INQUISICIÓN SOBRE VITRAL
http://www.cubanet.org/CNews/y07/apr07/17a3.htm
Inquisición sobre Vitral
Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press
LA HABANA, Cuba - Abril (www.cubanet.org) - El cierre de una revista socio cultural siempre muestra ante el criterio público la vergonzosa imposición de la censura. La opinión otra, el camino nuevo, deben ceder sus alas al pájaro de mal agüero de un totalitarismo de salón.
No importa que se esgrima la socorrida falta de presupuesto, el ya gastado ardid de "ahora no es el momento", ni la fiera sutileza de que sirves de abono al enemigo, pues la cuestión es sólo una: o te sumas, o te resto.
Y bajo este axioma macabro de la intolerancia, ha rendido sus armas el humanismo amplio y plural de la revista Vitral, editada por el Centro de Formación Cívica y Religiosa de la diócesis de Pinar del Río.
Concebida por su director, Dagoberto Valdés, como un grano de sal, un fermento en la inmensidad de la masa en el seno de la sociedad civil, la revista Vitral, por única y diferente, fue arrastrada por los inquisidores del verbo de los brazos de la oposición política.
Nacida en 1994, en medio de las llamas políticas, sociales y económicas dejadas por el derrumbe del campo socialista, la revista Vitral, a través de la religiosidad, el humanismo y la búsqueda de una alternativa cívica en medio del caos de la masificación y el atrincheramiento de las ideas en el país, fue sumando lectores deseosos de llegar al fin del viaje por los caminos de la verdad.
Y este gesto ético nunca tendrá cabida en las muecas fecundas de una censura que, si bien a punto de morir, enfila sus últimos zarpazos contra la libre expresión del pensamiento que convirtió las páginas de Vitral en un rayo de luz en medio de la oscuridad.
Se veía venir. Muchos se preguntaron cómo duró tanto después de las diatribas lanzadas por el régimen contra Dagoberto Valdés y la publicación, y luego del cierre de la revista Espacio (también católica) por "falta de presupuesto".
Participantes de los diversos cursos que se impartían en el Centro, así como colaboradores directos en la confección de Vitral, auguraban el cierre de la misma desde que monseñor Siro dejó el báculo al sucesor.
Cuestionamientos por parte de la más alta jerarquía de la iglesia católica en el país, sumados a las presiones del gobierno a través del Departamento de Asuntos Religiosos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, fueron algunas de las razones expuestas por el periodista independiente Carlos Ríos, alumno del Centro, que llevaron al cierre de la revista.
Los 10 mil suscritores de la publicación en Cuba, otros en varias comunidades de cubanos en el exilio y en universidades de Estados Unidos, México y España, fueron también motivos para coartar esta muestra de libertad que escapaba al control oficial.
Encerrados a cal y canto entre las paredes de un discurso unidireccional, sumidos en la retórica de un espacio para todos, donde se singularizan los conceptos, la clausura de Vitral es un golpe demoledor de la inquisición contra el pensamiento libre.
A la espera de que los matices de la libertad que se filtraban a través de sus páginas vuelvan a desterrar la penumbra, los lectores no se resignan a decirle adiós a ese rayo de luz que no cesa, aunque intenten apagarlo, una y otra vez.
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