LOS CUATRO PILARES DEL TOTALITARISMO CUBANO
2007-03-02.
Por Alejandro Tur Valladares
Periodista Independiente, Jagua Press
Durante décadas muchos analistas políticos especializados en el examen de la realidad cubana, se han afanado en responder la siguiente pregunta: ¿Por qué no se rebelan los cubanos? Ante tal cuestionamiento es bueno reconocer que existen tantas respuestas como investigadores, todas unidas por un denominador común: ninguna logra satisfacer la curiosidad del que pregunta.
Según lo entiendo, la permanencia del régimen totalitario cubano, no depende de un solo factor como muchas veces se ha enunciado, sino que, existen por lo menos cuatro factores estrechamente interrelacionados, que conforman los elementos con los que se concibe la fórmula totalitaria, hallándose tan concatenados, que la ausencia de cualquiera de ellos no permitiría la manifestación del fenómeno.
Los factores o pilares que sostienen toda la estructura del absolutismo cubano son: el miedo, la mentira, el control y, la dependencia, cada uno enfundado en el otro, confundiéndose la mayoría de las veces, hasta el punto de llevarnos a pensar erróneamente que son la misma cosa.
El miedo por ejemplo, se logra establecer a través del control, la mentira y la dependencia. Por medio del control absoluto que alcanza el régimen sobre el ejército, la policía política, las organizaciones de masas, consigue insuflar en el espíritu del ciudadano una sensación de indefensión que le hace medroso, generando en él una paranoia que le lleva a dudar de todo y de todos, paralizando cualquier instinto de rebeldía.
La mentira por su parte se arropa con el lienzo de la ideología. Es la ideología la encargada de crear falsas seguridades en el individuo. Por medio de ella gobiernos como el cubano elaboran un mundo virtual, que inserta en la psiquis del ciudadano, a través de percepciones que poco o nada tienen que ver con la realidad.
La posesión que logra sobre los medios de comunicación permite al régimen desfigurar la realidad, mostrando un mundo externo caótico controlado por “diabólicas fuerzas”, mientras nos lleva a creer que en nuestro suelo todo es paz y felicidad. La ideología es la encargada de hacerle saber al súbito, que sin el régimen, todo esos “privilegios” de que disfruta se perderán para siempre. De esta manera coartan la iniciativa individual y generan un infantilismo social, donde el miedo a caer, por andar con pies propios, los lleva a depender servilmente del Estado.
La dependencia en que incurren los ciudadanos de un país totalitario se da fundamentalmente en el plano económico. El Estado comienza por confiscar toda forma de propiedad individual o privada, haciéndola estatal o “colectiva”, estableciendo así una economía centralizada, que le permite controlar y apropiarse de las riquezas de las naciones.
Es de esta forma como llega ser el único suministrador de bienes, el único empleador, el que determina los estándares de vida de cada persona, que come, como viste, que programas ve por televisión, si viaja o no, que estudia, si puede poseer una casa, un auto, un electrodoméstico. No existe ningún aspecto de la vida del ciudadano que escape al control del Estado, lo que hace imposible que alguien pueda sustraerse de él. Es por tanto la dependencia, una de las herramientas más socorridas del gobierno cubano.
Con lo expuesto hasta aquí es fácil comprender por qué la rebelión es vista con poco entusiasmo entre nosotros. A esto pudiéramos sumar factores culturales, históricos y hasta coyunturales, mas lo cierto es que en lo fundamental son estas, no otras, las causas que congelan los anhelos de libertad y prosperidad de los cubanos.
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