CARTA ABIERTA DE LA ALIANZA NUEVA NACION A RAIZ DE LA VISITA DE BERTONE A CUBA
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Excmo. Sumo Pontífice Benedicto XVI,
Santo Padre de la Iglesia Católica Apostólica Romana.
Excmo. Cardenal Tarcisio Bertone,
Secretario de Estado del Vaticano.
Excmo. Cardenal Luiggi Bonazzi,
Nuncio Apostólico en la Habana.
Excmo. Cardenal Jaime Ortega Alamino,
Arzobispo de La Habana.
Excmo. Monseñor Juan García Rodríguez,
Conferencia de Obispos Católicos de Cuba.
Excelencias:
Como la inmensa mayoría de los cubanos, dentro y fuera de la isla, hemos recibido con gran gozo la visita del Secretario de Estado del Vaticano a nuestro país. Sus declaraciones y homilías, a una década de la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba, vuelven a dar esperanzas a un pueblo que vive desengañado de las promesas que durante casi medio siglo le han ofrecido las autoridades que rigen los destinos de los ciudadanos cubanos.
Su mensaje de que es urgente la reconciliación y pacificación es muy cierto, pero lamentablemente no es el pueblo cubano, incluyendo a los cientos de miles que se ven obligados a vivir fuera de su patria, los que estamos de espalda a este propósito. Deplorablemente, es el régimen el que sigue sosteniendo una arcaica e irracional política de confrontación e intolerancia con los que desean un futuro diferente a los dictados de la nomenclatura comunista.
Coincidentemente con la visita del Cardenal Bertone, asumió como presidente del Consejo de Estado, máximo órgano de gobierno en Cuba, el señor Raúl Castro. El mundo entero esperaba que después del férreo control que durante más de cuatro décadas mantuvo Fidel Castro en todas las esferas de la sociedad, el nuevo mandatario en su discurso hiciera algo más que veladas promesas sobre como mejorar las críticas condiciones en que vive realmente el pueblo cubano.
La única conclusión válida fue, que el control político seguirá igual. Según el hermano menor de los Castro, se podrá disentir pero sin presiones y sin atentar contra la continuidad del sistema político vigente. Con estas palabras, quedaron por tierra las ilusiones de cientos de familias de los presos políticos y de conciencia; también de que fueran eliminadas las repudiadas Brigadas de Respuesta Rápida, grupos paramilitares oficializados por el parlamento cubano y de que se ofreciera un espacio, por mínimo que fuera, para que los disidentes y opositores pudieran participar de alguna manera en el panorama socio-político cubano.
Las promesas de mejorar la vida del pueblo cubano, por parte de las autoridades castristas, obedecen ante todo, a que la situación interna está en un punto que cualquier escenario de protesta puede convertirse en la causa de un estallido popular que conlleve a una crisis fratricida.
Aprovechando las expectativas dejadas por el mensaje trasmitido por el Cardenal Bertone, y por el papel que ha ocupado tradicionalmente en la historia la iglesia católica en la búsqueda de soluciones negociadas a crisis similares como la cubana, por el profundo compromiso con la justicia social, la dignidad y el respeto de los derechos integrales del ser humano y, porque el pueblo cubano es mayormente católico y cristiano llamamos a las autoridades eclesiásticas cubanas para que se involucren aún en la búsqueda de soluciones satisfactorias para el pueblo cubano.
Existe un embargo oficial del gobierno norteamericano que el régimen comunista califica de “bloqueo”, pero más que todo este tema es utilizado como excusa para limitar los derechos del pueblo cubano a escoger un futuro diferente al que imponen los hermanos Castro. En nombre de la unidad para defendernos de las “agresiones norteamericanas y sus lacayos” se reprimen, controlan y limitan al máximo los derechos de once millones de cubanos.
El verdadero bloqueo es el del régimen a su pueblo, a no respetar su derecho a escoger por sí mismo lo que quiere. Hoy, hay muchas propuestas de diálogo para con las autoridades, estas sólo responden encarcelando, persiguiendo e injuriando a quienes se le oponen y denuncian sus atropellos.
La iglesia católica cubana está en condiciones de proponer a las demás comunidades cristianas y religiosas cubanas, así como a las asociaciones fraternales establecidas en Cuba, crear una Comisión de Paz y Fraternidad que establezca una agenda mínima para dar oportunidad al diálogo, la reconciliación y la búsqueda de justicia al conflicto que durante décadas ha enfrentado el pueblo cubano.
Con todo respeto, es hora ya, que al igual que sus similares en varias naciones de Europa del Este y América Latina, la iglesia católica proponga al régimen autoritario cubano sostener un pláticas verdaderas sobre asuntos tan vitales como el desmantelamiento de aparatos represivos y de coacción como las Brigadas de Respuesta Rápida y similares, la liberación de los cientos de presos políticos y de conciencia y se escuchen y respeten a quienes promueven opciones políticas diferentes a la oficial.
Estamos conscientes de que todo proceso de negociación conlleva altas dosis de perseverancia y transacción pero si de verdad los cristianos todos, queremos que la sociedad cubana refleje verdaderamente un espíritu solidario, tolerante y de respeto a la dignidad humana y evitar cualquier conflicto fratricida, es hora ya de crear la Comisión de Paz y Fraternidad como un primer gran paso para la reconciliación.
La iglesia católica cubana tiene la tradición, la admiración y el carisma necesarios para sumir un papel de liderazgo en la crisis cubana, el pueblo lo espera convencidos de que… “el amor todo lo puede”.
Rafael E. Ávila Pérez
Presidente
Carlos Ríos García
Coordinador
Carlos Ríos Otero.
Prensa y Comunicaciones
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