TIEMPO DE CAMBIOS
A la tiranía cubana no la sostiene esos pretextos y Chepe lo sabe cuando escribe:
¨Por supuesto, las fuerzas del totalitarismo todavía poseen importantes mecanismos para preservar el régimen y mantener el inmovilismo, para conservar el poder absoluto imprescindible. Se basan en un sistema de terror perfeccionado debido a años de ejercicio del poder, mediante el dominio completo sobre todos los aspectos de la sociedad. A ello se une el temor de un sector de la sociedad que, aunque desea cambios, teme el porvenir al carecer de ideas claras sobre el futuro. A esto se añade el miedo a una posible revancha de los humillados y perseguidos durante casi cincuenta años. Estas preocupaciones son bien conocidas y utilizadas por la propaganda del totalitarismo. ¨
La clave está en desarmarle esos pretextos con argumentos como: ¿ La falta de azúcar, viandas y frutas tropicales en Cuba es por falta del embargo norteamericano ?
Ante la eliminación unilateral de esas medidas, los cubanos de la Isla en su inmensa mayoria sencillamente se cruzaría aún más de brazos y tratarán de aprovechar las migajas que el sistema les deja caer por portarse bien politicamente; muchos de ellos cuando tengan la oportunidad de irse del país se irán. Los cambios siempre lo harán los que siempre los han hecho: las minorias, y éstas saben muy bien, y desde hace mucho tiempo, cuales son las causas fundamentales que han originado y mantenido la situación cubana durante este casi medio siglo.
Tomado de El Nuevo Herald.com
Tiempo de cambios
Por Oscar Espinosa Chepe
Las transformaciones en la mentalidad de los cubanos son cada día más palpables. De un pueblo por muchos años sometido incondicionalmente a un régimen que prometió un paraíso en la tierra, está surgiendo una población escéptica y defraudada, consciente del fracaso del sistema.
Del fin de las utopías ha surgido la añoranza por el cambio. Lo confirma el creciente descontento evidente en las calles, centros de trabajo, escuelas, hospitales; los intelectuales intercambian emails que expresan entre líneas mucho más que las palabras. Las Damas de Blanco en sus asiduas caminatas por La Habana reciben el respeto y en muchas ocasiones la solidaridad de la ciudadanía. Dentro de las estructuras del gobierno y el partido comunista la inconformidad se manifiesta, aunque en un marco incoherente y temerosos balbuceos, como sucedió inicialmente en los países del este de Europa. Prueba fehaciente ha sido que incluso familiares cercanos a altos dirigentes del gobierno se marchan hacia otros países, al poseer informaciones directas sobre un destino nacional nebuloso e inseguro.
Por supuesto, las fuerzas del totalitarismo todavía poseen importantes mecanismos para preservar el régimen y mantener el inmovilismo, para conservar el poder absoluto imprescindible. Se basan en un sistema de terror perfeccionado debido a años de ejercicio del poder, mediante el dominio completo sobre todos los aspectos de la sociedad. A ello se une el temor de un sector de la sociedad que, aunque desea cambios, teme el porvenir al carecer de ideas claras sobre el futuro. A esto se añade el miedo a una posible revancha de los humillados y perseguidos durante casi cincuenta años. Estas preocupaciones son bien conocidas y utilizadas por la propaganda del totalitarismo.
Por tanto, la tarea principal de los cubanos es la creación de proyectos realistas, donde se prevea que los cambios se realizarán gradualmente, con beneficios y garantías para todos. Pensar que Cuba de la noche a la mañana puede convertirse en Suiza o Suecia resulta una ilusión. La apertura a la democracia deberá surgir esencialmente de compromisos razonables y la reconciliación nacional, como se realizó en España, Chile, Sudáfrica y los países del este de Europa, sin pensar que todo súbitamente será óptimo, pero seguros de que las reformas y la libertad mejorarán la vida de las personas.
En esta complicada situación, Estados Unidos constituye un importante factor. La confrontación actual únicamente beneficia al totalitarismo. Es tiempo de cambios en la política seguida hasta ahora, que sólo ha ofrecido pretextos al régimen para justificar su inmovilismo. Resulta evidente también que el embargo y las prohibiciones, basados en un complejo sistema de leyes estadounidenses, no pueden terminar repentinamente.
Sin embargo, urge comenzar un proceso de cambios en la política norteamericana hacia Cuba que prive a los elementos inmovilistas dentro del régimen del pretexto del ''enemigo externo'', para mantener las tensiones y el falso clima de fortaleza sitiada. Los primeros pasos pudieran ser graduales y calibrados, comenzándose con la eliminación de las absurdas restricciones impuestas a las visitas a la isla de residentes cubanos y los envíos de dinero a sus familiares y amigos. A la vez deberán promoverse los contactos cubano-estadounidenses en los campos de la ciencia, la cultura, el deporte, el sector académico, la música y otros. Medidas todas encaminadas a reducir las tensiones y resultantes en una verdadera inyección democrática en la sociedad cubana.
Lo anterior pudiera preceder modificaciones posteriores en la política hacia Cuba con la total eliminación del cuasi embargo vigente, pues ya Estados Unidos ocupa el sexto lugar en el comercio de bienes y el primero respecto al flujo de divisas por concepto de remesas familiares. Podrían unirse posteriormente las inversiones norteamericanas, sobre bases éticas, respetuosas y de beneficio mutuo. Todo esto contribuiría a la democratización, teniendo en cuenta que más que una potencia militar, Estados Unidos constituye una fuente de tradiciones democráticas y culturales, con gran simpatía entre la población de la isla. Además, la experiencia internacional demuestra que quien no está presente en los escenarios políticos en momentos importantes de ningún modo puede ser un protagonista significativo en los cambios.
Para estos objetivos, alcanzables a corto o mediano plazo, existen propuestas en el Congreso y el Senado de Estados Unidos que servirían de base para la modificación de la política hacia Cuba. Una contribución relevante podrían rendir los prestigiosos legisladores de origen cubano. Las oportunidades de cambio demandan nuevas políticas. No comprenderlo sería desconocer la realidad del momento, tanto en La Habana como en Washington.
Economista y periodista independiente cubano
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