecía el consumo nacional y exportaba renglones tan importantes como azúcar, tabaco, minería, ron, ganado y otros insumos.

Este progreso se debió en gran parte a la total libertad empresarial y al ingenio y tesón de muchos hombres y mujeres que decidieron correr la suerte de la república en ciernes, que en 1902 se encontraba empobrecida y casi en ruinas como consecuencia de la guerra de independencia y el despojo de sus bienes y mezquindad de la Colonia.

(Alfredo Hornedo Suárez al frente)

Aunque es lícito reconocer que en los cuatro años de la intervención americana (1898-1902), hicieron grandes obras, principalmente en sectores como la sanidad y la salud.

Entre esos emprendedores hombres de negocios se destaca el «ilustre» Alfredo Hornedo y Suárez, como sardónicamente le llama el otrora historiador de La Habana (ahora caído en desgracia), Eusebio Leal y Spengler, que en su niñez vivió en las cercanías de Carlos III y Castillejo, donde Hornedo construyó su gran mansión. Mansión, que el niño Eusebio merodeaba en las tardes.

Según cuenta el periodista Ciro Bianchi, erigido con el castrismo, como el cronista de la época republicana y que en sus historias, siempre destaca los males y esconde la parte interesante de la historia, Eusebio Leal recuerda a Hornedo vestido de gris, de chaleco y leontina; de media estatura, y «lo plateado de su cabellera  y lo bronceado de su piel lo convertía en un ser casi fascinante a los ojos del niño que lo observaba.  A su lado, un sirviente o mayordomo cargaba unos perritos carmelitas finísimos y  le extendía un rollito de papel con monedas de cinco centavos que Alfredo Hornedo no tardaría en repartir entre los niños del barrio que a ratos se colaban en el patio de su palacete, situado en Carlos III y Castillejo, para saludarlo y esperar la dádiva con que el millonario los recompensaba».

Y así continúa Leal: «Algo extraño evocaba el humilde pasado de aquel hombre. Otro sirviente traía una bandejita, sobre la cual, humeante, oscilaba una jícara de güira antigua y pulida, con café, que él apuraba».

(Casa del Millonario Cubano Alfredo Hornedo Suárez. Avenida Carlos III No. 720 esquina Castillejo. Centro Habana.)

«El dintel del portón que daba al patio de la casona estaba cubierto por un exuberante y florido jazmín de cinco hojas, mientras que el inmueble parecía rodeado por el halo del recuerdo de doña Blanquita, la esposa del millonario, que según el decir popular había sido buena y generosa con los incontables pobres a quienes extendió la mano desde su silla de ruedas».

Qué seres humanos tan nobles y humildes fueron Blanquita y Alfredo Hornedo, que hasta estos canallas comunistas no pueden tirarles el fango que acostumbran contra la reputación de los burgueses cubanos.

Fue Alfredo Hornedo un ingenioso y lúcido político y hombre de negocios que aunque tuvo una infancia muy humilde y hasta vendió naranjas por las calles habaneras, un día, para su suerte, comenzó a trabajar como cochero de la familia Maruri.

El matrimonio Maruri tenia una hija, Blanquita, la bella señorita de la casa, que se enamoró del cochero y terminaron casándose. Pero en esta historia de amor el pobre que se casa con la joven rica no se dedicó a dilapidar la fortuna heredada, por el contrario. Y aunque le favoreció la posición social y la patrimonio de sus suegros, Hornedo, con su gran inteligencia y habilidad, en muy poco tiempo, hizo crecer la fortuna de los Maruri, conviviéndose en un exitoso e intrépido inversionista.

Incursionó en la política y resultó elegido por el Partido Liberal, primero en 1914, como concejal del Ayuntamiento de La Habana, hasta llegar a Senador, electo 1938 y reelecto en el 44 y el 48. También fue delegado a la Asamblea Constituyente de 1940 y presidió el Partido Liberal entre 1939 y 1947.

Este habanero, nacido en 1882, construyó y operó, desde 1920, el Mercado Único, en gran parte, su plataforma para iniciar una exitosa carrera en disímiles negocios.

Propietario principal de los periódicos El País y Excelsior, y socio de El Crisol, además de dueño absoluto del Mercado Único de La Habana, situado en la manzana de las calles Monte, Cristina, Arroyo y Matadero, construyó el Casino Deportivo, en Primera entre 2 y 8 en Miramar y era un centro de distracción con balneario para  familias de la clase media.

Como dato curioso fue en el Casino Deportivo donde se inicio el famoso «paso Casino», un baile de salón que comenzó a practicarse, caracterizado por estimular la creatividad a partir de la libertad de movimientos y debe su nombre al Casino Deportivo.

Hornedo era dueño también del Club de Cazadores de La Habana, del reparto Casino Deportivo y de innumerables bienes inmuebles.

En 1949 construyó el teatro Blanquita (que bautizó en honor de su esposa ya fallecida) y fue quizás la obra que más le enorgullecía, porque por su empeño y tesón, fue considerado, en su época, el mayor teatro del mundo, con 6600 lunetas, quinientos asientos más que Radio City Music Hall, de Nueva York.  También contaba con una pista para patinaje sobre hielo.

Casado en segundas nupcias con Rosa Almanza, dio el nombre de ella al hotel residencial que, en 1955, construyó en la Avenida Primera de Miramar: el Rosita de Hornedo, un bellísimo edificio de once pisos con 172 apartamentos y dos pent houses.

Alfredo Hornedo fue considerado entre los hombres más ricos de la Isla y todos los bienes y la fortuna de este extraordinario cubano fueron robados por los comunistas que 1959 se adueñaron del poder.

Muchas de las propiedades y construcciones del ingenioso Hornedo aún le sobreviven pero, como a todo en Cuba, les cambiaron los nombres para que las nuevas generaciones pensaran que eran obras de la «revolución». Así al Teatro Blanquita le endilgaron el horroroso nombre de Karl Marx (así, en alemán), al edificio Rosita de Hornedo, le pusieron Edificio Sierra Maestra y a la que era su residencia (el majestuoso palacete de Carlos Tercero) ahora le llaman la Casa de Cultura «Joseito Fernández» de Centro Habana.

Es este relato de la vida y obra de Alfredo Hornedo un pequeño ejemplo de la Cuba que fue y del país que nos arrebataron los que nada hicieron por levantarlo, al contrario.

En 1902 los cubanos tuvieron que empezar de cero, construir una nación de la nada, una tierra en ruinas y el país devastado. Muy diferente fue el panorama que encontraron los barbudos y los comunistas que, en 1959, se apoderaron de Cuba. Ellos heredaron un país prospero, pujante, emprendedor, rico, informado, moderno y casi feliz.

Lamentablemente 55 años de desbarajustes y desaciertos, de envidias, lucha de clase, robos y represión, forzando una ideología obsoleta, muertes, presos políticos, fusilados, exilio, entre otros muchos males, solo han dejado ruinas, miseria, hambre, tristeza y desolación. Pobre Cuba, qué etapa tan cruel.
***********
En el año 1950 se inaugura el Teatro Blanquita, renombrado después de la Roboilusión como Chaplin  y posteriormente como Karl Marx,  el máyor del mundo según la propaganda.
En el video vemos a Alfredo Hornedo Suárez recibiendo al público y asimismo contemplamos el busto erigido a su difunta esposa Blanquita Maruri.

Inauguracióndel Teatro Blanquita,  La Habana (1950) Cuba 


**********
Tomado de Internet:

ALFREDO HORNEDO

Como concejal comenzó Alfredo Hornedo Suárez una aprovechada carrera política que lo llevó primero a la Cámara de Representantes y luego, en varias oportunidades, al Senado de la República y en 1940 a la Convención Constituyente. Lo eligieron concejal en 1914 y se integró al llamado Cenáculo, un grupo de políticos liberales que llegó a dominar el municipio. Apoyaba el Cenáculo al general Machado y también al alcalde de turno, Varona Suárez. Ya en 1916 era Hornedo el presidente del ayuntamiento, posición que le permitió obtener en 1918, a través de un testaferro, la concesión del Mercado General de Abasto y Consumo, que se inauguraría en 1920 en la manzana enmarcada por las calles Monte, Cristina, Arroyo y Matadero: el Mercado Único de La Habana, destinado a la venta de productos agropecuarios, verdadero monopolio pues su concesión prohibía la existencia de cualquier otro establecimiento similar en un radio de dos y medio kilómetros y la apertura de casillas de expendio en un radio de 700 metros.

La construcción del Mercado Único requirió una inversión de 1 175 000 pesos, y Hornedo recibió licencia para operarlo por treinta años. Cuando estaba a punto de vencerse el plazo, el astuto político se gastó una fortuna en el intento de hacer elegir a su sobrino, Alfredo Izaguirre, alcalde de La Habana, lo que le aseguraría la prórroga de la concesión. No consiguió que fuese elegido, pero la concesión, con algunas variantes, fue prorrogada. Solo en 1957 comenzó a romperse el monopolio con la inauguración del Mercado Público, edificado en la manzana comprendida entre Carlos III, Árbol Seco, Estrella y Pajarito, curiosamente casi frente por frente a la casa (Carlos III y Castillejo) donde Hornedo vivió durante años.
***************

La concesión y construcción del Mercado Único de La Habana

Mercado por Cristina

Por Yamira Rodríguez Marcano


En septiembre de 1918, Juan Fernández de Castro, había presentando al Ayuntamiento de La Habana, un proyecto para construir, establecer y explotar en la capital un Mercado de Abasto y Consumo, y solicitaba se otorgara una concesión administrativa. El proyecto fue aprobado y la concesión fue sacada a pública subasta el 30 de diciembre de 1918, con arreglo a un pliego de condiciones entre las que se destacan la descripción del tipo de mercancía que podía venderse en el Mercado;  mientras durase la concesión, debía ser el único Mercado de Abasto y Consumo de la Capital, y no podría accederse al establecimiento de casillas de barrio a menos de 700 metros en cualquiera de las direcciones del Mercado, pudiendo establecerse en cualquiera de los lugares fuera de esta zona, de ahí el apelativo de Único; el plazo de la concesión era el de 30 años, cumplido este el Mercado pasaría a manos del Municipio; el que al final resultase concesionario del Mercado objeto de la subasta, quedaba facultado para establecer Mercados de Consumo, hasta el número de tres, en distintos lugares de la ciudad, aún dentro de un radio de 2 500 metros con estricta sujeción a las condiciones impuestas para el otorgamiento de esta concesión, en cuanto a término, zona prohibitiva, tarifas, y previa la autorización de las Autoridades Sanitarias; el terreno debía formar una sola manzana situada en un lugar adecuado y constaría por lo menos de 10 000 m²; el edificio del mercado tenía que construirse de hierro, cemento y piedra, y edificarse dentro de los seis meses siguientes a la fecha en que se otorgara la escritura de concesión y terminase en un plazo que no excediera de dos años.

Mercado Único 1960

El presupuesto total para realizar el proyecto alcanzó la cifra de 1 400 000 pesos, de los cuales 1 175 000 corresponderían a la construcción del edificio.

En la subasta se adjudicó provisionalmente la concesión al creador del proyecto, Juan Fernández de Castro y Diez Argüelles, y por Decreto No. 59 de 15 de enero de 1919, publicado en la Gaceta Oficial correspondiente al día 18 de enero, Mario García Menocal, Presidente de la República entre 1913 y 1919, resolvió conceder al Municipio de La Habana 500 000 pesos: 350 000 para construir el nuevo Mercado de Abasto y Consumo, y 150 000 para indemnizar a los concesionarios y contratistas del Mercado La Purísima Concepción que debía cerrar al abrirse el nuevo. Finalmente, en cumplimiento de lo acordado por el Ayuntamiento se otorgó a favor del Sr. Juan Fernández de Castro la concesión para construir, establecer y explotar un Mercado General de Abasto y Consumo Único para la Ciudad y Término Municipal de La Habana.

Con la concesión ya otorgada y el terreno comprado, este señor junto a otros capitalistas, fundó una Compañía Mercantil Anónima denominada Mercado de Abasto y Consumo de La Habana S.A., con domicilio en los terrenos del Mercado a que se refiere la concesión, y con un capital de 2 000 000 de pesos moneda oficial.

Mercado por Arroyo

En 1920 comenzó a funcionar el Mercado, el cual aparecía descrito en el Registro de la Propiedad, en 1930, de la siguiente manera: “Edificio denominado Mercado Único situado en esta Ciudad en la manzana limitada por las calles Príncipe Alfonso y Matadero, la Calzada de Cristina y el Arroyo de Chávez. Consta de dos plantas y un sótano. El piso principal al nivel de la calle con una altura entre placas de 7 metros, la planta alta con 6 metros y el sótano con 4 metros. La planta baja o planta principal se distribuye como sigue: portal corrido por todo el frente de la Calzada del Monte, una serie de cinco naves paralelas a cada una de las cuatro fachadas determinadas por las paredes en las líneas exteriores y pilares en el centro, con un patio central. En las esquinas del edificio se han construido siete locales para café restaurant y víveres; cuatro escaleras principales y dos grandes elevadores que dan acceso al piso alto y además dos departamentos destinados al servicio sanitario. El piso alto lo constituyen igual número de naves que en la planta baja en las cuales están situadas las casillas para la venta de carne, aves vivas y muertas, huevos, embutidos, conservas, grasas, leche, quesos y otros productos de la leche y el pescado. Además un local dividido entre departamentos destinado a oficinas del establecimiento y dos servicios sanitarios. Ha sido construido este edificio de estructura de hierro cubierto de cemento o sea hormigón armado, en paredes, columnas, arquitrabes, vigas, etc.; pisos o pavimentos de terrazo en el patio central. Las casillas destinadas a pescado, a carnicerías, a la venta de cacería así como los demás locales tienen iguales pavimentos. En el sótano que se compone de un gran compartimiento con su escalera de comunicación y pavimento de cemento se ha instalado un tanque de igual material y una bomba para el servicio del agua. La cubierta de todo el edificio es de armadura de hierro con tejas de hierro galvanizado corrugadas a dos aguas en los cuerpos centrales del edificio y a una en los restantes. (…) Su valor dos millones de pesos”.

Mercado por Cristina

En noviembre de 1928 la entidad mercantil Mercado de Abasto y Consumo de La Habana, S.A., cedió la concesión, con todos sus bienes, derechos y acciones, así como el terreno y edificio que constituían el mercado, al señor Rogelio Díaz Pardo por el precio de 2 352 000 pesos. En el propio acto de traspaso, la sociedad vendedora dejó constancia de que parte del producto de esta venta sería entregado al don Alfredo Hornedo y Suárez en pago de una gran suma que la sociedad le adeudaba. Aparentemente era una hipoteca que no figuraba hasta entonces o una forma de entregarle a Hornedo dinero que le correspondía por poseer la mayor parte de las acciones en este negocio, en el cual su nombre nunca figuró oficialmente. Sin embargo, ya en aquella época se conocía que las mayores ganancias del “ilustre senador” procedían del llamado Mercado Único.

Hasta 1940, último año en que se asienta el Mercado en el Registro de la Propiedad, se mantienen los mismos propietarios, en tanto las hipotecas se fueron reduciendo por la cancelación de los bonos, y Alfredo Hornedo continuaba siendo uno de los principales acreedores, según contrato hasta 1951.

Con la apertura del Mercado de Carlos III en 1957, el de Cuatro Caminos dejó de ser el único de su tipo, perdiendo protagonismo ante las facilidades que ofrecía el moderno establecimiento ubicado en la manzana formada por las calles Carlos III, Estrella, Árbol Seco y Pajarito. Entre sus novedades contaba con un sistema central de aire acondicionado basado en el almacenamiento de hielo, montado por primera vez en un edificio público.

Por la Ley No. 106 de 27 de febrero de 1959, creada por el nuevo gobierno revolucionario, y el Artículo 129 de la Ley Orgánica de los Municipios, la concesión y el edificio del Mercado Único pasaron al patrimonio municipal, pues la concesión de 1919 otorgada por un término de 30 años, ya había vencido desde 1949, sin embargo la Compañía de Mercados Públicos S.A. mantuvo sus derechos, así como la explotación del mercado, diez años más. De ahí que el gobierno municipal declarase que la concesión, el edificio del Mercado y todo lo que fuese de su propiedad pasaría a su dominio sin previa compensación, porque además de tratarse de una obra pública subvencionada, se había infringido lo dispuesto en el referido Artículo 129 de la Ley Orgánica de los Municipios.

Finalmente, por la Resolución No. 13, de 13 de abril de 1959, la construcción, la obra pública, el edificio del Mercado Único, sus anexidades y el servicio público de abasto y consumo que en el mismo se realizaba, pasaron al gobierno del Municipio de La Habana. Se tomaron entonces estrictas medidas de carácter económico y social, y en contraposición al Mercado Único se le denominó Mercado Popular.

Las dificultades para mantener el abasto del Mercado hicieron que, poco tiempo después, pasara a cumplir funciones de almacén hasta 1983, cuando retomó su función original –solamente en planta baja–, para volver a cerrar en 1986. Abrió nuevamente sus puertas al público entre 1992 y 1993, al tomarse otras disposiciones para la reapertura y funciones de los mercados agropecuarios. En esta época se subdividieron sus espacios interiores sin una intervención especializada, lo que afectó la imagen original del edificio, y se extendió el servicio de venta de comida preparada. Presumiblemente en esta época le fueron añadidas las dos escaleras exteriores en los portales por Monte.

Se mantuvo prestando servicios hasta 2014, aunque la planta alta llevaba años clausurada por su mal estado físico constructivo.
***************
Imágenes del Mercado Único o de Cuatro Caminos antes de la debacle Castrista

Público comprando


Dueño o empleando surtiendo su establecimiento arrendado


Etiquetas: , , , , , ,