viernes, enero 26, 2007

LA FUTURA SUBSISTENCIA ALIMENTARIA EN CUBA

La futura subsistencia alimentaria en Cuba

Por Jorge Salazar Carrillo

La situación precaria de la producción azucarera en Cuba le ha costado al país su desaparición entre los puros exportadores del dulce --que no tienen a su vez que importar-- y una reducción del consumo interno de 700,000 a 350,000 toneladas anuales.

Aunque no tan bien diseminado, no ha sido muy diferente al resultado para el otro tradicional producto cubano de exportación: el puro. Hoy en día la industria tabacalera está prácticamente en manos de la firma española-francesa Altadís, que hasta ha asumido la asistencia técnica a los vegueros cubanos, ahora más independientes dado el fracaso del comunismo en la agricultura del tabaco.

Hoy en día la gran mayoría de los cubanos se alimenta peor que los esclavos cuando Cuba era una colonia española. En aquella época ingerían libremente ñame, casabe y tasajo, cuyo contenido calórico y proteínico era superior a los depauperados niveles que inclusive Cuba reporta a las Naciones Unidas. No en balde los macheteros cubanos de hoy rinden 80 a 90 arrobas de caña de azúcar por día, en vez de las 120 a 150 antes de la era revolucionaria.

Cuando Cuba se libere de su comunismo del siglo XX, tendrá que preocuparse de su agricultura, ganadería y pesca de subsistencia. No debemos olvidar las estadísticas que muestran que el consumo por habitante de pescado en Cuba antes de la robolución era mayor que en Estados Unidos, y que entonces exportábamos más langosta y camarón que ahora.

Para aumentar la producción del campo y el mar Cuba tendrá que ofrecer crédito a sus productores. Créditos a la producción (refacción); préstamos para el almacenaje, transformación y eventual distribución intermediaria del producto (pignoración). Con ellos los productores podrán adquirir los insumos necesarios para aumentar la oferta de estos bienes en mercados liberalizados. Se necesitarán semillas registradas y mejoradas, al igual que fungicidas, herbicidas y fertilizantes para los pequeños agricultores y cooperativas independientes, para emprender cultivos de tres meses a un año de duración. El desarrollo porcino y avícola también podrá rendir en el corto plazo con apoyo financiero, requiriendo las necesarias raciones alimentarias para los cerdos y aves. Los pescadores podrán responder igualmente a similares incentivos crediticios. Por supuesto, todo ello tendrá que acompañarse con hacer disponibles las facilidades básicas de transporte, los frigoríficos y los sistemas de distribución, nuevamente con el financiamiento. Este deberá consistir de una nueva red de entidades bancarias y de microcrédito, parte privada y parte pública. Una significativa proporción de este financiamiento tendría que ser en divisas, ya que habría un componente importado en este esfuerzo, proviniendo las mismas, a corto plazo, de donaciones del exterior. Una buena parte de la asistencia técnica también necesaria podría venir de los exitosos agricultores cubanos del sur de la Florida.

Para tener una idea de lo que pudo haber sido y no fue, y lo que debieran ser nuestros primeros objetivos, ilustremos con dos productos esenciales para el consumo cubano. En 1957 Cuba cosechó más o menos 1,100,000 quintales de café, y exportaba pequeñas cantidades del producto. Hoy día continúa exportando algo similar, pero sólo produce 250,000, con una población de casi el doble. Esto significa que el café que se toma actualmente en la isla es mezclado con achicoria y hasta semillas de aguacate.

Refirámonos ahora a otro producto esencial: el arroz. Antes del totalitarismo castrista se consumían cerca de siete millones de quintales. Y se estaba llegando a producir casi 4.5 millones. Dadas las características de las fincas arroceras cubanas, con técnicas adelantadas y altos rendimientos, se podía prever hasta posibles exportaciones futuras. Actualmente la cosecha de arroz en Cuba arrostra una gran crisis.

Para revertir este proceso inexorable de destrucción de la producción primaria de subsistencia en Cuba, es necesario hacerla atractiva para los productores. Los sacarócratas comunistas cubanos la abandonaron, dedicando dos millones de hectáreas a la caña de azúcar. Además, se llegó a concentrar hasta el 85 por ciento de la población en las zonas urbanas. Por ello es también necesario el crédito y la asistencia técnica que, de verdad, mejore la vivienda, la salud, la educación y las condiciones sanitarias para los que producen estos bienes primarios.