domingo, abril 08, 2007

LA PELIGROSA OPCIÓN DE ESPAÑA ANTE EL TEMA CUBANO

La peligrosa opción de España ante el tema cubano


Por Yaxys Dayán Cires Dib

Se hace muy difícil hacer un análisis sosegado y exento de simplificaciones sobre la reciente visita del canciller español Miguel Ángel Moratinos a Cuba, pues con razón el tema despierta muchas pasiones. Sin embargo, creo que esa falta de sosiego tanto por parte de los defensores del viaje y sus resultados como por parte de sus críticos, evita que reflexionemos sobre otras aristas que presenta el tema y que pueden resultar de importancia para unos como para otros.

El viaje a Cuba: motivaciones y consecuencias

Desde el año 1998 Cuba no era visitada por ningún Ministro de Exteriores de España. Recordemos que las relaciones entre el gobierno comunista y el ejecutivo del Partido Popular presidido por Josemaría Aznar se fueron tensando cada vez más en la medida que el primero se radicalizaba más en sus acciones para aplastar todo tipo de disidencia interna y que el segundo se comprometía con el respaldo a los que eran víctima de la represión. En 2003, año de gran represión en Cuba, en el que encarcelaron y condenaron a penas de hasta 28 años a 75 opositores y, además, fueron enjuiciados y ejecutados sumariamente tres hombres que secuestraron una embarcación de pasajeros para intentar escapar de la Isla, España fue la impulsora de las sanciones diplomáticas adoptadas por Bruselas. Cómo contramedidas el Gobierno Cubano anunció que rechazaría todo tipo de cooperación al desarrollo proveniente de la UE y reduciría hasta su mínima expresión el intercambio político y cultural.

En el 2004 ocurre la llegada del PSOE al Gobierno Español el cual desde el principio manifestó su deseo de lograr un acercamiento al gobierno de La Habana, deseos que evidenció con hechos muy concretos, entre ellos, el nombramiento de Carlos Alonso Zaldívar, abiertamente comunista, como embajador en Cuba, y la labor del gobierno español en la Unión Europea para lograr el levantamiento de las sanciones del 2003. Al parecer, esos gestos fueron muy pobres para que desde La Habana llegara el perdón; ademas ese actuar de Madrid iba acompañado de las fuertes críticas que Trinidad Jiménez, otrora secretaria de relaciones internacionales del PSOE y ahora Secretaria de Estado para Iberoamérica, hacía al régimen comunista -cosa que le valió que el propio presidente cubano se refiriera a ella llamándole "una que se autotitula funcionaria de un partido que dice que es socialista o socialdemócrata. No quiero mencionar nombres de partido -añadió el coma-andante- pero que sepan muy bien que estamos con ojo avizor y con una buena colección de datos en la mochila". Por cierto, Trinidad fue parte de la delegación que acompañó al Ministro.

A pesar de todos los pesares el gobierno socialista siempre ha mantenido los deseos de un acercamiento. Y un dato que no podemos perder de vista es que el PSOE en asunto cubano ha sido muy cuidadoso y no ha dado espacio alguno al Partido Popular. Varias veces en el Congreso de los Diputados han sido rechazadas por el PSOE iniciativas encaminadas a lograr una política consensuada hacia Cuba. Esta más que claro que existe la intención de alejar de las relaciones con Cuba las incómodas exigencias del PP a favor de los Derechos Humanos y la democratización de la isla. Aunque también, y por el mismo motivo, puede ser que esta sea una de las condiciones que el propio gobierno cubano haya establecido para hablar con Madrid. Sabemos que lo hecho por los populares y su líder en el 2003 le dolió al gobierno de La Habana.

Con la enfermedad y convalecencia del presidente cubano hemos entrado a una nueva etapa para Cuba que puede resultar clave de frente a su futuro. Aún así, la incertidumbre sobre lo que pasa y sobre lo que va a pasar después de su muerte es una constante siempre que se habla de Cuba. Sin embargo, a pesar del secretismo, las dudas y lo impredecible de la cuestión, los analistas de los gobiernos extranjeros se dibujan varios escenarios y se enfocan en los o el que más posibilidades tenga de concretarse, para a partir del mismo proyectar su política exterior. La visita de Moratinos a La Habana no la podemos extraer del proceso que han vivido las relaciones entre los dos gobiernos así como del contexto en que se ha desarrollado, principalmente el de estos últimos meses.

Para nadie es secreto que España tiene grandes inversiones en Cuba, principalmente en la industria turística. La antigua metrópolis fue una de las primeras naciones en acudir al llamado de un gobierno que enfrentaba una grave crisis económica a raíz de la desaparición de la URSS y de los suicidios y beneficios económicos que la existencia del Campo Socialista significaba para la economía isleña. Fue así como se fueron entretejiendo los lazos económicos entre los dos estados, vínculos que han tenido sus altas y bajas y que en los últimos años han estado atravesando por muy malos momentos.

En términos económicos para España ha sido una preocupación constante estar presente en Cuba dado los dividendos que dejan el turismo y demás actividades en las que ha invertido. Pero esta preocupación en los últimos tiempos se ha transformado en un incomodo reto. También en términos políticos para España en su pretendido "minimesianismo" en América Latina también Cuba le resulta importante, entre otras cosas por lo que este país ha significado y significa en las Relaciones Internacionales a nivel de la región. Para España, Cuba hoy o mañana puede significar una puerta, para lo "malo" o para lo "bueno". Por otro lado, para España es muy importante esta etapa que está viviendo Cuba y quiere estar presente en la evolución de su situación, pues ello le permitirá también proteger los intereses económicos. Estamos hablando de realismo político.

Detrás de ese relanzamiento de las relaciones entre las dos naciones hay una visión sobre cómo será la realidad cubana una vez muera Fidel Castro. Es obvio que España se ha inclinado o ha contemplado que el escenario con más posibilidades de realizarse será el de la sucesión, por ello el Ministro le ha dado la espalda de manera tajante a la oposición democrática que es aplastada en la isla; por eso va en este momento, cuando la desconfianza del régimen hacia otros estados debe estar en sus máximos niveles al darse cuenta que desde afuera mucho se puede empujar para que en Cuba cambien las cosas, sólo tendría que darse un clima sociopolítico que lo propiciara. En política práctica, el ministro le ha dado un espaldarazo al régimen, le ha dado su bendición al estado actual de las cosas. Y es que el ministro, y con él el pueblo español y los inversionistas en Cuba, han apostado a que el régimen continuará. España garantiza de esa manera su presencia económica, no amenazada por la competencia de empresas norteamericanas y cubanoamericanas, así como una pobre presencia política a la altura de lo que un gobierno con las características del que hay en Cuba le pude permitir. Esas declaraciones de que se puede conversar sobre derechos humanos en el marco de la evolución de los convenios de cooperación que se han firmado no es más que una posibilidad que La Habana le da al ministro para que pueda "salvar la cara" ante la comunidad internacional y ante la furia de algunos socios europeos; es una concesión literal que hace el gobierno cubano para que el ministro se lleve algo, aunque ambiguo y pírrico en su maleta. (Ojalá, aunque fuera para ayudar al ministro, soltaran algún preso político de los que tienen en las cárceles a pesar de sus pésimas condiciones de salud)

Pero esta jugada política de Madrid en este momento de incertidumbre, entiéndase el relanzamiento de las relaciones con el régimen, la aceptación y bendición de la autoridad de Raúl, y todo acompañado de un abandono a la oposición cubana, acarrea muchos peligros. ¿Está seguro el ejecutivo español de que los cambios serán de la manera y en la dirección que ellos imaginan? ¿Y si no? ¿Qué pasaría con las relaciones entre los dos estados en caso de que España haya apostado al perdedor? ¿Lograría algo con este menosprecio hacia la oposición, incluso aunque después enviase a funcionario de cuarto nivel a reunirse con alguno de ellos? ¿Ayudaría esto a las empresas españolas ante una eventual transición hacia la democracia? Y lo digo principalmente a nivel de pueblo, pues en el fondo, el cubano común ve a las empresas españolas como parte de un odioso entramado de discriminación y explotación de mano de obra barata, lo que pasa es que el ciudadano por ahora no tiene ni voz ni voto. La actuación ha sido en clave de intereses y el tiempo demostrará si la decisión fue errónea. Por lo pronto, los empresarios españoles en Cuba se siente complacidos ante la visita de Moratinos y de sus resultados, así lo ha declarado Víctor Moro, presidente de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba.

¿Acaso no os enteráis?

Hay otro asunto que induce a pensar que algo anda mal en la política exterior española y que hay serios fallos en los cálculos políticos. Con el paso de los años España como inversionista en Cuba ha pasado desde el primer lugar que tuvo en los años noventa hasta el tercer lugar en que se encuentra ahora por detrás de las inversiones de China y Venezuela. En clave de relaciones internacionales –estoy seguro que coincidirían conmigo- uno es importante en la medida de que otros dependan de ti; esto se ve principalmente en el ámbito económico. El nivel de posibilidades de influencia de España sobre Cuba ha decrecido significativamente en la medida en que ha aumentado la inversión venezolana y los subsidios que brinda el gobierno del neopopulista presidente venezolano, que se prevé lleguen hasta los niveles de los de la antigua URSS. El propio presidente cubano llegó a declarar que no necesitaba de los europeos para nada y esto hay que verlo como más verdad que mentira. El enemigo político más fuerte que tiene España en Latinoamérica y en Cuba en la actualidad se llama Hugo Rafael Chávez Frías, sin embargo, al parecer el Gobierno Español no se entera. Desde la península se continúa con una política de apoyo a Chávez y a todas las causas trasnochadas que surgen en el subcontinente, casi todas antinorteamericanas y esto último para echar más hielo al congelador de las relaciones con Norteamérica. Fuera del campo de la libre competencia de las empresas, o sea en el campo de la política, Estados Unidos no es en estos momentos un problema para la influencia de España en Latinoamérica y por razones obvias mucho menos en Cuba. En cambio, Chávez con su prédica y acciones sí. Entonces, ¿serán compatibles los interese de los españoles con el apoyo moral a ese señor?

Algunas conclusiones

* Hasta ahora la única parte que se ha beneficiado concretamente de la visita es el gobierno cubano dando una imagen aperturista y dialogante, la cual se verá fortalecida si no se intensifica el reclamo de España a favor de los derechos humanos en la isla. Ha sido como una válvula de escape para un gobierno aislado por occidente.
* El Gobierno de España tiene su propia idea de cómo será la evolución política en la isla y como ha apostado por el gobierno comunista quiere decir que su visión sobre el futuro es que se mantendrá el régimen aún cuando sufra algunos cambios. Por ello ha dado las espaldas a los opositores.
* El Gobierno de España quiere mantener su presencia en Cuba tanto en lo económico como en lo político y cultural, y de ser posible aumentarla. Ha decido en clave de intereses.
* Cómo el Gobierno ha apostado su capital político a un escenario determinado puede ser que se tenga que enfrentar en un futuro una situación política diferente a la que previó y ello puede traer nefastas consecuencias para las relaciones entre Cuba y España.
* Que la protección de los intereses de los empresarios españoles en Cuba es contradictoria con el apoyo que hasta ahora España le ha brindado al gobierno de Chávez.