domingo, septiembre 03, 2006

RIDÍCULO INTERNACIONAL

Tomado de Cuba Encuentro.com


Ridículo internacional



Por Michel Suárez


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Cubavisión y el éxito de mostrar el estado material y mental de una isla.
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Acaba de llegar a China la señal de Cubavisión Internacional, sin dudas un suceso donde los haya. La Habana ha demorado casi medio siglo en situar una señal televisiva permanente al otro lado del mundo y, sin embargo, se felicita. Hace poco más de un año se hizo el milagro y la 'imagen oficial' de la Isla aterrizó en Europa. También hubo informes grandilocuentes y celebraciones que en España (ese atrasado país de antaño que tuvo televisión seis años después que Cuba) sonaron a guasa.

El retraso tecnológico que ha supuesto el castrismo sigue permitiendo ocurrencias como éstas. Los antiguos alumnos son hoy profesores galácticos, y el nivel de ridiculez que entraña la calidad televisiva de la Isla —ahora amplificada, para más inri— es la peor propaganda que ha podido hacerse el régimen al globalizar sus miserias materiales, tecnológicas, artísticas y de expresión.

¿Cómo un país que tuvo televisión en fecha tan temprana como 1950 ha llegado a tal escalón del desprestigio?

De princesa a Cenicienta

Sólo en 2005, 46 años después de la llegada de Castro al poder, Cuba logró poner en antena cuatro cadenas nacionales de televisión y superar así la cifra de los tres canales existentes en 1958: CMQ Televisión, Unión Radio Televisión y Telemundo.

Con la intervención de las estaciones terminó el proceso de innovación y liderazgo existente hasta entonces. Un ejemplo lapidario lo hallamos en el impasse sufrido por la televisión en colores. Cuba fue el primer país latinoamericano en disfrutarla, y el segundo del mundo, según datos de la Organización de Estados Iberoamericanos (OIE).

Sin embargo, después de su exitoso lanzamiento entre los años 1958 y 1959, el color no pudo desarrollarse integralmente hasta 1975. Todavía en 1980 algunos programas emitidos desde los estudios del Vedado eran en blanco y negro. Y en los canales provinciales de entonces (en Santiago de Cuba y Holguín), el blanco y negro compartió emisiones con los colores hasta terminar la década de los ochenta.

Ahora la moda radica en los denominados canales educativos, que en número de dos acribillan a los cubanos de inútiles clases de ajedrez o botánica, aunque también de algunos filmes extranjeros de excelente factura; todo sea dicho. Pero la calidad de formatos, programas, transmisiones, escenografías y demás aspectos técnico-artísticos nacionales no puede siquiera compararse con la de otros países del Tercer Mundo, estrenados en estos trajines mucho después.

Debido a la férrea censura y al control gubernamental sobre el medio, Cuba ha salido bastante ilesa del impacto de la llamada "telebasura"; aunque esa misma receta le ha valido para aislarse de las tendencias televisivas contemporáneas y de algo mucho más clamoroso: desde la llegada de Castro al poder, el nivel de la calidad audiovisual bajó tanto que nunca más la Isla ha servido de referente latinoamericano e internacional en ningún aspecto de la televisión, como sí lo había constituido entre 1950 y 1959.

Viva imagen de una isla

Hoy, lo que La Habana celebra y presenta como un éxito es la mayor espada de Damocles que pende sobre la cabeza del régimen ante los ojos del mundo, sean estos ibéricos, galos o chinos. Los informativos de Cubavisión Internacional hablan por sí solos de la excepción cubana: a los españoles les recuerda la dictadura de Franco —tanto por la calidad de la producción como por la manipulación informativa—; a los alemanes, la propaganda nacionalsocialista; y a los ingleses el mundo totalitario narrado por Orwell, a falta de una experiencia cercana propia.

De paso, la televisión internacional de Cuba sirve en España para otros menesteres no menos importantes. La columnista Maruja Torres bromea reiteradamente en el diario El País con las perlas de la tele habanera, los telediarios españoles toman imágenes de las mesas redondas en fechas excepcionales, pero califican a las mismas de "aburridos programas de adoctrinamiento". Y lo más hilarante: los programas humorísticos, como no podía ser de otro modo, se sirven gustosos de estupideces brutales como el "Noticiero Cantado" de la revista Buenos Días.

Más allá de esta huella triste, y en un espectro saturado de cientos de canales de diversa laya, el impacto de la televisión cubana está muy cerca de ser nulo en sociedades multimedia como éstas. No sólo por sus posiciones dogmáticas, sino por su aplastante mediocridad.

Así y todo, las fanfarrias de La Habana tocan a rebato. La directora del canal, Grisell Pérez, informó en China que Cubavisión cuenta con unos 20 millones de abonados en todo el mundo, "lo cual significa que existen unos 100 millones de televidentes potenciales en el continente americano, Europa y ahora en Asia". ¡Qué vivan Palmas y Cañas y las telenovelas de palo! A juzgar por el triunfalismo oficial, cualquiera se cree en Guanabacoa o en Los Hoyos que este mundo nuestro, cansado de tanto vil comercio y frivolidad, tiene en Cubavisión la fuente de la nueva vida; mientras, ese mismo cubano, ruega poder intercambiar roles con la agotada Europa… y morirse de banalidad.

Lo de potencial va subrayado y en negritas. Cubavisión es un canal más en una interminable lista de ofertas disponibles en los satélites y compite en igualdad de condiciones con señales temáticas y generalistas de diversas calidades. O mejor dicho, en peores condiciones que cualquier otro canal de México, Ecuador o Miami, porque sus colores son hepáticos, sufre desacoples entre imagen y sonido y se sustenta en una estética setentista. La televisión del 'museo' no puede sustraerse de su entorno.

Las empresas que distribuyen la señal cubana en España no tienen constancia de sus datos de recepción y, TNS Sofres, la entidad de medición de audiencias televisivas de referencia en el mercado español, tampoco la incluye en sus investigaciones. ¿Por qué? Una fuente del Estudio General de Medios de España (EGM), que controla los datos de canales terrestres y satelitales, declara: "Será porque no es de interés para este mercado".

¿Lo tendrá para el mercado en idioma mandarín?