martes, diciembre 18, 2007

TROVA EN BONIATO

TROVA EN BONIATO


Jorge Olivera Castillo – Sindical Press

18 de diciembre de 2007

La Habana – www.PayoLibre.com – Ahora se anuncian unos guitarrazos en Boniato. Alguien que presume de una rara filantropía va para allá en enero próximo con una guitarra acústica, su voz siempre a merced de la desafinación y un exuberante stock de canciones donde el lirismo y belleza se mancha con ciertos compromisos extra artísticos.

El afamado trovador Silvio Rodríguez prepara su concierto en Boniato, una de las cárceles más tenebrosas del GULAG caribeño. Según el reporte aparecido en la edición digital del periódico Sierra Maestra que se publica en la ciudad de Santiago de Cuba, el artista persigue el objetivo de utilizar la cultura como un elemento para rehabilitar a los reclusos allí confinados.

Cualquiera que no conozca la intríngulis de lo que sucede en esos sitios llenos de miedos y excesos, podría dedicar un bombardeo de aplausos a la iniciativa patrocinada por Rodríguez. Aunque muchos de los miles de reos se contentarán con el recital, pues será una pausa en su calvario. Otros, fundamentalmente, los que extinguen sanciones por razones políticas y de conciencia, quienes fueron sancionados con penas desproporcionadas a la connotación del delito cometido, también los recluidos por alguna trasgresión para la que no era necesario el internamiento, todos ellos notarán entre nota y nota un nuevo castigo, no les será difícil descubrir el maquillaje de un sistema carcelario que intenta tapar sus desaciertos y su larga estela de hechos bárbaros.

( Silvio Rodríguez y Fidel Castro; foto de archivo )

Los presos apaleados por esos días es muy posible que se olviden de los chichones, las fracturas y otras heridas ocasionadas por los bastones de goma, los troncos de madera, las botas de punta reforzada para aumentar la calidad del golpe y las cabillas entizadas con cinta adhesiva. En una secuencia de canciones vendrá el remedio breve, modesto, pero los más desgraciados pensarán en la máxima popular que cita con resignación: “del lobo un pelo”.

Con un texto poético de los que Silvio Rodríguez configura con notable maestría se encenderán los bombillos de la nostalgia, los recuerdos dolorosos y los que dibujan mundos idílicos donde las alegrías son mansas como palomas. Habrá, pavimentado por las melodías, un tenue pasadizo para llegar a la órbita de la esperanza.

Todo en función de fundar expectativas terriblemente incompatibles con el hambre, los peligros, el sofocante calor de las celdas, el abuso indiscriminado de los guardias y todo el andamiaje que anida en estos sitios que el socialismo sembró con una eficacia, fuera de dudas, a lo largo y ancho del territorio nacional.

De 14 prisiones antes de 1959, hoy superan con creces las 200. ¿Quién se atrevería a cuestionar uno de los mayores “logros” de la revolución? Al estilo de la prisión de Boniato, considerada de máxima severidad, existen decenas donde los suicidios, la violencia, las palizas, adquieren dimensiones imposibles de describir dada su naturaleza fuera de toda lógica posible.

Si me propusiera relatar parte de lo que pude ver como integrante de esa especie de república habitada por cerca de 100 000 hombres y mujeres, según estimados de organizaciones locales que monitorean la situación de los derechos humanos, me expondría a ser considerado como un fabulador fuera de serie.

( Prisión de Boniato )

Haría falta que Silvio Rodríguez se brindara como partícipe voluntario de estas experiencias. Desde una celda de castigo llena de mosquitos, cucarachas y escorpiones no hay garantías de que descienda la musa.

No obstante va y ahí está la materia prima de otra canción de fama universal. Nadie sabe. Los misterios de la creación son así de inexplicables.

Particularmente, desde mi perspectiva, no veo nada loable en la iniciativa del conocido trovador. El planteamiento que hizo Rodríguez, de llevar la cultura a los centros penitenciarios cuando era diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular, es algo que antagoniza con un contexto donde el régimen encarcela, incluso por presunción de un delito. Lo plausible hubiese sido que invocara la revisión de un código penal draconiano y un mejoramiento de las condiciones de vida de los prisioneros.

Creo que es mucho pedir para alguien que vive de maravillas dentro de la dictadura. Tiene fama y millones de dólares. No sé los objetivos, ni sus razones para llevar el arte a las cárceles. ¿Picardía, cinismo, amagos de filantropía? Para esa charranada hubiese sido mejor su silencio de cómplice.

1 Comments:

At 2:38 p. m., Anonymous Anónimo said...

De cualquier manera la idea de Silvio Rodríguez ni siquiera es original; hace varios años "El Tri" (banda rocanrolera de México) se presentó en el penal de Santa Marta de la ciudad capital de dicho país, de manera que el Sr. Rodríguez aquí está reciclando y no me parece de la mejor manera. Como bien dice el autor, sería mejor que se mantuviera con su silencio cómplice (el mismo de hasta ahora) y (agregaría yo) que aprenda a interpretar "los signos de los tiempos". Ya la gente (menos aún los prisioneros de conciencia) no está para sus "teques y trovas" (valga la redundancia porque son lo mismo), se espera además que en estos momentos no trate de congraciarse con los que pensamos de manera diferente a él, creo que sería muy saludable guardar las distancias.
el pípila
el_pipila@hotmail.com

 

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