THE DAY AFTER
THE DAY AFTER
Jorge Hernández Fonseca
30 de Septiembre de 2007
El fin de la dictadura de Fidel Castro se acerca y todos los cubanos de dentro y fuera de la isla debatimos sobre un hecho largamente esperado, “el día después”. La dictadura, paralelamente --y tratando de preservarse como alternativa de cambios al desastre que ella misma protagonizó-- organiza un conocido y ya experimentado “circo de lamentos” desde el interior de la debacle, con la esperanza peregrina de que la catarsis social que se escenifica, les deje algún espacio de maniobra, para “coger por el narigón” otra vez, como siempre, a sus “carneros”.
El debate del “día después” es sustancialmente el mismo en Cuba y en el exilio. Muy diferente que el extemporáneo (y obligado) “mea culpa” para “salvar la revolución” --a toda costa y a todo costo-- promovido hipócritamente desde la “nube magenta” del comité central del partido, ahora en manos de Raúl y sus ambiciosos generales, pretendidamente “salvadores de la patria”. !Que los compre quien no los conozca!
En el debate cubano real hay tantas exposiciones fundamentadas para los que quieren “justicia”, como apelos al perdón y el olvido; así como, desde luego, muchas solicitudes de pura venganza. Es un tema importante que no debe menospreciarse y que deberá ser enfrentado en el ya cercano “día después”, que cada vez más rápidamente se acerca a la “Cuba que sufre”.
Personalmente creo que no se debe ser absoluto cuando se analizan los procedimientos futuros, sosteniendo una posición dicotómica sin alternativas. Muchos argumentos de apoyo a las posiciones del perdón, vienen dadas por razones estratégicas (para los que apoyan la dictadura no tengan miedo del cambio) más que por análisis asociados a pasados delitos y culpas. Eso, desde luego, será decidido en su momento por quienes tengan méritos (o la fuerza) para acceder a posiciones decisivas, y pocos serán consultados cuando suceda. Es la realidad, tan dura y cruda como lo es el régimen actual y sus métodos de “horca y el cuchillo”.
Pero “el día después” debería ser abordado integralmente y no sólo razonando respecto a los esbirros participantes de los actos de repudio, o del destino final de la casa injustamente confiscada y entregada a un “comencandela”. Hay que ver la Nación cubana del futuro, imaginando sobre todo sustentabilidad económica, social y política, donde los factores asociados al “ajuste de cuentas” sean previstos de manera integral, con medidas trascendentes que será necesario tomar para erradicar finalmente de la tierra cubana la ideología comunista.
Muchas de estas medidas son del área económica. Resulta simplemente inconcebible que las empresas cubanas, antes propiedades privadas, permanezcan en manos de los generales de Raúl en “el día después”. Ese análisis es importante, porque a la muerte del dictador, cuando suene el disparo de la transición a la democracia, Raúl y sus generales tratarán de vendernos un futuro de empresas cubanas “de mercado”, que no son más que las actuales empresas socialistas confiscadas a sus legítimos dueños. Esa es la esencia del debate interno que hoy promueven.
No es ya el caso de la casa confiscada de un exiliado, que el dictador entregó a García Márquez como un regalo por su sumisión. Es el sector productivo cubano confiscado hace medio siglo, con el cual Raúl pretende ahora llenarle los ojos a los cubanos de la isla, prometiendo un futuro de “pan con lechón” que el socialismo no consiguió darles nunca.
Es absurdo por ejemplo, imaginar a uno de los generales insignes del “rautato”, Ulises Rosales del Toro, continúe al frente de la industria azucarera cubana. Esta es un sólido pilar del futuro económico de la Nación, que producirá las riquezas que la caña de azúcar posee, donde no solamente la sacarosa será su objetivo productivo básico, sino que ahora ha surgido el etanol (alcohol etílico procedente de la caña de azúcar) que los Castros rechazan, como potencial sustituto ecológicamente correcto de la gasolina, contaminante y no renovable. En esto no hay opciones de debate, los centrales azucareros sólo serán adecuadamente explotados si son entregados a sus antiguos dueños, asociados a un gran plan nacional sucro-alcoholero.
De igual manera, otros sectores productivos y de servicios que el socialismo cubano ha convertido en simplemente inexistentes. Es inimaginable por ejemplo, una reestructuración donde se promueva la economía de mercado privatizando empresas que antes fueron confiscadas a sus legítimos dueños para crear un sueño comunista, ahora fracasado, y que no se llame a sus propietarios, para que con su capacidad emprendedora y el derecho de ser sus dueños, sean los que administren la economía y saquen adelante sus antiguos negocios.
No es la transición española, donde Franco no confiscó sectores productivos ni de servicios. Tampoco es el modelo chino, donde a inicios de la era maoísta la industria local era incipiente. En Cuba pocos negocios han sido creados por el estado comunista y aquellos que lo han sido, no deben jamás ser administrados por generales de un ejército opresor de su propio pueblo.
Nadie sabe como será “el día después” de la debacle fidelista. Todo dependerá, creo, de la facilidad que los opresores brinden al concurso de la libertad. Una transición pacífica, como no la quieren los opresores actuales, será posiblemente también tranquila y pacífica. Una transición de fuerza y violencia, como pretende el gobierno cubano actual, será necesariamente de fuerza y violencias. Existe en la isla y el exilio el consenso para ambas ópticas, a pesar del debate sobre la actuación en el futuro democrático, argumentados en un sentido u otro.
Sin embargo, hay algo que no depende ya del tipo de transición que escenifiquemos, y es el futuro capitalista y de mercado de nuestras empresas. Sobre esas, el debate es más simple y dice respecto a la administración de la economía capitalista y de mercado por venir; si serán los legítimos dueños y emprendedores los líderes de la economía cubana, o serán los generales opresores, que quieren el “modelo chino”, sólo para heredar lo que nunca fue suyo. Nada sería tan insensato.
Fonte: cubalibredigital.com
http://www.cubalibredigital.com
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