Video. Pepe Forte con la historia del Túnel de La Habana. Cómo y por qué se hizo. Quiénes fueron sus constructores. Uno de los tres de su tipo de la capital cubana, construidos en la década de los 50
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La historia del Túnel de La Habana. Cómo y por qué se hizo. Quiénes fueron sus constructores. Uno de los tres de su tipo de la capital cubana, construidos en la década de los 50. Todos los detalles en este programa de la historia de Cuba.
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Por Nicolás Águila
El túnel de La Habana no es un túnel cualquiera. Es el túnel de La Habana y eso lo dice todo, porque La Habana sigue siendo La Habana, aunque ya no sea lo que se dice La Habana --lo que se decía La Habana-- y la ciudad se cae a pedazos, y está apuntalada, y se desmorona, y se derrumba, y huele mal, y apesta, y te mean y te escupen, y si te descuidas te tiran la orina desde un balcón, si es que no te cae encima un desprendimiento de la baranda, una lasca, un ladrillo, un pedrusco, un bilongo, una salación, y te matan y no te pagan los muy cabrones.
A La Habana le queda sólo el casco histórico y la mala idea de una ciudad marinera que sigue siendo habanera y puñetera aunque de otra manera. Una manera bisnera y jinetera, a oscuras y siempre encuera, ocultando pero mostrando sus (des)encantos esa vieja ramera, esperando que le caiga del cielo su arroz a la chorrera. Y que Dios pronto lo quiera.
La Habana tiene un túnel, o tiene más de uno, pero el que importa es ése, el que se llama túnel de La Habana y fue inaugurado en tiempos de Batista, el otro dictador que no dictaba tanto como el que vino después. Lo inauguraron cuando yo tenía un año de edad y empezaba a balbucear palabras o a tararear los chachachás de moda, en una época en que Cuba reía y bailaba sin pensar en echarse a un turista, a un pepe, a un yuma, y La Habana sí que entonces era La Habana, era eso que en el mundo entero suspiraban como el colmo del placer: a night in Havana y hasta que salga el sol, porque entonces los perros satos habaneros andaban sueltos y sin vacunar por la calle aunque los amarraran con longanizas y chorizos El MIño.
El túnel de La Habana es particular. Ha sido declarado una de las siete maravillas arquitectónicas cubanas, pero no me pregunten cuáles son las otra seis, que ni me las sé ni me importa mucho aprendérmelas. Para mí que lo maravilloso del túnel fue que uniera a La Habana pedestre con el Este agreste. Y que para ir a las playas de Santa María y Guanabo ya no hubiera que dar una larga vuelta alrededor de toda la bahía. Pasabas el túnel y ya. El viaje se te acortaba y podías ir a la playa en guagua y vacilar en plan proleta el mar azul turquí y demagógico; o coger un botero (que era entonces el nombre de un taxi habanero) y atravesar la bahía por abajo, que es donde está el tasajo, y armar el relajo cantando vamos al túnel mi vida, vamos al túnel mi amor.
El túnel de La Habana es una de las siete maravillas cubanas, y eso parecería exagerado si no fuera por lo otro. Yo creo que tiene muy bien ganada su condición de maravilla cubiche. La prueba de que es un túnel maravilloso está en que ha resistido medio siglo de destrucción sistemática y pormenorizada y todavía funciona. Déjame tocar madera, que con esa gente nunca hay nada seguro.
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Etiquetas: Arquitectura, bahía, construcción, ingeniería cubana, La Habana, maravillas, Pepe Forte, túnel, Túnel de la bahía de La Habana, Túnel de La Habana
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