miércoles, marzo 06, 2024

El actor cubano Ramoncito Veloz Fernández cuenta sus inicios, la decisión de salir de Cuba, la sobrevivencia en España, el cambio a Miam

 Tomado de https://adncuba.com

EXCLUSIVA: ACTOR CUBANO RAMONCITO VELOZ CUENTA SU HISTORIA

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En exclusiva, el popular actor cubano cuenta su historia de vida

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Por ADNCUBA

03/04/2024

El actor cubano Ramoncito Veloz nos cuenta su historia. Sus inicios, la decisión de salir del país donde triunfó, la sobrevivencia en España, el cambio a Miami, el encuentro con una mujer que lo amaba, sus experiencias respecto a la pandemia, el reencuentro con una hija que no conocía, además del amor por su hijo y su familia.

Entrevista exclusiva para ADN Cuba por Nitsy Grau.



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Cuba en Miami

2017

Sobre Vivir en Miami: Entrevista exclusiva con Ramoncito Veloz


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Las Tropas Coheteriles Antiaéreas –TCA

Por Rogelio Fabio Hurtado
abril 6, 2016

Marianao, La Habana, Rogelio Fabio, (PD) Al concluir la Crisis de Octubre con el acuerdo entre las dos grandes potencias, el único armamento pesado que permaneció en Cuba fueron los cohetes tierra-aire, dado su carácter estrictamente defensivo.

Concebidos para operar en territorios continentales, la verdad es que le quedaban un tanto grandes al archipiélago cubano, pero como al caballo regalado, el Gobierno Revolucionario los aceptó gustoso.

En su discurso del 13 de marzo de 1963, el entonces Primer Ministro Fidel Castro, además de lanzar su primer golpe contra el llamado Sectarismo al cuestionar la burda adulteración del testamento político del líder estudiantil José Antonio Echevarría, del cual habían suprimido la referencia a Dios, aprovechó para realizar un llamado para que los estudiantes se incorporasen a un curso de armas estratégicas que convocarían en breve las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Pocos días después, fuimos convocados los militantes y aspirantes a una urgente reunión en el teatro del Instituto de la Víbora, donde se nos arengó para que diésemos “el paso al frente” y nos incorporásemos a “la defensa de la Patria”, asegurándonos que algún día seríamos considerados héroes, etc. Muchos levantamos la mano.

Así, el 9 de abril del mismo año, los convocados estábamos frente al Instituto, ligeros de equipaje, formando un pequeño pelotón, para encaminarnos hacia el cercano Quinto Distrito Militar.

¡Acababan de nacer las Tropas Coheteriles Antiaéreas!

Entre los reclutados, estaban el joven cantante Ramoncito Veloz , el futuro fotógrafo Iván Cañas Boix, un hermano del músico Pello el Afrokán y el inefable Honorio López alias Billy the Kid. También quienes llegarían a ser mis grandes amigos, Rafael Tamayo de los Reyes, Eduardo Aguiar, Norberto Chappé y René Ruisánchez.

Arribamos una madrugada de fines de abril a la base aérea de San Julián, en los remates de Guane. Estábamos orgullosos de ser los primeros cadetes de nuestras nacientes Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Todo iba muy bien, aunque el ansiado encuentro con las armas estratégicas no acababa de producirse.

Un mal día llegó a la base una guagüita verde olivo, de la que se apearon una decena de sargentos, procedentes de la provincia de Oriente. Venían a sustituir a los oficiales de milicias, que permanecían con nosotros desde La Habana. Estaban castigados, y comenzaron de inmediato a castigarnos.

De inmediato desapareció todo vestigio de tropas élites. Todos sin excepción de muy bajo nivel cultural, se encarnizaron contra los estudiantes habaneros y trataron de ser respetados a la brava. Aquello convirtió a la base en un desastre de indisciplina. Entretanto, el dichoso curso no acababa de empezar.

Hoy sabemos que Fidel Castro había cambiado de idea y ahora quería que las dotaciones soviéticas no se retirasen de Cuba, porque temía que una vez embarcado el último tovarich, Kennedy echase a la basura su promesa de no invasión. Consideraba rehenes a los soldados soviéticos que permanecían en la Isla.

Mientras, nosotros marchábamos por gusto en San Julián, obedeciendo órdenes absurdas de sargentos ineptos.

Finalmente, cuando ya no pudieron dilatarlo más, comenzamos el dichoso curso, que consistió en una serie de clases de radiotecnia, impartidas por profesores soviéticos en ruso y malamente traducidas por piribochis cubanos.

Eran sesiones aburridísimas, donde ni los fanáticos a la reparación de radios y televisores aprendían nada. Yo me quedaba dormido que daba gusto y mi pobre libreta secreta pagaba las consecuencias.

Finalmente, un día, al finalizar el cursillo, nos llevaron a conocer el emplazamiento coheteril soviético, que estaba al fondo de la pista.

No negaré que la visita me impresionó. Aunque vestían de civil, todo allí transparentaba marcialidad. Portaban armas para nosotros desconocidas y llevaban grandes cascos verdes, iguales a los norteamericanos.

La instalación era clásica, con altos taludes que permitían cubrir las rampas con una tela de enmascaramiento que tamizaba la luz, imponiéndole al escenario una luminosidad novedosa. Esto llamaba más la atención en el centro del emplazamiento, donde se agrupaban las cabinas, alrededor de la gigantesca Cabina P, sobre la que permanecían las tres antenas de la estación.

Aquella primera visita fue inolvidable y única. Después, los demás emplazamientos que conocí nunca fueron tan minuciosamente cinematográficos.

Tras el curso, a cuya graduación acudió el comandante Raúl Castro, realizaron la selección del personal que viajaría a la URSS, momento decepcionante para todos los que, habiendo sido convocados con esa promesa, quedamos defraudados. La tal selección no tomó en cuenta ni los resultados ni la conducta durante el Curso. Fue arbitraria. Incluyó a gente que ni siquiera había estado en San Julián. Al parecer, solo se basaron en los antecedentes familiares de cada cual, favoreciendo a quienes tenían familiares militantes del Partido Socialista Popular (PSP), por lo tanto eran PC – personal de confianza.

Yo, el indisciplinado 275, con un primo hermano preso en La Cabaña, obviamente no podía aspirar más que a ser sospechoso.

Fuimos repartidos por las distintas bases en el occidente. A mí me tocó la instalada en Canímar para proteger los cielos matanceros, experiencia que he recogido en unos cuantos poemas, publicados por el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal en sus dos libros acerca de Cuba.

Muchos años después, comprendí la razón por la cual Fidel Castro no se ocupó de nosotros y ni siquiera nos mencionó en ninguno de sus interminables discursos: las TCA nunca fuimos sus tropas favoritas. Él se hubiese sentido mucho más seguro si los tovariches no lo hubiesen abandonado entonces.
rhur46@yahoo.com; Rogelio Fabio Hurtado

Notas:
La base de cohetería antiaérea estaba emplazada en un área de 400 metros cuadrados. Había 6 rampas de lanzamiento, ubicadas simétricamente alrededor de la Cabina P, donde estaban instaladas las tres antenas básicas, una para la radiolocalización del objetivo por su altura, otra por el eje horizontal y una tercera, más pequeña para enviarle los mandos al cohete. En el centro, próximas a la Cabina P, se ubicaban las Cabinas A y U. En la primera se elaboraban los mandos para el proyectil. En la segunda, importantísima, tres operadores auxiliaban al oficial de conducción y disparo a realizar la radiolocalización del objetivo y a disparar el cohete. Con cuatro luminosas pantallas, parecía un camión de control remoto de la televisión.

Cada rampa podía efectuar un solo disparo, pero la estación podía realizar dos o tres disparos contra un mismo objetivo.

El personal a cargo se dividía en: una batería técnica, integrada por los operadores de las tres cabinas y la segunda batería, formada por los ramperos, quienes atendían las rampas de lanzamiento; uno de ellos debía permanecer junto a la pieza hasta pocos segundos antes del disparo, pues debía asegurarse de que el seguro de la rampa se retirase para, en caso contrario, hacerlo manualmente.

La dotación se completaba con una escuadra de telecomunicaciones y el personal que atendía las máquinas diesel que suministraban toda la energía necesaria para la estación. En total, alrededor de cien hombres, incluidos los oficiales al mando.

¿CÓMO FUNCIONABA?
El potencial objetivo era detectado por un radar de gran alcance, llamado P 15. Su localización llegaba por audífonos al planchetista, quien inmediatamente comenzaba a trazar su recorrido con lápices de colores sobre un gran mapa cuadriculado, a la par que voceaba esto a los del mando de la unidad, quienes permanecían sentados frente al mapa-plancheta.

Si el objetivo alcanzaba la distancia marcada sobre la plancheta con una circunferencia, el Mando ordenaba a toda la estación alistarse para el trabajo combativo.

Las cabinas U y P comenzaban a colimar al objetivo para estar listas para la orden del Mando de efectuar el disparo.

Una vez disparado el cohete, la cabina A elaboraba los mandos para guiar al cohete hacia el objetivo, guiándose por la señal de este que le suministraba la cabina P.

A medida que se acercaba a su objetivo, el cohete activaba en la punta un pequeño radar, cuya señal de rebote iba ganando intensidad hasta hacer explotar al proyectil lo bastante cerca de su objetivo para derribarlo.

Si el cohete perdía contacto con los comandos trasmitidos desde la cabina P, explotaba pocos segundos después.

Contra un mismo objetivo podían dispararse hasta tres cohetes simultáneamente.

Los aviones de combate enemigos poseían medios electrónicos para advertir cuando eran detectados y emitir señales radiotécnicas fantasmas. De la experiencia y pericia de los operadores de la cabina U y del oficial de tiro dependía acertar con la verdadera señal.

En Cuba, fue derribado un U-2 el sábado 27 de octubre de 1962, en plena Crisis, sobre el territorio de Banes, al norte de Oriente.

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