domingo, septiembre 09, 2007

HILO DE COSER Y LEÑA VERDE

Hilo de coser y leña verde


Por Raúl Rivero

Madrid -- Alberto Garrido, el legendario Chicharito de la radio cubana de los cincuenta, tenía una frase que podía usarse hoy como titular de un periódico libre para definir la situación que se vive en la isla. La frase es esta: la malanga está durísima.

Para el cubano de la calle, para los millones de seguidores de aquellos programas estelares y diarios, hombres y mujeres que tenían la clave de los mensajes de los artistas populares, la expresión del negrito marginal era más abarcadora y clara que cien editoriales.

La metáfora con el tubérculo de hojas acorazonadas era un retrato de la última etapa de la tiranía de Fulgencio Batista. Ahora, casi cincuenta años después, la malanga vuelve a ponerse piedra, negada a las zonas agudas de la cubertería, soberana y maciza, inquebrantable.

Lo peor del caso es que las soluciones que se buscan desde las estructuras del poder no son ni siquiera para ablandarla. Se trata de pequeños fuegos artificiales para distraer la atención y hacerle creer a la ciudadanía que ellos tienen solvencia para volver a los hervores que un día la hicieron comestible.

Así es que Raúl Castro reconoce que aquello es un desastre. Propone nuevas medidas disciplinarias contra los cuadros administrativos, amenaza a los corruptos con sanciones y llama a que se cumplan los horarios de trabajo.

El doctor Carlos Lage, por su parte, encuentra la solución con el simple expediente de que se copien los modelos de las empresas militares. El médico, un optimista real donde los haya, se muestra esperanzado en que las cosas vayan bien con la adopción de una moneda única.

Adiós a los billetes de cinco con un Maceo de doble corbatín. Adiós al indefenso José Martí minimizado en los de un peso con los que no se puede comprar ni un pirulí. Bienvenidos los CUC, más valiosos que el dólar y que todas las divisas del mundo porque los respalda el loro de ``la batalla de ideas''.

Aparecen todos los días nuevos personajes y grupos con salidas brillantes que se sacan de las boinas rojas. Ese es el caso de un grupo de trotskistas que sugieren, desde los lujosos hoteles de Caracas, más leña y más petróleo para eternizarse con la sartén cogida por el mango.

Otro misterioso reformista con una agenda de 15 puntos para revitalizar el socialismo y fortalecer el Poder Popular, redescubrir las microbrigadas, eliminar la libreta de racionamiento y permitir que los nacionales (la chusma diligente que describió en su día Gertrudis Gómez de Avellaneda) se puedan vender y comprar sus casas destartaladas con goteras y salideros y sus almendrones con las mangueras de los frenos esclerosadas por la guachipupa.

Coloretes, colonia Fiesta y jabón Batey, inventos para aferrarse a los cuarteles de mando mediante la fórmula de dejarlo todo igual y aparentar que se hacen cambios.

De todas formas, esta semana Fidel Castro detuvo los ensayos de su interpretación de la inmortal canción de Moisés Simons y ordenó silencio. Les recordó la perfección de su obra revolucionaria y amenazó con quitarles hasta el carné del comedor obrero. Veneno, dicen que escribió o que escribieron, los cambios son veneno.

No se sabe por qué tantos temores y ese regaño desde la penumbra si en ninguna parte aparece, ni siquiera en las notas al margen o en comentarios generales, una línea sobre la liberación de los presos políticos. Nada sobre la formación de partidos políticos, ni acerca de la prensa sin el control de los censores del Estado. No hay una mención a la apertura de la sociedad, al derecho de las personas a informarse, a votar en elecciones verdaderas y a disfrutar de su soberanía individual.

En esas fórmulas que hacen circular ya por el mundo no viene la palabra libertad.