Dimas Castellanos sobre pedagogía de José Martí donde afirma que Cuba requiere de un nuevo proyecto nacional conformado con la participación de todos, lo que implica desarrollar en las nuevas condiciones el proyecto educativo de José Martí
Nota del Bloguista de Baracutey Cubano
En la carta de José Martí a su gran amigo Fermín Valdés Domínguez de mayo de 1894 (Tomo 3, p. 168) Martí afirma:
José Martí, Obras Completas (Tomo 3, Editorial de Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1975
La pedagogía de José Martí
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Cuba requiere de un nuevo proyecto nacional conformado con la participación de todos, lo que implica desarrollar en las nuevas condiciones el proyecto educativo de José Martí.'
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Por Dimas Castellanos
Lleida, España
28 enero 2024
Cubano de talante excepcional en su fecunda trayectoria, hondo pensamiento, penetrante sensibilidad e intensa vocación de servicio, José Julián Martí Pérez (1853-1895) fue, además de político, poeta periodista, traductor y diplomático de brillante desempeño, un gran pedagogo.
Reconocido por los cubanos como Apóstol, Héroe Nacional, Maestro, fue formado en las enseñanzas del primer ideólogo independentista de Cuba: el padre Félix Varela. El proceso educativo, según Varela, consistía en que el hombre llegara a comprender su época y se invistiera del dinamismo y la creatividad necesarios para no ser aplastado por las circunstancias ni quedar neutralizados por el medio social. Proceso que en José Martí acrisoló y cobró sustancia en su expresión más acabada, al convertirse en la figura cimera de nuestra cultura nacional, pero no únicamente: su proyecto emancipador y antihegemónico, de profunda eticidad, inauguró cauces en la historia y cultura americana y universal.
Iniciador, en la prosa y el verso, del movimiento modernista, sus textos han sido traducidos y publicados en el mundo entero. Hacedor de una nueva forma de periodismo y, finalmente, gestor de una revolución heredada del legado de nuestros padres fundadores y de las luchas que le precedieron —cuyos principios esenciales conservan hoy indiscutible validez–, Martí retomó el inconcluso proceso de conformación de la nación cubana para conducirla hasta una república moderna, concebida como igualdad de derecho de todo el nacido en Cuba, espacio de libertad para la expresión del pensamiento y de una economía diversificada en manos de muchos pequeños propietarios. Para que cada cubano fuera hombre político enteramente libre.
A su vez, percibía la patria como "dicha de todos, dolor de todos, y cielo para todos, y no feudo ni capellanía de nadie". Propósito y definiciones que remató en noviembre de 1891 en su discurso "Con todos y para el bien de todos", con aquel ideal tan lejano aún: "Yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre".
Con ese fin analizó las causas del fracaso de la Guerra de los Diez Años, que a pesar de los sacrificios y de la sangre derramada, no logró su objetivo. Del análisis extrajo un sistema de principios con los que amalgamó su teoría de la revolución: el concepto de guerra necesaria y el papel del partido como institución organizadora; eslabones mediadores para arribar a la república moderna: un magno proyecto que incluía la formación de un pueblo capaz de autogobernarse a través de cuerpos representativos electos democráticamente. Es decir, un propósito estrechamente vinculado a la enseñanza, que se resume en los siguientes seis puntos de su ideario pedagógico:
- "Cerrémosle el paso a la república que no venga preparada por medios dignos del decoro del hombre, para el bien y la prosperidad de todos los cubanos"
- "Quien quiera nación viva, ayude a establecer las cosas de su patria de manera que cada hombre pueda labrarse en un trabajo activo y aplicable una situación personal independiente"
- "Educar es depositar en cada hombre el resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es ponerlo a nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo bajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar el hombre para la vida"
- "La felicidad general de un pueblo descansa en la independencia individual de sus habitantes. Una nación libre es el resultado de sus pobladores libres"
- "Un pueblo instruido será siempre fuerte y libre (…): toda nación será infeliz en tanto que no eduque a todos sus hijos. Un pueblo de hombres educados será siempre un pueblo de hombres libres"
- "Si los pobres se habitúan a pedirlo todo al Estado, cesarán a poco de hacer esfuerzo alguno por su subsistencia (…) De ser siervo de sí mismo, pasaría el hombre a ser siervo del Estado. De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, irá a ser esclavo de los funcionarios"
Como vemos, Martí concibió la educación como función social transformadora de las condiciones socioculturales y económicas; como puente de oportunidades para el desarrollo integral del cubano, preparado a participar en la política de su país. De ahí lo antinatural del monopartidismo, cuya implantación implica la destrucción de los demás partidos políticos, tal como ha ocurrido en Cuba con la instauración del modelo más perfecto y terminado de régimen totalitario, que ha llevado a Cuba al estancamiento y el fracaso.
La pedagogía martiana aboga por la enseñanza para la vida y su carácter práctico. Son ideas humanistas relacionadas con la sensibilidad, el amor, el respeto y la dignidad humana. A partir de ellas como maestro, desarrolló una práctica pedagógica con cubanos y puertorriqueños, desde 1891 en La Liga, en Nueva York, donde todos los lunes reunía a familias para impartirle clases de distintas materias.
José Martí es una rara simbiosis de amor, intuición, pasión, magnetismo, armonía y profundidad, sin la cual habría sido imposible enfrentar, en las condiciones de Cuba, la obra de preparar un pueblo y organizar una guerra que condujera a una sociedad de paz, armonía y justicia.
La guerra necesaria organizada por Martí condujo a la República de 1902 con independencia incompleta y soberanía limitada. Aunque las constituciones de 1901 y 1940 sentaron las bases para el fomento de una sociedad democrática, nuestra carencia cívica desembocó en la ingobernabilidad que llevo al golpe militar de 1952, y seguidamente a la respuesta insurreccional que triunfó en 1959 y que nos ha retrotraído a una situación peor a la existente en la época colonial.
Fracasado el totalitarismo, ajeno a la naturaleza humana, ante la ineludible necesidad de cambiar, las autoridades cubanas han optado por copiar el modelo oligárquico de Rusia, impropio de nuestras necesidades e idiosincrasia. Pasado más de un siglo de la caída en combate de José Martí, la república con todos y para el bien de todos, por la que vivió y murió el Maestro, continúa pendiente.
Cuba requiere de un nuevo proyecto nacional conformado con la participación de todos, lo que implica desarrollar en las nuevas condiciones el proyecto educativo de José Martí. Para que los cubanos puedan desempeñar el papel activo y determinante que les corresponde en los destinos nacionales, junto a la necesaria restitución de las libertades suprimidas, se impone retomar la labor formadora que inició el padre Varela y continuaron eminentes cubanos, entre ellos José Martí.
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Martí, en una carta rimada del 21 de octubre de 1889 (Tomo 16, 354-358), dirigida a un antiguo compañero y colaborador, el anexionista Néstor Ponce de León, expuso sus convicciones antianexionistas pero a la vez el respeto a las ideas de los demás.
A mi Señor
Néstor Ponce de León:
Viene a decirme Capriles
Que alguien dijo en Broadway,
Que en mi discurso exclamé:
“¡Los anexionistas viles! ”
¡Bien y con mucha razón
Me mandó usted el recado
De tenerme preparado
El espinudo bastón!
Miente como un zascandil
El que diga que me oyó
Por no pensar como yo
Llamar a un cubano “vil”.
.....................................
Donde no nos puedan ver
Diré a mi hermano sincero:
“¿Quieres en lecho extranjero
A tu Patria, a tu mujer? ”
Pero enfrente del tirano
Y del extranjero enfrente,
Al que lo injurie: “Detente”
Le he de gritar: “¡Es mi hermano!”
En la Patria de mi amor
Quisiera yo ver nacer
El pueblo que puede ser,
Sin odios y sin color.
Quisiera, en el juego franco
Del pensamiento sin tasa,
Ver fabricando la casa
Rico y pobre; negro y blanco.
Y cuando todas las manos
Son pocas para el afán,
¡Oh, patria, las usarán
En herirse los hermanos!
Algo en el alma decide,
En su cólera indignada,
Que es más vil que el que degrada
A un pueblo, el que lo divide.
¿Quién con injurias convence?
¿Quién con epítetos labra?
Vence el amor. La palabra
Sólo cuando justa, vence.
Si es en uno el honor, los modos
Varios se habrán de juntar:
¡Con todos se ha de fundar,
para el bienestar de todos!
Su Martí
N.Y. 21 de octubre de 1889
El Mártir de Dos Ríos nunca sintió odio o rencor contra los anexionistas o contra cualquier otra persona. Es bueno aclarar que solamente en su pequeña obra ¨Abdala¨, escrita a los 16 años, es donde habla positivamente del odio o rencor al definir el amor a la patria como ¨…el odio invencible a quien la oprime; es el rencor eterno a quien la ataca¨ (Tomo 18, p. 19). Después de la experiencia del presidio político desterró a esas palabras de su corazón y cuando llamó a la Guerra Necesaria, no recurrió al odio al enemigo para hacer de los combatientes revolucionarios frías y eficientes máquinas de matar. En su obra sobre el presidio político en Cuba escribió:
«La venganza y el odio son dos fábulas que en horas malditas se esparcieron por la tierra»
Años más tarde y siendo coherente con su doctrina de amor, sentenció:
¨En pueblos, sólo edifican los que perdonan y aman. Se ha de amar al adversario mismo a quien se está derribando en tierra. Los odiadores debieran ser declarados traidores a la república. El odio no construye¨ (Tomo 14, p. 496)
Etiquetas: Abdala, amor, anexión, anexionista, casta, cuba, Dimas Castellanos, educación, José Martí, nación, nacional, nuevo, odio, pedagogía, pedagogo, poder, Proyecto, vil, zascandil
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