LA CULTURA DE LA VIOLENCIA
Tomado de El Nuevo Herald.com
La cultura de la violencia
NICOLAS PEREZ DIAZ-ARGÜELLES
La revolución cubana pudo ser real y genuina, la nación necesitaba cambios en estructuras viciadas, imperfectas y caducas, pero en algún momento un árbol con características de epopeya no parió en sus ramas ángeles sino demonios. Dicen que los perros terminan pareciéndose a sus amos, y eso fue lo que le sucedió a la revolución cubana, murió en la orilla idéntica a Fidel Castro. Fue un movimiento social y político que p
Hoy Cuba se debate en un repique de inmovilismo mientras hace gesticulaciones sociales como el padre de la patria nueva. Y si bien es cierto que su líder no cabe en una isla y tiene que empujar a sus ciudadanos hacia el exterior para tener más espacio donde mover su ego sin molestas críticas, la revolución tampoco cabe en el continente americano y en mejores tiempos tuvo que marchar cantando la internacional hacia otros países lejanos de Asia y Africa para plantar bandera a punta de bayoneta.
También se parecen Castro y el bunker de La Habana en sus fuertes contradicciones. Fidel es un comunista que vive como un rey de cualquier dinastía del medioevo. Su reinado es más extenso que el de Carlos V, cuando amanece en Bolivia atardece en Angola. Y su monarquía es más absoluta que la de Luis XIV. Vive en un castillo rodeado de sumisos lacayos que le tienen pánico, se está muriendo y todo el mundo quieto en base, su madre quién opine. ¿Vinos? De la mejor cosecha de España o Francia, su jamón proviene de piernas de un cerdo curado con sal gruesa del mar Mediterráneo, siempre gordezuelo y de ancho hocico y alimentado desde chanchito con bellotas, sus cabritillas de carne tierna criadas a la leche, hablando de leche la que bebe, la suya, la del Comandante en Jefe, un tipo de gustos muy específicos y siempre de
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Pero la peor herencia que ha recibido la revolución en 50 años de impronta de su líder ha sido su elemental tendencia a colocar la fuerza sobre la razón, hasta el punto, que La Habana ha creado una diplomacia sui generis: si me mojas la oreja con saliva te arranco la tuya de un mordisco. No olvido el acto canallesco
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El último brochazo de este Picasso indescifrable fue hace un par de días en Brasil. Cuando el público rechifló una medalla de oro ganada por Cuba respondieron con el único modo que saben hacer ellos, con la ofensa, la trifulca y la agresión física. A veces me pregunto con tristeza, una vez que desaparezca el castrismo, ¿cómo podremos extirpar de nuestra nación esta cólera reprimida, esta cultura tan repleta de violencia?
Nicop32000@yahoo.com
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