¿ CUBA ES UNA AMENAZA ?
¿Cuba es una amenaza?
Por Philip Peters
Según Roberto Ortega, ex jefe de los servicios médicos militares en Cuba, cerca de La Habana existe un laboratorio secreto donde se desarrollan gérmenes biológicos con fines militares.
La administración Bush califica a Cuba como ''estado patrocinador del terrorismo''. Así, si la historia de Ortega es verdadera, Cuba representaría lo que el presidente Bush identifica como una de las peores amenazas del siglo XXI: la posesión de las armas más peligrosas del mundo por parte de la gente más peligrosa del mundo.
¿Cuán amedrentados debemos estar? No debemos estarlo si consideramos las políticas y declaraciones públicas de la administración. Ninguna de ellas evidencia preocupación, mucho menos certeza, en cuanto a cualquier amenaza que provenga de Cuba.
No hay razón para dudar de la historia de Ortega, pero hay que tomar en cuenta la lección que aprendimos a tan alto costo en el caso de Irak: en asuntos de inteligencia sobre armas de destrucción masiva las informaciones aisladas, ciertas o no, no siempre conducen a conclusiones confiables con relación a la conducta de gobiernos extranjeros.
Después del fracaso de inteligencia en el caso de Irak, las agencias norteamericanas reevaluaron sus estimados acerca de armas de destrucción masiva a nivel mundial. El resultado se dio en agosto del 2005 cuando, habiendo recibido el testimonio de Ortega, esas agencias mostraron menos preocupación que antes con relación a Cuba. Concluyeron unánimemente que no es claro ''si Cuba mantiene ahora un programa activo de armas biológicas ofensivas, ni siquiera si lo ha mantenido en el pasado''. Pero la administración nos da aún más razones para no perturbar nuestro sueño.
Cuba no pertenece al ``eje del mal''. Con la excepción del ex funcionario John Bolton, altos funcionarios con responsabilidad en asuntos de seguridad han mantenido silencio sobre Cuba. En octubre del 2005, el subsecretario de Estado Robert Joseph dejó de mencionar a Cuba en un informe sobre armas de destrucción masiva a nivel mundial. Con regularidad, otros oficiales critican violaciones de los derechos humanos sin mencionar preocupaciones relacionadas con la seguridad.
Nadie ha desmentido a Ana Montes. Después de que se descubrió en el 2001 que Ana Montes, principal analista de inteligencia militar relacionada con Cuba, fungía como agente cubana, Bolton y otros oficiales plantearon que ella había tergiversado la información de inteligencia para que se subestimara la amenaza cubana a nuestra seguridad. Se cita un famoso informe de 1998 en el cual ella tuvo un papel importante, que calificó como ''residual'' y ''defensiva'' la fuerza militar cubana, y ''despreciable'' la amenaza que ella representa. Sin embargo, la administración nunca ha emitido ningún informe que presente una versión distinta de la capacidad militar cubana. Podemos deducir que la traición de Montes no fue distorsionar informes de inteligencia, sino haber filtrado las identidades de agentes norteamericanos y otros secretos.
La excepción migratoria. Si la administración tuviera la más mínima preocupación sobre terrorismo proveniente de Cuba, no mantendría una política única de puertas abiertas a los inmigrantes indocumentados cubanos, según la cual se facilita la entrada a todos los que tocan nuestro territorio. Esta política, con raíces humanitarias, es una política anterior al 9/11 en el mundo después del 9/11. Si se supone que Cuba es un país terrorista, esta política le indica que la manera de infiltrar sus operativos es sencillamente mezclarlos en el flujo de inmigrantes diarios.
Falta de negociaciones. A cambio de una promesa de interrumpir su programa nuclear, Corea del Norte recibirá combustible y contactos directos con Washington encaminados a la normalización de relaciones. También se ofrecen beneficios a Irán a cambio del abandono de sus ambiciones nucleares. En el caso cubano, la administración no toma ninguna acción, no busca negociaciones, no reacciona a la recomendación de Ortega para visitas de inspectores internacionales a Cuba. Aparentemente, la administración estima que no hay nada de qué conversar.
En fin, la única respuesta visible de Estados Unidos a un asunto de seguridad proveniente de Cuba, es el ejercicio marítimo que perfecciona los preparativos para una posible crisis migratoria en el Estrecho de la Florida.
Así que los floridanos pueden volver a preocuparse por huracanes, tornados y seguros inadecuados, es decir, hasta que Raúl Castro se dé cuenta de que un nuevo programa de armamentos puede ser su boleto hacia la normalización de relaciones con Estados Unidos.
Vicepresidente del Lexington Institute,
Arlington, Virginia.
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