Emilio Morales: Cuba y la inversión extranjera: un viaje hacia la pobreza infinita
Cuba y la inversión extranjera: un viaje hacia la pobreza infinita
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En los primeros seis años de la Zona Especial de Desarrollo Mariel solo se instalaron 43 empresas. Las fuertes restricciones internas y las sanciones externas han puesto bajo mínimos la inversión extranjera en Cuba.
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Por Emilio Morales
Miami
02 Dic 2021
En los últimos dos años, la pandemia ha ralentizado la economía de todo el planeta, y Cuba no ha sido la excepción. Sin embargo, ya antes del Covid-19, las inversiones extranjeras en la Isla eran casi inexistentes.
La precariedad del sistema basado en una economía centralizada, la excesiva burocracia, la dualidad monetaria, la verticalidad en la toma de decisiones, los tabúes que impiden el desarrollo del sector privado, la limitación que tenía el inversionista extranjero de solo poder negociar con empresas estatales, y la obligatoriedad impuesta a las empresas extranjeras de contratar fuerza de trabajo local a través de una agencia empleadora perteneciente al Gobierno y no de forma directa, constituían barreras que lastraron las oportunidades de inversión en el país.
Hoy, el régimen se ha quedado sin opciones para atraer la inversión extranjera. ¿Qué lastre se lo impide? La propia concepción del sistema, no diseñado para atraer capital, sino para cazar bobos e ingenuos, que en su gran mayoría terminan endeudados, en bancarrota, o atrapados en el chantaje de perderlo todo si se marchan. Lejos de ser un paraíso, el mercado cubano es más bien un cementerio de inversiones.
La evolución de la Zona Especial Desarrollo Mariel (ZEDM) en sus primeros seis años de vida es un ejemplo de esta realidad. Un año antes de la pandemia, a comienzos de 2019, solo se habían aprobado 43 empresas en la ZEDM, de las cuales apenas 19 estaban operando y 24 en proceso de inversión. De ellas, seis eran de capital 100% cubano, 26 de capital 100% extranjero y 13 de capital mixto. Los años de mayor cantidad de empresas aprobadas fueron 2016 (11) y 2017 (15). En 2018 solo se aprobaron nueve empresas, lo cual significó un declive de 40% en comparación con 2017. El país con mayor presencia hasta ese momento en la ZEDM era España, con 10 empresas. Ver Figura 1.
En un período de seis años, desde su inauguración en 2014, la ZEDM solo pudo captar 2.136,7 millones de dólares, una cantidad muy inferior a los 15.000 millones planeados para ese período, basados en una tasa de atracción de capital de 2.500 por año, para una tasa de cumplimiento de solo 14.24%. Ver Figura 2.
La ZEDM, vendida como el proyecto estrella de la economía cubana, solo logró generar 6.696 empleos directos en seis años (2014-2019). En contraste, el trabajo por cuenta propia (TCP) generó 580.828 empleos directos en 10 años, lo que significa que los empresarios cubanos, a pesar de las limitaciones a las que estuvieron sujetos, lograron generar 86.74 veces más empleo que la ZEDM, que contó con ventajas y favoritismos.
Este pobre resultado en términos de inversión recibida previamente a la pandemia se debió sobre todo a la persistencia de los factores mencionados anteriormente, sumados a un complicado proceso de toma de decisiones, mala preparación de los equipos de negociación, lentitud en el seguimiento de las ofertas de inversión de empresas extranjeras, la verticalidad en la toma de decisiones y los prejuicios que siempre han pesado en la mentalidad negociadora de los ejecutivos cubanos.
Bajo este escenario, creado por la propia incompetencia del régimen y su estúpida rigidez al no liberar las fuerzas productivas, la administración Trump activó el título III de la Ley Helms-Burton. Automáticamente, el mercado cubano perdió el poco atractivo que le quedaba, si es que todavía le quedaba alguno. Para los inversionistas ya inmersos en sus inversiones comenzó una verdadera pesadilla. Para el Gobierno cubano significó un apretón de cuello que estremeció sus cimientos. Lo cierto es que nadie imaginó que la polémica ley iba a ser activada en algún momento, menos aún el impacto que iba a causar a la economía cubana en las actuales circunstancias. Si hubiese que usar alguna palabra para caracterizar el impacto de la medida, podríamos decir que fue demoledoramente asfixiante.
Impacto de la Helms-Burton
El impacto del título III de la Ley Helms-Burton se sintió con especial intensidad en la Zona Especial Desarrollo Mariel. Los proyectos de inversión en la ZEDM no tuvieron crecimiento en 2019 ni 2020. Tan solo se mantuvieron los 43 proyectos ya presentes en 2018. Lo único sucedido fue que algunos que se hallaban en fase de construcción han pasado a fase de operaciones. Sin embargo, no se han agregado nuevos inversionistas en los últimos 25 meses.
También se percibe que algunos de los proyectos firmados y anunciados han quedado paralizados. En ese estatus ha quedado, por ejemplo, la iniciativa de la empresa Mixta Salado Resort, la cual tiene como socios a la empresa española GLOBADIA, representada en este caso por EL SALADO RESORT S.L. (Sociedad Mercantil legalmente constituida en Palma de Mallorca, España) y CUBAGOLF S.A. (Sociedad Mercantil perteneciente a la Empresa Extra Hotelera Palmares S.A. de Cuba). El proyecto pretende construir un campo de golf de 18 hoyos, un hotel de 250 habitaciones de cinco estrellas y otro de 500 de cuatro estrellas, centro de convenciones, spa, un centro comercial y 3.000 apartamentos. Sin embargo, tras once años de negociaciones para llegar al acuerdo de crear la empresa mixta, toda la gestión se ha quedado en el deseo.
Tan pronto se activó el título III, comenzaron las demandas. Hasta finales de 2020 se habían hecho públicas 32 de ellas, de las cuales 11 son referentes a propiedades certificadas y 21 a no certificadas. En estas demandas han estado implicados de una u otra forma más de 150 abogados de 51 firmas legales, y más de 80 demandantes. Existen otras decenas de demandas en curso que aún no se han hecho públicas.
La ZEDM se hizo vulnerable a las demandas. En el área donde se encuentra enclavada existían cuatro centrales azucareros y otras empresas confiscadas y no compensadas al triunfo de la revolución. Las últimas dos demandas llevadas a la corte tienen que ver con la ZEDM, ambas relacionadas con el Central San Ramón, situado en Mariel, propiedad de la familia Blanco. Las dos compañías demandadas son Crowley Maritime Corporation y Seabord Marine, ambas con sede en Florida e ingresos de varios miles de millones de dólares en 2019.
Los socios tampoco invierten en Cuba
Por si fuera poco, ya los socios de antaño apenas invierten en Cuba. La realidad del mal pagador pesa a la hora de que Rusia o China puedan ceder un crédito al régimen cubano. De esa manera, La Habana se ha quedado sin argumentos. El "bloqueo" es una vieja escusa que ya ni el Kremlin ni los chinos se tragan. La experiencia práctica les ha mostrado que el régimen cubano no es un socio confiable en términos de negocios y economía. Por esa razón, ya prácticamente no le ofrecen créditos.
El Gobierno cubano ni siquiera ha seguido el consejo de sus socios de abrirse a una economía de mercado, como lo hicieron ellos en su momento. Esa resistencia estúpida a acometer cambios profundos es la principal razón por la cual hasta los socios no valoran una inversión a futuro en el mercado cubano. Sencillamente, la lectura de la realidad les dice que no hay opciones posibles para invertir. Es más factible llevar sus apuestas a mercados más confiables, en los que exista un retorno seguro del capital.
Ya de nada sirve que delegaciones de funcionarios cubanos viajen a Rusia, China, Viet Nam y cuanto país aliado se les ocurra. Ninguno les da crédito. Su mensaje ha cambiado, si no hay pago, no hay negocio.
Al mismo tiempo, el régimen ya no tiene nada que ofrecer. Sus industrias están quebradas y obsoletas, sus producciones son escasas e ineficientes. La industria azucarera ni siquiera satisface la demanda interna. La producción de cítricos esta casi desaparecida, apenas exporta. Lo único que ofrece algunos dividendos son algunos renglones de la minería y la exportación de tabaco. Sin embargo, ahora mismo pasan por un mal momento debido a la crisis generada por la pandemia.
Ante esta realidad, la opción de invertir en Cuba se diluye entre los socios en una amigable sonrisa y un mensaje claro y directo: "lo sentimos muchos, no podemos invertir bajo las condiciones actuales, nosotros también tenemos dificultades". Esa es la respuesta diplomática que reciben Cabrisas y su corte de funcionarios pedigüeños cuando salen de gira a mendingar limosnas con mordidas de tiburón.
Conclusiones
Fuertes restricciones internas y demoledoras sanciones externas han puesto la inversión extranjera en Cuba en el limbo. La combinación de estos dos factores ha colocado a la economía cubana en un escenario muy adverso, en medio de la crisis global generada por el impacto del Covid-19 y el devastador efecto dominó que ha tenido en las economías del planeta.
El país ha involucionado en el tiempo, lo único rentable que queda es la exportación de mano de obra esclava, principalmente a costa de profesionales de la salud, una práctica que a los efectos de hoy funciona como la trata esclava que existió en la Isla en tiempos coloniales.
Por otro lado, están las remesas de una migración secuestrada por la separación familiar y la aberración kafkiana de estar obligada a enviar dólares a sus familiares para que el régimen les entregue pesos cubanos —una moneda devaluada, sin valor en el mundo— o dólares digitales que solo se pueden usar en las tiendas de la Isla para adquirir productos con un precio como mínimo a un 240% por encima del valor al que son comprados en el exterior.
De no cambiar la actual ecuación del régimen para atraer el capital extranjero, el país seguirá en su acelerado viaje a la pobreza infinita.
Etiquetas: cuba, Emilio Morales, Havana Consulting Group, HCG, Helms-Burton, inversión extranjera, mariel, pobreza, título III, ZEDM
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