TAN CERCA Y TAN LEJOS // ANTICASTRISMO TOTALITARIO
Nota del Blogguista
La dictadura totalitaria cubana no necesita coartadas, argumentos ni pruebas para reprimir y encarcelar a sus opositores; eso se ha demostrado durante d'ecadas. Por otra parte, a ning'un opositor o periodista independiente se le obliga a aceptar dinero ya sea de organizaciones de exiliados cubanos, de agencias de noticias o del gobierno de los Estados Unidos.
En la Oposici'on y en la Disidencia cubana que sobrevive en Cuba est'a muy extendido el convencimiento que una gran parte de esa ayuda no llega nunca a Cuba; de la poca que llega a Cuba, la mayor parte se queda en La Habana y que de esa ayuda que llega a La Habana y a las otras provincias, la mayor parte se concentra en determinadas figuras de la Disidencia y de la Oposici'on cubana que son l'ideres de organizaciones.
Cada opositor, disidente y periodista independiente puede decidir seg'un sus convicciones, riesgos que est'a dispuesto a correr, necesidades, etc.. si la acepta o n'o.
Con respecto al art'iculo de Alejandro Armengol dir'e que en casi todas las corrientes pol'iticas, religiosas, etc.. hay individuos que asumen posiciones extremas dentro de esas corrientes. Alejandro Armengol habla de que buena parte del anticastrismo en Miami no es verdaderamente democrático, aunque no da m'as elementos sobre su magnitud. Lo primero que tendr'ia que definir Armengol es definir el t'ermino anticastrista.
Pero lo que me es muy dif'icil aceptar es la expresi'on de Armengol " ... lo que no es posible es mantener el silencio y la paciencia frente a una posición esgrimida sólo para el beneficio de unos pocos." , pues en sus anos juveniles universitarios en la Universidad de La Habana mantuvo siempre el silencio y la paciencia , a'un cuando el r'egimen cubano desintegr'o , a trav'es del ICAIC, el grupo de cine ARTE 7 de Extensi'on Universitaria que fue dirigido, hasta su suicidio, por el exministro Alberto Mora y al cual Armengol pertenec'ia.
Luis Cino
LA HABANA, Cuba - Julio (www.cubanet.org) - Lo confieso, tiemblo cada vez que el gobierno norteamericano anuncia nuevas medidas para acelerar la llegada de la democracia a Cuba.
Dichas medidas generalmente son impracticables, inefectivas y contraproducentes. Sus únicos resultados son ganar votantes entre el electorado cubano americano y dar coartadas adicionales al régimen de La Habana para seguir apretando el dogal.
Ha sido así durante casi medio siglo. El embargo norteamericano aún sigue siendo la justificación del régimen para cualquiera de sus excesos represivos.
El nuevo informe de la Comisión para una Cuba Libre del Departamento de Estado es más de lo mismo. Los 80 millones de dólares destinados a apoyar la disidencia y un inquietante capítulo secreto han vuelto a exacerbar la paranoia de la dictadura.
Quizás no sea tanta. Es parte del juego. Las nuevas medidas convienen al régimen más de lo que lo preocupan. Le da nuevos argumentos para calificar otra vez más de "mercenarios al servicio del imperialismo yanqui" a todo aquel que se le oponga.
La dictadura se siente amenazada o quiere aparentarlo. Es lo mismo. En un régimen compulsivamente represivo como el cubano, eso no hace augurar nada bueno derivado de las nuevas medidas. Digo, a no ser que su verdadero objetivo sea poner nervioso y hacer rabiar al régimen.
Me temo que esta vez hay algo más bajo el mantel. Sólo un poco más. Lo suficiente para activar los gatillos de la represión. Por lo pronto, el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, no dejó lugar a dudas. Algunos pagarán con años de cárcel los platos rotos.
La nueva ola represiva puede estarse incubando. Esta vez sería en verano y probablemente no tan espectacular como la de la Primavera Negra de 2003. Algo deben haber aprendido de su error en cuanto a costos políticos.
El Presidente George W. Busch y el Secretario de Comercio y miembro de la Comisión para una Cuba Libre del Departamento de Estado, el cubano americano Carlos Guti'errez, antiguo presidente de la Kellog's --->
De nuevo, la declarada intención del gobierno norteamericano de ayudar a traer la democracia a Cuba puede ocasionar más daños que beneficios.
El asunto lució mal desde el comienzo. La mera creación en Washington de una Comisión para implementar la transición a la democracia en Cuba, con coordinador norteamericano incluido, es inquietante.
La dictadura utilizó una implícita injerencia extranjera como razón para agitar el espantajo nacionalista y patriotero. Atizó en la población el miedo al cambio utilizando todos los medios a su alcance, desde discursos hasta animados de TV. De paso, a propósito de las limitaciones de los viajes y remesas a Cuba, trató de erigirse hipócritamente en el artífice de la unidad de la familia cubana.
La cuestión de los fondos para ayudar a la oposición está siendo explotada por el régimen. Ha creado una polémica entre los disidentes. La ayuda económica es necesaria, venga de donde venga, el problema es su costo. Muchos líderes opositores han advertido que debe ser sin condicionamientos.
La ayuda económica no debe ser el meollo del asunto. Primero que todo, porque realmente no lo es. Con fondos o sin ellos, la oposición al régimen no desaparecerá, y tampoco el régimen les descolgará el sambenito de "mercenarios".
Tanto el régimen cubano como sus opositores saben que la mayor parte de ese dinero no llegará a Cuba. Se quedará trabado por los caminos de proyectos inviables. Se enredará en los vericuetos legales del embargo. Los disidentes seguiremos siendo rehenes de Fidel Castro y la TV Martí seguirá siendo invisible en Cuba.
El coordinador Caleb McCarry no logró tranquilizar a muchos con su explicación de que el Plan no se impone a los cubanos, sino que se implementaría si un futuro gobierno de transición solicita ayuda a Estados Unidos. Respondiendo a un periodista indiscreto, no descartó que esta ayuda incluyera un eventual envío de tropas norteamericanas.
La ayuda norteamericana, si es desinteresada y sin condicionamientos, será muy necesaria. Quién lo duda. Sólo me pregunto, a este paso, quiénes integrarán el gobierno de transición que la solicite.
Si Washington sigue generosamente brindando coartadas al régimen cubano para el aniquilamiento de la disidencia interna, llegada la hora de la transición, quizás el diálogo sea con la facción verde olivo que triunfe en la guerra civil... Probablemente, será tan plattista como los que aplauden el Plan Bush o los que preparan la nueva ola represiva en La Habana.
Fidel Castro se acerca a los 80 años, los mandarines levantan el cadalso para los disidentes. Mientras, los herederos designados escogen el modelo de sucesión más ilegítimo y chapucero que se les ocurra, Estados Unidos espera su momento de ocupar un sitio en la ecuación… Elija usted su pesadilla.
Cuba, como México, todavía más, sigue estando lejos de Dios y demasiado cerca de los Estados Unidos.
Jul. 17, 2006
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Anticastrismo totalitario
ALEJANDRO ARMENGOL
El pecado original de buena parte del anticastrismo en Miami es que no es verdaderamente democrático. Esta es la realidad tras las posiciones de un nutrido grupo de miembros del llamado exilio histórico, quienes a diario declaran estar dedicados a la lucha por la libertad de Cuba mientras defienden dictaduras pasadas y presentes, terroristas y censores.
<--- Alejandro Armengol Frente al régimen castrista, estos exiliados encuentran su definición mejor. Sólo que lo que es bueno para ellos no es necesariamente bueno para el pueblo cubano. Además de una vocación caudillista que nunca los abandona, se aferran a tácticas y puntos de vista caducos. Su ideal es ejercer el monopolio del pensamiento opositor y viven en un mundo donde la guerra fría no ha terminado. Este tiempo detenido puede que les llene de esperanza, desde un punto de vista existencial, pero contribuye a que su visión de la isla tenga validez apenas en la Calle Ocho. Ese aferrarse al pasado hace que sean los únicos herederos de la política de Washington de la época de Eisenhower y los hermanos Dulles, cuando era preferible un tirano anticomunista a un gobierno progresista. La época que propició la existencia de Odría, Rojas Pinilla, Pérez Jiménez, Trujillo, Somoza, Stroessner y Batista. Mentalidad que luego los llevó a apoyar a Pinochet y Fujimori, sin olvidar diversas dictaduras militares y una nostalgia fervorosa por la España de Francisco Franco. A esta estrategia de los años cincuenta del siglo pasado se ha unido la paranoia de los ex que durante décadas se han incorporado al exilio, y que al tiempo que se identifican con el pensamiento de sus antiguos enemigos, son incapaces de librarse de la lógica del partido, dedicados ahora a aplicarla en la dirección contraria. La tendencia hacia el totalitarismo es visible en el interés por anular toda opinión contraria y ejercer la censura, en la incapacidad para admitir la independencia de poderes y en una voluntad dispuesta a imponer sus criterios. Imposible que las ideas democráticas estén a salvo entre quienes no son demócratas. El anticastrismo totalitario sueña a diario con la muerte de Fidel Castro. La imagina semejante a la partida del dictador Fulgencio Batista de la isla. Muere este otro dictador y el reloj da una marcha atrás vertiginosa. Incapacitado frente al futuro y prisionero del presente, sólo le queda mirar al pasado. Por supuesto que Cuba cambiará a la muerte de Castro. ¿Cómo y cuándo? Ante la imposibilidad de respuestas, algunos prefieren refugiarse en la fantasía. Ahí está Washington para proporcionarla. El famoso plan de la Comisión para la Asistencia a una Cuba Libre es una farsa millonaria. Un informe burocrático que no dice nada y promete mucho: $80 millones es una cifra considerable. Pero como declaró la líder disidente Martha Beatriz Roque: ``Casi todo se queda en proyectos que se hacen en Estados Unidos''. Hay dos funciones claras que cumple este proyecto: ''demostrar el interés'' del gobierno del presidente George W. Bush en acelerar la transición democrática en Cuba y repartir dinero entre determinados grupos en el exilio y para las transmisiones de Radio y Televisión Martí. Ambas son políticas, pero no estamos hablando de política internacional sino de campañas políticas: el dinero de los contribuyentes rebajado a un destino electoral. Los fondos deben ser aprobados por el Congreso, así que los republicanos cuentan con un argumento excelente para solicitar el voto cubanoamericano. La cuestión aquí no es negar la necesidad de fondos para apoyar a quienes disienten y se oponen a Castro, ni estar en contra de que los cubanos reciban más y mejor información. La clave es la utilización del dinero y el hecho de que buena parte de la disidencia ha manifestado su rechazo o al menos su reserva ante el ofrecimiento de un dinero no solicitado. El temor es que al final, si son aprobados, estos fondos sean malgastados en transmisiones que no llegan a los cubanos, turismo anticastrista y una que otra publicación torpemente armada y más preocupada por el pasado que en la realidad cubana. Washington ha elaborado un plan a la medida para justificar la retórica entre Miami y La Habana. Ha llegado el momento de reconocer que en Miami se libran dos luchas simultáneas. Una contra el régimen castrista y otra contra el monopolio anticastrista. No son dos luchas iguales y no se intenta equipararlas. La primera está bien definida. La segunda es un debate entre la amplitud de criterios y el aferrarse a una estrategia caduca, irreal y que sólo sirve a los fines electorales. Pero lo que no es posible es mantener el silencio y la paciencia frente a una posición esgrimida sólo para el beneficio de unos pocos. aarmengol@herald.com
"Acuérdate de los presos como si tú también lo estuvieras".
Hebreos 13-3
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