Roberto Álvarez Quiñones: La Habana: diez veces menos guaguas que 'antes'. '¿Podemos imaginarnos a una multitud enfurecida en La Habana de 1958, esperando 40 minutos o dos horas una guagua?'
Tomado de https://diariodecuba.com/
La Habana: diez veces menos guaguas que 'antes'
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'¿Podemos imaginarnos a una multitud enfurecida en La Habana de 1958, esperando 40 minutos o dos horas una guagua?'
Por Roberto Álvarez Quiñones
Los Ángeles
16 enero 2022
En 1958 La Habana, con 1,5 millones de habitantes, tenía 2.400 autobuses. En enero de 2022 hay 400 guaguas en servicio para 2,2 millones de habaneros.
Estadísticas como esas enfurecen a Raúl Castro y a la pandilla militar-civil que usurpa el poder, y asombran a los cubanos que hoy no llegan a los 67 o 70 años de edad.
Enfurecen a los jerarcas castristas porque se sienten apabullados por ellas. No tienen cómo refutar tan abrumadoras evidencias del desastre que ha ocasionado el comunismo en la Isla. Y asombran a quienes no peinan canas porque descubren lo que han perdido, o les impiden tener, desde que Cuba fue "liberada de la explotación capitalista".
Por algo el régimen prohíbe publicarlas. Nunca se han visto ni se verán tan elocuentes cifras pretéritas en Granma, Juventud Rebelde, Cubadebate, Trabajadores, etc. Al silenciarlas la cúpula gobernante aprovecha la ventaja de que con la inaudita longevidad del castrismo los ciudadanos pierden el contacto con el pasado capitalista. No lo vivieron.
Eso facilita los cuentos de camino. La elite castrista habla de "logros de la revolución" con datos que son ridículos al contrastarlos con ese pasado ignoto para muchos. De ahí la necesidad de refrescar la memoria histórica y desinflar las mentiras oficiales.
Hay 700.000 habaneros más y 2.000 guaguas menos que en 1958
Antes del castrismo La Habana era una de las ciudades más bellas, modernas y "mágicas" del mundo. Y contaba con uno de los mejores servicios de transporte por ómnibus a nivel mundial, con una guagua por cada 625 habitantes. Hoy hay un autobús por cada 5.500 habaneros, y ese autobús está que suelta los pedazos lastimosamente.
De aplicarse hoy la relación guagua-habanero de 1958 la ciudad debiera tener 3.500 guaguas en funcionamiento, pero tiene solo 400, el 11% de las que circulaban hace 64 años. ¡Casi diez veces menos! O sea, con 700.000 habaneros más la populosa urbe cuenta con 2.000 guaguas menos que a mediados del siglo XX. Y le faltan 3.100 guaguas para dar el mismo servicio de aquellos tiempos.
Semejante déficit de ómnibus solo se justificaría si se hubiese construido un sistema de trenes, subterráneos o no, como los hay en las principales ciudades de Latinoamérica. Sin "revolución" La Habana lo tendría hace décadas.
Pero ni guaguas, ni metro. Fue el director de Transporte en La Habana, Leandro Méndez, quien hace unos días informó que de 878 guaguas que posee la capital, solo 435 están funcionando. Pero luego su subalterno Henry Aldama aclaró a Juventud Rebelde que esas eran las que estaban "de alta", pero que en verdad a mediados de diciembre solo estaban en servicios 400 guaguas. Y eso, si Aldama no infló la cifra de las que funcionan realmente.
De pionera en transporte urbano, a indigente que pide limosnas
Y estamos hablando de una ciudad con un formidable pedigree en transporte urbano. La Habana en 1900 fue una de las primeras ciudades del mundo en tener en tranvías eléctricos, antes que muchas ciudades de Europa (incluida Madrid) y de la inmensa mayoría de las urbes latinoamericanas.
Ya en 1862 había sido la segunda ciudad de América Latina en tener tranvías tirados por caballos, luego de Ciudad de México (1858). También en La Habana circuló el primer automóvil en toda Latinoamérica, en 1900. Antes, en 1837, fue la primera ciudad de Iberoamérica, y tercera en el mundo, en tener trenes de pasajeros y carga (La Habana-Güines, y luego hasta Bejucal).
Hasta marzo de 1959, en que Fidel Castro las estatizó, operaban en la capital dos compañías privadas de autobuses urbanos: 1) la Cooperativa de Omnibus Aliados (COA), integrada por pequeños propietarios que adquirían una o dos guaguas y las ponían en rutas escogidas por ellos; y 2) Autobuses Modernos (AMSA).
La COA tenía 1.600 ómnibus General Motors, que eran iguales que los que prestaban servicio en EEUU. Y AMSA contaba con 800 ómnibus británicos Leyland, llamados popularmente "enfermeras" por su color blanco.
Agreguemos a eso que de los casi 144.000 automóviles que había en Cuba en 1958, según datos oficiales, la inmensa mayoría circulaban en La Habana, incluyendo 3.500 taxis, y no destartalados con 65 años de uso o sin combustible suficiente como los almendrones de hoy, y cuya cifra no la sabe nadie.
Claro, la crisis del transporte público se debe al "bloqueo", según Méndez, quien dijo que lo que más golpea son las roturas por falta de piezas, la falta de neumáticos, de baterías, material para coger ponches y de filtros de aceite. También informó que de 1,2 millones de pasajeros diarios que se transportaban hace tres o cuatro años, (hasta que se desplomaron los subsidios venezolanos), ahora son 500.000 pasajeros. Menos de la mitad.
Pero en vez de privatizar el transporte urbano para solucionar de una vez el problema la dictadura pide limosnas extranjeras. La última se la imploró a Japón y próximamente llegará a La Habana una donación de 84 autobuses nipones. Los habaneros transportados amentarán a 592.000 diarios. A los vividores gubernamentales no les importa la suerte de los otros 608.000 habaneros de los 1,2 millones mencionados, ni del otro millón de habitantes que completan la población total de la capital.
Antes de 1959, COA y AMSA ofrecían un muy eficiente servicio, con una frecuencia de entre cuatro y nueve minutos entre un ómnibus y el siguiente en las horas pico. Basta ver las fotos y películas de la época en que se ven siempre muchas guaguas en las calles.
Hoy los expertos del MITRANS dicen que se necesitan 700 autobuses, 20 rutas diferentes con 30 guaguas cada una para dar buen servicio en la capital. Falso, hacen falta 3.500 y no menos de 40 rutas. Pero hay solo 16 rutas con muy pocos ómnibus, algunas con uno solo carro en servicio, según Aldama. Y la frecuencia promedio oscila entre 40 minutos y dos horas entre una y otra. O no pasa nunca.
¿Podemos imaginarnos a una multitud enfurecida en 1958 esperando 40 minutos o dos horas una guagua en Infanta y San Lázaro, en La Virgen del Camino, o en Galiano y San Rafael? ¿De qué magnitud habrían sido las protestas callejeras?
El Gobierno, primero con dinero del Kremlin, y luego de Venezuela, gastó cientos de millones de dólares, quizás miles, en la importación de ómnibus de Checoslovaquia (Skoda), Gran Bretaña (Leyland), Hungría (Ikarus), Japón (Hino), China (Yutong), Rusia (PAZ).
Pero, por no ser propiedad privada, por ser de nadie, aquellos vehículos duraron muy poco, destrozados por falta de mantenimiento, de piezas de repuesto, desorganización, maltrato, baches en las calles, exceso de pasajeros, salarios miserables, y por las pocas ganas de trabajar que tienen los trabajadores en el socialismo. Se hicieron inventos disparatados como los célebres "camellos", armados artesanalmente, sin ventilación. Los pasajeros se asfixiaban de calor.
"Hombres nuevos" asaltan las guaguas y roban a los pasajeros
El colmo es que, encima de todo ese desastre, hoy grupos de "hombres nuevos" están asaltando ómnibus y desvalijando a los pasajeros, según reportes independientes. En el Parque de la Fraternidad, dos sujetos pistola en mano se subieron a una guagua de la ruta A-5, cerraron las puertas y despojaron a todas las personas del dinero y sus objetos de valor.
También en La Cuevita (San Miguel del Padrón) asaltaron un ómnibus y le quitaron el dinero y los teléfonos celulares a todos los pasajeros. Y a un chofer de una guagua en Alamar lo asaltaron, lo golpearon y lo dejaron desnudo en la calle. Jamás hubo en La Habana precastrista asaltos armados a guaguas para robar a todos sus pasajeros.
En fin, tal y cómo van las cosas, los carretones, volantas y quitrines de los tiempos de Arango y Parreño o Félix Varela regresarán al paisaje habanero. Pero de hechura más primitiva y tosca, y con sus cocheros armados con machetes y palos. ¡Gracias Fidel y Raúl!
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