jueves, mayo 24, 2007

ESPÍAS EN FRENÉTICA ACTIVIDAD

Espías en frenética actividad


Lluís Foix | 22/05/2007 - 21:01 horas

Un ex agente del KGB fue envenenado en Londres en noviembre pasado. El acusado de haber introducido isótopo radiactivo Polonio 210 en una taza de té también fue agente del KGB. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ocupó un cargo en el KGB.

El fiscal general británico ha acusado a Andrei Lugovoi de haber asesinado a Alexander Litvinenko. Se va a pedir la extradición a Rusia para ser juzgado en Londres. Desde Moscú se ha respondido que la constitución rusa no contempla la extradición de nacionales al extranjero.

( Alexander Litvinenko )

En todo caso, será juzgado en Moscú después de haber procesado el sumario instruido por la justicia británica. El Kremlin, en última instancia, estaría en condiciones de entregar a Lugovoi si Inglaterra entrega a Rusia a Boris Berezovsky, un acaudalado ruso que se ha exiliado en Londres para no ser juzgado por los tribunales de Putin.

Las trifulcas y rivalidades entre espías que conocen el oficio son de manual del perfecto espía. No hay novela de John LeCarré, Ian Fleming o Graham Greene que pueda captar la perversión del mundo de la información secreta por órdenes de un estado.

Traiciones, asesinatos, envenenamientos y desapariciones misteriosas han acompañado a los individuos que han servido anónimamente a un Estado. En Europa y Estados Unidos a los periodistas que consiguen exclusivas y reportajes brillantes se les premia. En Rusia desaparecen o son asesinados.

El flujo de espías entre Rusia y Gran Bretaña fue constante en las dos direcciones. La Unión Soviética de Stalin reclutó a la flor y nata del espionaje del siglo pasado en el Trinity College de Cambridge en los años treinta.

Philby, Burgess, Blunt y Maclean trabajaron eficazmente para el KGB durante más de treinta años. Todo lo que planeaban Roosevelt, Churchill o Truman llegaba al Kremlin para la información personal de Beria o Stalin.

Fueron los agentes más eficaces contra los intereses británicos y norteamericanos. Philby empezó su carrera como corresponsal de guerra en la España de Franco, fue condecorado por el dictador, entró en Barcelona con las tropas nacionales, sirvió en el MI6, fue el número dos de la embajada en Washington y acabó sus días en Moscú después de ser descubierto en Beirut siendo corresponsal del 'Observer'.

( Alexander Litvinenko antes de ser envenenado )

Un barco le esperaba en la bahía de Beirut, alcanzó Odessa y llegó a Moscú siendo recibido como un estadista. Se le concedió la orden de Lenin, la más alta distinción de la URSS. No llegó a hablar una palabra de ruso. Siempre al servicio del Kremlin.

Blunt fue un discreto homosexual que fue condecorado por la Reina de Inglaterra siendo descubierto en los años setenta cuando desempeñaba el cargo de Conservador del Patrimonio Artístico de Su Majestad. Fue el único que fue pillado con las manos en la masa. Pero eran tiempos de la guerra fría en los que el mundo estaba dividido en dos bloques, Alemania y Europa partidos en dos y Estados Unidos dedicando todos sus esfuerzos globales para vencer al comunismo.

Rusia sigue siendo una gran potencia. Tiene recursos energéticos y quiere restablecer un cierto control sobre las repúblicas que se desgajaron del imperio soviético. Al frente está Vladimir Putin, un ex agente del KGB, que gestiona con autoridad casi dictatorial y que utiliza las artes del espionaje sin demasiados escrúpulos.