BARACUTEY CUBANO

Diario Las Americas
Publicado el 11-03-2007

Por Pablo Alfonso

Al canciller cubano Felipe Pérez, “se le corrió la tinta” como se diría en el argot del periodismo impreso.

Resulta que Pérez -en un aparente arrebato de exaltación petrobolivariana-, declaró a la prensa que Cuba está dispuesta a ‘’renunciar a su soberanía y bandera’’ para integrarse en un gran bloque de naciones latinoamericanas y caribeñas.

Y ardió Troya.

Son palabras muy gruesas para un país que, en las últimas cinco décadas, ha vivido bajo el signo de una revolución que se define como nacionalista en su esencia, aunque se confiesa marxista-leninista.

Son palabras muy gruesas, también, para los cubanos que han escuchado, en boca de sus dirigentes, como un repicar de campanas, la palabra soberanía, soberanía, soberanía.

Es una declaración difícil de asimilar para los cubanos que, desde cualquier orilla, han interpretado siempre a la patria como la nación de una sola estrella.

Hay un referente histórico de anexionismo y dependencia política, vinculado al parto de Cuba como república, que es difícil de obviar en esa declaración.

Por eso tuvo que lanzarse al ruedo, Ricardo Alarcón, con capa y espada en mano para torear el miura que soltó Pérez; en fin, para enmendarle la plana al apasionado canciller.

Lo primero, aclarar que eso de la patria grande es un viejo sueño bolivariano y martiano. Que nada parece indicar que ese día esté cerca. Es decir; que nada tiene que ver lo que dijo Pérez, con las alucinaciones federativas del presidente Hugo Chávez quien, por cierto, ya introdujo en su proyecto de reforma constitucional, el artículo necesario para que Venezuela pueda confederarse con otros países de la región en la creación de una “instancia supranacional”.

La reacción a las declaraciones de Pérez, tienen que haber sacudido algunas estructuras de poder en Cuba, cuando el presidente de la Asamblea Nacional, salió de inmediato a aclarar las cosas.

Acto de equilibrio, porque es probable que Alarcón no está muy seguro tampoco si lo dicho por Roque, fue una bobada o un balón de ensayo, lanzado al aire por órdenes directas. A fin de cuentas, no hay que olvidar nunca que Pérez está definido como “fiel intérprete del pensamiento del Comandante en Jefe”. De eso vive y por eso se mantiene…todavía.

Por lo pronto, creo que lo dicho por Pérez hay que tomarlo un poco dentro del contexto en el que lo dijo. Digamos en su favor que el canciller estaba exuberante, luego de la votación en Naciones Unidas, donde al igual que ha sucedido en la última década, la Asamblea General aprobó otra declaración contra el embargo de Estados Unidos a Cuba.

Pérez acababa de pronunciar un fogoso discurso, casi un alegato, en el que culpaba a Estados Unidos de los padecimientos de los cubanos.

Algo así como que, por culpa del “bloqueo”, han desaparecido del país el arroz, los frijoles, viandas, frutas y hortalizas. Eso sin contar la ausencia de la leche, la carne de res y los pollos que parecen han volado la cerca.

Según Pérez, por culpa del bloqueo, los cubanos no tienen libre acceso al Internet y no puede navegar por el ciber espacio, como lo hacen cada día millones de personas en el mundo.

Es el bloqueo, dijo Pérez, el que mantiene separadas a las familias cubanas.

En fin, que sin los miles de millones de dólares en pérdidas causadas por el bloqueo, Cuba sería hoy un país casi del primer mundo.

Por eso digo, que después de tanto esfuerzo en su alegato ante Naciones Unidas, no hay que extrañarse que el canciller Pérez, al igual que el ratoncito del cuento, se lanzara goloso a la olla de esa federación de repúblicas.

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