jueves, septiembre 16, 2021

Esteban Fernandez: CUMPLEAÑOS DE ESTEBITA

 

CUMPLEAÑOS DE ESTEBITA

(Comentario de Pedro Pablo: Estebita sorprendido por lo que dijo su padre, pues él estaba pensando más en ser primera base del Almendares que de los Yankees de New York; Ah! Felicidades !!)

Por Esteban Fernandez

16 de septiembre,2021

Fue la primera vez que veía el rostro de una mujer. La vi sólo por 20 minutos. Pensé: "¿Quién será esta anciana?" Perfectamente recuerdo su voz, sólo fueron cuatro palabras, pero esas cuatro palabras las llevo grabadas en mi mente. Dijo: “Ana, es un varón”. Me parece que fue ayer.

Inmediatamente supe su nombre porque “Ana” le respondió: “¡Gracias, Eulalia!” Ana sonaba adolorida, pero aliviada. Parecía que había pasado un terremoto.

La miré y ella me devolvió la mirada con una dulce sonrisa. Sólo dijo: “Mira, Esteban, se parece a ti”. EULALIA LA COMADRONA asentía como dándole la razón a Ana María.

Fue entonces cuando a duras penas pude fijarme en Esteban Fernández Roig. Era alto, delgado, tenía un tabaco “Pita” en su boca. Imagínense, ahora participar en un paritorio fumándose un habano hubiera sido un sacrilegio. Se dirigió a mí y me dijo unas palabras que nunca he olvidado: “Oye ¡los machos no lloran!”

Ana, sonriente, lo reprendió: “Esteban, no asustes al recién nacido, déjalo que llore todo lo que le dé la gana”. Y me dio un beso.

Alguien tocaba a la puerta de la casa de Pinillos 463 de un pueblo llamado Güines. Yo ni idea tenía de dónde estaba. Se trataba de Eugenio Domínguez Guerra más conocido como “Eugenito el Concejal”. Le dio un abrazo a Esteban, lo felicitó, y papi le dijo “¡Eugenito, míralo es cagaíto a mi!” Yo pensé “Yo no me parezco en nada a ese viejo”.

Esteban alardeó: “Eugenito, el muchacho está enterito, ya cogió el tete con la mano izquierda y te aseguro que va a ser zurdo igual que yo. Es más, va a ser primera base de los New York Yankees” …

(Ana y Esteban)

Me aterré cuando la señora Eulalia sacó de un maletín una tijera para cortarme el cordón umbilical. Pero, como ya “el hombre del tabaco” me había advertido que no debía llorar, yo ni chisté.

Eulalia se despidió diciendo: “Tengo que irme porque la esposa de Enrique Domínguez Jurado va a dar a luz en los próximos 20 minutos”.

Mi padre le llevó el maletín hasta el carro de alquiler de Carrillo, le dio unos cuantos pesos. No muchos. Más nunca volví a verla.


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