MÉXICO Y EL PELIGRO DE MIRAR HACIA ATRÁS
México y el peligro de mirar hacia atrás
Por Yaxys Dallán Cires Dib
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Lo acontecido en México durante estos meses posteriores a las elecciones y en el día de ayer específicamente, cuando una turba de intolerantes impidió que el presidente de la República presentara su informe a la nación, el último de su sexenio como gobernante, me dio la impresión de que también en la clase política mexicana hay personas que miran hacia atrás. Mirar hacia atrás puede ser para no cometer los mismos errores –lo sé-, pero también puede ser para cometerlos nuevamente. El camino hacia la tierra prometida -“la democracia”- es difícil y requiere de menos privilegios personales y mayor concertación y dialogo; algunos prefieren los tiempos del autoritarismo y de la imposición a toda costa de un modelo de vida social.
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El preferir los tiempos de crispación, de la demagogia y del discurso efectista es una inclinación volitiva por el estado de “guerra de todos contra todos”, donde se partiría de la premisa de que el hombre es lobo para su semejante. La lógica de la democracia es otra, como también era otra la lógica de Ghandi. La violencia es ajena a la democracia.
Lo sucedido hoy en el Palacio Legislativo de San Lázaro evoca los tiempo de la Antigua Grecia, pero no a los de la imperfecta pero bastante civilizada Atenas, sino a los de la belicosa e intransigente Esparta. En ella los ciudadanos que participaban en las asambleas o Apellas no se expresaban opinando o debatiendo: lo hacían gritando, con ruidosas y escandalosas expresiones; por ello Aristóteles le llamó a esas reuniones “asambleas pueriles”. Atenas, con un sistema abierto, dialogante y con leyes serias, se desarrolló. Aprovechó los beneficios del comercio e hizo que por lo menos sus ciudadanos se sintieran privilegiados en la polis-estado. Esparta solo consiguió el atraso.
Las naciones latinoamericanas, y con mayor fuerza México, tienen que mirar hacia delante. No pueden dedicar tiempo a la retórica cuando tienen que invertirlo en solucionar los graves problemas sociales que les acechan. La macroeconomía mexicana está mejorando considerablemente y ese buen paso no se debe perder. Todavía tiene que solucionar los problemas de equidad social, los problemas migratorios. Como dije en un artículo anterior, éste es un gran país, y tienen todas las potencialidades para mirar hacia el futuro. Mexicanos: no dejen que un grupo de autoritarios hagan de su bello Zócalo o de su Congreso nefastas plazas al estilo de las que tenían los hijos de Licurgo.
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