VOTAR O NO VOTAR
Votar o no Votar
Por Pedro Corzo
Votar o no Votar, es posible estaría preguntándose el insigne dramaturgo inglés William Shakeaspeare, si fuera ciudadano venezolano y enfrentara la reforma constitucional que está promoviendo el presidente Hugo Chávez. Lo creo así porque la coyuntura que enfrenta ese país es muy compleja, lo que se puede apreciar si repasamos los acontecimientos de los últimos años.
El presidente Chávez ha triunfado en todos los comicios en los que ha participado o promovido, como fue el caso de la Constitución Bolivariana aprobada hace menos de ocho años. Su fuerza en esa ocasión y las siguientes ha estado entre otros factores en el fraccionamiento de la oposición, en el por ciento de la población que le respalda activamente y asiste disciplinadamente a las urnas, y en la capacidad económica que tiene el ejecutivo para comprar lealtades o simplemente reprimir a quienes actúan de acuerdo a sus convicciones.
Estar en el gobierno le confiere a cualquier mandatario oportunidades excepcionales para promover sus planes, pero cuando el poder fundamenta un régimen dictatorial o populista que promueve el odio y considera enemigo mortal al que le adversa, los recursos pueden ser usados de forma indiscriminada y abusivas y eso es lo que esta sucediendo en Venezuela.
Cuando el referemdun revocatorio la oposición tenia absoluta confianza en la victoria. Muchas encuestas la daban como ganadora. La desaparecida Coordinadora Democrática aceptó el uso de máquinas capta huellas y de equipos electrónicos para contar los votos y la presencia de Observadores Internacionales. Sin embargo el resultado del Revocatorio le fue adverso a los demócratas venezolanos que en su mayoría afirmaron que la voluntad popular fue trucada en las urnas o mejor dicho, en los programas de las computadoras.
En la actualidad Chávez controla todos los poderes, si no de forma absoluta, en una dimensión que le permite dentro del marco legal existente imponer su voluntad. La Asamblea Legislativa esta supeditada al mandatario y no solo por el hecho de que en las elecciones para diputados no participaran representantes de la oposición. El Poder Judicial, aunque haya magistrados dispuesto a enfrentar la furia de Miraflores, en su mayoría van a interpretar las leyes en la óptica del teniente coronel de 4 de Febrero de 1992 y por último el Consejo Nacional Electoral no puede ser garante de un proceso que se ajuste a derechos por la simple coyuntura que el anterior presidente de ese órgano es el actual Vicepresidente de la Republica.
El cuestionamiento es realmente serio porque a la certeza de que un sector mayoritario de la población se va a oponer a las reformas, como reflejan las encuestas, queda la pregunta que si el ente electoral con los antecedentes que se conocen en un evento donde no hay Observadores Internacionales va a respetar la voluntad del Pueblo si este dice No a la reforma constitucional. El asunto es de credibilidad y que se va a hacer el día después de las elecciones, si los sectores que promueven la participación y claman por el voto negativo salen planteando que se produjo un nuevo fraude.
Cuando el referendo revocatorio del año 2004 me pregunté en mas de una ocasión si la oposición estaba preparada para la victoria o la derrota. No creo que lo estuviera para ninguna de las dos contingencias, pero sin dudas el fracaso no había sido considerado por sus estrategas mas brillantes, fue algo así como la expedición de la Brigada 2506, que según los expertos llegó a Cuba con el coraje de los expedicionarios, pero sin planes alternativos para poder capear la derrota.
El liderazgo de la oposición después de aquel 15 de agosto perdió la brújula. Actuó erráticamente. No hubo respuestas ni protestas. Un sector de la oposición demandó en la propia sede de la Coordinadora un enérgico reproche que no encontró eco en la dirigencia. Acusó de fraude sin reclamar la victoria como dos años mas tarde hizo en Ucrania, Víktor Yushcenko con sus partidarios, lo que generó la ya historica Revolución Naranja.
Un viejo refrán afirma que hay que tener dos bolsas listas para cargar y procesar lo que se presente. Por eso me pregunto, sí gana la Reforma Constitucional se aceptará la derrota sin acusar de que se produjo fraude y si se demuestra el “Sablazo” se actuará con todo el rigor que demanden las circunstancias. Por otra parte si el “No” es gestado por la voluntad popular, está la oposición lista para implementar la estrategia que la llevará el gobierno.
La victoria tiene muchos progenitores pero la derrota es huérfana y es para esta orfandad, situación que no deseo, para la que hay que estar preparado. Por otra parte, los que impulsan a participar en los comicios tienen coraje, porque con los antecedentes electorales del chavismo se podría decir que las elecciones bajo su manto son la crónica de una derrota anunciada.
El primer deber de un demócrata es el de participar en todos los eventos electorales, pero ante la situación que enfrenta Venezuela es valida la pregunta, ¿ es confiable el arbitro electoral ?.
El próximo 2 de diciembre Venezuela enfrenta unos comicios que independientemente de los resultados van a marcar su futuro. La vida ciudadana va a cambiar a partir de ese día, por lo que la participación o la abstención parecen exigir una actividad que traspasa el mero hecho de quedarse en casa o marcar la boleta con si o no.
En verdad creo que lo más relevante es estar listo para el día después. La participación del ciudadano debe ser preservada. La euforia de una eventual victoria debe incrementarla y en caso de derrota, el elector debe recurrir a sus convicciones mas firmes y decirse una y otra vez. “Cuando no sepas el camino del deber, escoge el más difícil”.
Fonte: PenhadeCuba
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