jueves, junio 21, 2007

EN BLANCO Y NEGRO Y LA MATANZA DE ORIENTE DE 1912

Nota del Blogguista


En Cuba durante la República, el problema del racismo estaba yendo a menos de manera gradual con los años y la legislatura que se iba aprobando en el país. Habían problemas de racismo por erradicar ( no institucionalizado por el Estado cubano de aquellos años) pero así todo en Cuba, teníamos menos problemas de racismo que la mayoría de los países de América, incluyendo a los Estados Unidos con su sur racista.

No se que quiso decir Andrés Reynaldo con que José Martí no quiso coger al toro por los cuernos. El pensamiento martiano sobre el racismo fue alto y claro:

... al árbol deportado se le ha de conservar el jugo nativo, para que a la vuelta a su rincón pueda echar raíces. La naturaleza del hombre es por todo el universo idéntica, y tanto yerra el que suponga al hombre del Norte incapaz de las virtudes del Mediodía, como el de corazón canijo que creyese al hombre del Sur falta una sola siquiera de las cualidades del hombre del Norte.
Periódico Patria 2 de julio de 1892.
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En la guerra, ante la muerte, descalzos todos, se igualaron los negros y los blancos: se abrazaron, y no se han vuelto a separar.
Periódico Patria 5 de enero de 1894
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Todo hombre negro ha de saludar con gozo, y todo blanco que sea de veras hombre, el reconocimiento de los derechos humanos en una sociedad que no puede vivir sino sobre la sanción y la práctica de esos derechos.
Periódico Patria 5 de enero de 1894
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El hombre no tiene ningún derecho especial porque pertenezca a una raza u otra: dígase hombre, y ya se dicen todos los derechos.
Obras Completas T.II-P.298
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Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro. Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro.
Obras Completas T.II-P.299
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No hay injuria en decir negro como no hay en decir blanco.
Obras Completas T.IV-P.231
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No hay odio de razas, porque no hay razas.
Obras Completas T.VI-P.22
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Peca contra Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas.
Obras Completas T.VI-P.22
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No hay razas: no hay más que modificaciones diversas del hombre, en los detalles de hábito y formas que no les cambian lo idéntico y esencial, según las condiciones de clima e historia en que viva.
Obras Completas T.28-P.290
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En blanco y negro

Por Andrés Reynaldo

Esta mañana del miércoles leo el artículo de The Miami Herald sobre los negros en Cuba. Apenas pasan unas horas y ya he escuchado a algunos compatriotas, en la radio y en la calle, asegurar que en Cuba no había racismo. Estos últimos años han demostrado, a veces con hartas lágrimas y no menos sangre, que el carácter de los pueblos acaba siempre por imponerse a las ideologías. Es así que, por encima del Estrecho de la Florida y cincuenta años de confrontación, el exilio y el castrismo tocan una misma y vieja cuerda histórica con sincronizada frivolidad. Ponga oído y escuchará aquí y allá que entre cubanos no hay problema con el problema negro.

Cuba nació a la independencia antes de que hubiera cuajado su identidad. Las claves que unen al movimiento independentista pasan por el anhelo de soberanía económica y política ante un poder colonial que gobernaba entre la brutalidad y la torpeza, así como por el arraigo de las ideas revolucionarias que sacudieron a los siglos XVIII y XIX. La elite criolla podía albergar convicciones antiesclavistas y abogar por la igualdad de los negros ante la ley. Sin embargo, la escisión entre ambos mundos continúa manifestándose hasta nuestros días en comportamientos, figuras de lenguaje, modos del quehacer social, acceso a las oportunidades y distribución de la riqueza. En efecto, constitucionalmente el negro era una persona. Esto no quita que, socialmente, todavía hoy sea con frecuencia persona non grata.

Para empezar, nuestro pensamiento independentista carecía de nociones de integración racial. Esta carencia no puede achacarse al limitado espectro de las ciencias sociales en la época, como tampoco al incipiente grado de conciencia sobre el fenómeno en una sociedad desgajada por una guerra de tierra arrasada. La elite criolla tenía una nítida comprensión del problema negro desde finales del siglo XVIII. Sólo que intenta resolverlo con una solución racista. Bajo el impacto de la revolución haitiana y el auge de las corrientes abolicionistas en Europa, Francisco Arango y Parreño y otros intelectuales liberales comprenden la inevitabilidad de la abolición de la esclavitud y proponen una fórmula que evidencia la contradicción entre sus sentimientos humanistas y sus prejuicios raciales: preparemos a los negros para la emancipación, pero antes, por favor, traigamos más blancos.

Tácitamente, este principio rige en nuestra fundación republicana de 1902. La oleada de inmigrantes españoles reforzó la división entre los ámbitos de negros y blancos, con muy precisas señas de expresión y temperamento. La sumisión modélica de las clases vivas de la isla a las maneras sociales de Estados Unidos tampoco contribuye a un proceso de mutua y fecunda asimilación. Con el abominable trauma de la esclavitud apenas aliviado por el transcurso de dos generaciones, los negros no encuentran un camino despejado a la integración ante una población blanca que, en los mejores de los casos, no los considerará ajenos pero sí distintos.

El castrismo, tan huérfano de conceptos, camina de puntillas frente al tema. Da por dormido lo que está en fermentación. Un par de citas de José Martí (quien no quiso coger el toro por los cuernos) y la tabla rasa de la escolástica marxista-leninista que disuelve hasta los trastornos sexuales en la caldera de la lucha de clases, conforman el aporte oficial a un debate postergado a lo largo de 150 años. Al negro se le han abierto posibilidades con la revolución en la medida que pusiera mordaza a su negritud. Eso sí, que saque un pie del redil y ya le cobrarán por partida doble. Asimismo, los índices de marginalidad y delincuencia, las características de la población penal y las crecientes muestras de rechazo al blanco entre negros nacidos bajo la dictadura acusan a voz en cuello el pernicioso agravamiento de injusticias de raíz centenaria.

Cuba tuvo una rebelión negra en 1912. A pesar de su punzante singularidad, es un capítulo poco citado y pobremente estudiado de nuestra historia. Hoy, la esperanza de que el país retome el camino de la libertad debe obligarnos a abordar nuestra identidad en toda su monumental complejidad. Cuanto antes y sin tapujos. Desde la antropología a la economía, desde la religión a la canción popular. Estamos en pleno siglo XXI y la mayoría de los blancos cubanos no tenemos la más remota idea de lo que es ser negro. La asimilación, si no corre a dos vías, conduce a la opresión. No por sutil menos repugnante. En la inapelable realidad de nuestro ajedrez, de cara a un futuro con todos y para el bien de todos, ya es hora de que a los negros les toque jugar con las blancas.

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Tomado Cuba Encuentro.com

LA MATANZA DE ORIENTE

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El Partido Independiente de Color encabezó en 1912 un alzamiento para protestar contra la enmienda constitucional que lo situaba al margen de la ley.
viernes 27 de abril de 2007 6:00:00
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Por Dimas Castellanos, La Habana

La discriminación racial, una de las manifestaciones más antihumanas y aún presente en nuestra sociedad, cuenta entre sus dramáticas páginas en Cuba una masacre ocurrida en mayo de 1912 en la antigua provincia de Oriente, la más horrenda de la historia de la Isla. En esa fecha se produjo un alzamiento encabezado por el Partido Independiente de Color (PIC), en protesta contra una enmienda constitucional que lo situaba al margen de la ley. A pesar de su impacto en los destinos de la nación, este hecho es apenas conocido por los cubanos de hoy.

Este 28 de abril, en el aniversario 97 del fallecimiento del autor de la Enmienda Adicional al artículo 17 de la Ley Electoral, es oportuno reflexionar acerca de lo ocurrido, y conocer de su autor y su responsabilidad en el fatal desenlace.

Las causas más inmediatas de este suceso están en que la igualdad formal recogida en la Constitución de 1901 no recogió las medidas necesarias para su implementación práctica, después del enorme aporte de los negros al concluir la Guerra de Independencia y quedar instaurada la República. Los negros arribaron al nuevo escenario siendo lo que eran: sencillamente negros, carentes de propiedades e instrucción, factores determinantes para el avance personal y social.

A ello se unió la poca atención que partidos políticos y autoridades de la República prestaron a un problema tan cardinal para la nación; el hecho de que Oriente había sido refugio de una gran población negra, porque allí era relativamente fácil adquirir tierras para la labranza; la disminución de empleos; y el alto por ciento de negros en la región, muchos de los cuales habían combatido en las guerras.

El escenario

El autor de la controvertida Enmienda fue Martín Morúa Delgado, nacido en noviembre de 1856 en Matanzas. Mulato, hijo de español y de negra esclava, desempeñó varios oficios y devino de forma autodidacta un destacado y polémico intelectual. Su primera manifestación en la vida pública fue en el periodismo: en 1880 fundó su propio periódico, El Pueblo, al que calificó como "Órgano oficial de la raza de color".

( Martín Morúa Delgado, autor de la Enmienda que imposibilitaba la formación de partidos raciales )

Durante su estancia en Estados Unidos, desarrolló diferentes funciones revolucionarias y se incorporó a la Guerra de Independencia en 1898. En 1901 fue delegado a la Asamblea Constituyente, y en 1909, presidió el Senado. Al morir ocupaba la Secretaría de Agricultura.

Su norte fue siempre el mejoramiento del destino de Cuba sin el uso de la violencia, destacando la necesidad de la superación cultural de los negros para alcanzar las aspiraciones de justicia y libertad, por lo que se opuso durante tres décadas a la creación de asociaciones políticas de una sola raza. Por su fallecimiento se declararon dos días de duelo nacional; su cadáver fue expuesto en capilla ardiente en los salones del Senado y fue homenajeado por el pueblo y las autoridades con uno de los más grandes sepelios de la época republicana.

La Enmienda impulsada por Morúa, que prohibía la creación de asociaciones políticas de una sola raza, fue aprobada por el senado de la República el 11 de febrero de 1910. Desde ese momento, el PIC, nacido dos años antes, fue declarado ilegal. Después de fracasar todos los intentos por la suspensión de dicha enmienda, el Partido encabezó en 1912 el alzamiento de los Independientes de Color en los territorios que hoy forman parte de las provincias de Guantánamo y Santiago de Cuba, con el fin de lograr la derogación con la fuerza, o al menos con la amenaza.

Así quedó listo el escenario para la salida violenta en la que se mezclaron dos hechos interrelacionados: la protesta del PIC, que fue la chispa, y el desespero económico de los campesinos negros, que fue el combustible del incendio social.

La negativa de Morúa Delgado a la conformación de organizaciones políticas de la raza negra está recogida en los siguientes párrafos: "Los negros reunidos jamás alcanzarán de los gobiernos otra cosa que beneficios para los negros. Y eso no es lo que debe buscarse. Mientras se hagan 'concesiones a las clases de color' permanecerán éstas en la inferioridad a que las condenará el régimen pasado y las sujetan las rutinarias prácticas presentes. Todo hay que obtenerlo como miembros de la sociedad cubana y no como individuos de tal o cual raza".

"No, no; la raza negra, las clases de color no deben por ningún concepto constituirse aparte de la raza blanca porque así confirman su estado seccional para toda la vida, imposibilitando su noble aspiración a elevarse al goce de todas las garantías constitucionales".

Los factores

Se debe tener en cuenta que estas ideas que repetía una y otra vez, datan nada menos que de 31 años antes de presentar ante el Senado la controvertida Enmienda Constitucional. No debe entonces sorprender a nadie que Morúa presentará la Enmienda adicional con el argumento de que la Constitución había investido de la condición de cubanos a los africanos que fueron esclavos en la Isla, y que consideraba contrario a la Constitución y a la práctica del régimen republicano la existencia de agrupaciones o partidos políticos exclusivos por motivos de raza.

Además, Morúa vaticinó en los debates que una organización política integrada por negros podría automáticamente generar su opuesto, una compuesta sólo por blancos, y que este precisamente era "el conflicto" que el proyecto de ley intentaba prevenir.

Desconocer las arraigadas ideas de Martín Morúa Delgado respecto a lo nefasto de la organización política racial para alcanzar la fraternidad entre negros y blancos, por la que venía combatiendo desde el siglo anterior, no puede sino conducir a error.

No fue la Enmienda Constitucional, sino la desatención de la agenda de los negros, el empleo de la violencia verbal o física para dirimir sus diferencias y la persistente discriminación racial, los factores que condujeron al mar de sangre de 1912 y que aún están presentes en la sociedad cubana: una enseñanza de vital importancia para nuestra historia presente.

2 Comments:

At 1:43 a. m., Anonymous Larry Daley said...

If memory serves, that infamous photo of a lynching supposedly in Cuba during 1912, was exposed as a falsehood by Antonio Rafael delaCova, it was taken from a southern USA lynching of the 1920s or 1930s.

Since my citation of the matter is lost could somebody send it to me at
daleyl@peak.org.

As those close to the matter know the 1912 rebels were trying to burn out everybody who was not Black and at that time they burned the little sugar mill of one of my maternal grandfathers Coronel Mambi Don Benjamin Ramires, herido muchas veces en la Guerra de los Dies A~nos. The sugar mill went by the far too pompous name of La Marquesa de Guamá”

 
At 1:43 a. m., Anonymous Larry Daley said...

If memory serves, that infamous photo of a lynching supposedly in Cuba during 1912, was exposed as a falsehood by Antonio Rafael delaCova, it was taken from a southern USA lynching of the 1920s or 1930s.

Since my citation of the matter is lost could somebody send it to me at
daleyl@peak.org.

As those close to the matter know the 1912 rebels were trying to burn out everybody who was not Black and at that time they burned the little sugar mill of one of my maternal grandfathers Coronel Mambi Don Benjamin Ramires, herido muchas veces en la Guerra de los Dies A~nos. The sugar mill went by the far too pompous name of La Marquesa de Guamá”

 

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