POLITICA Y EDUCACION
Política y educación
Por José Ignacio Rasco
Gran parte del éxito de las complejas organizaciones múltiples resulta del trato de los más fuertes frente a los más débiles. Se hace necesario concientizar a todos los integrantes de estas organizaciones, toda vez que el respeto al derecho ajeno es la paz como sentenció don Benito.
En el caso de la ODCA ODCA (Organización Demócrata Cristiana de América) se hace necesario un estudio compartido por todos sus integrantes, con reconocimiento generoso para los que dieron los primeros pasos ya en 1947.
En una entidad de larga historia y éxitos como la que nos convoca ahora todo es revisable pero siempre que se respeten los logros y se arreglen los fallos. Es tarea educativa democrática que puede servir para el repaso de valores de nuestra doctrina y acción.
Las teorías de la democracia, de Locke a Rousseau y Tocqueville, --comenta Alain Touraine-- “tuvieron conciencia de que ésta no se satisfacía con invocar una igualdad abstracta de los derechos para combatir las desigualdades de hecho y en especial, la del acceso a la decisión pública”.
Creemos que una base ideológica y una experiencia común convivida a plenitud puede lograr un éxito inmediato en una mejor coordinación entre sus propios asociados y ha de repercutir en toda nuestra América, por su ejemplo e influencia, en nuestro Continente revuelta por los espadones de la demagogia, ayuna de pensamiento democrático y propensa al populismo indecoroso.
Y me gustaría desmentir a Maritain cuando, con justificado pesimismo, exclamó: “La tragedia de las democracias modernas consiste en que ellas mismas no han logrado aun realizar la democracia”.
Y recordar con don Patricio Aylwin que: “todo programa político ha de conjugar en forma adecuada la utopía que entusiasma con el realismo que condiciona sus posibilidades y eficacia”.
En igual dirección de teoría y pragmatismo Vicente Fox nos señala que: “La democracia que hoy vivimos debe transformarse en igualdad de oportunidades para todos sus habitantes… Que todos tengan herramientas para salir de la pobreza con sus propios medios… Vamos a demostrar que es viable contar, al mismo tiempo con una economía más competitiva y una sociedad más justa y más humana”.
No quisiera, por lo mismo, concluir estas consideraciones sembrando una idea pesimista o escéptica. La persona humana es capaz de logros increíbles en la acción ética en busca del bien común. En nuestras filas hay pensamiento, doctrina, ideología suficiente, para poner por obra lo que nuestra cultura social cristiana ha impregnado en nuestro ser y hacer. Es la persona humana el “obrero de la cultura” como gustaba de repetir Efraín González Luna.
En nuestras filas, pues, abunda el ideario para hacer frente a los desafíos del siglo que ahora está empezando. Pero esto implica que los hombres y mujeres han de compartir el pensamiento y la acción. Como diría Carlos Castillo Peraza participación significa “posibilidad real de participar activamente en la definición de la política… una permanente modificación de las mentalidades y un perfecto aumento de las estructuras para que la fraternidad entre los hombres pueda adquirir un contenido real”.
Sin duda, como ha dicho Gutemberg Martínez, “nos asiste la convicción de que nuevamente estamos siendo protagonistas de este camino refundacional que debe comenzar por el reconocimiento de nuestras raíces y por recobrar el sentido de nuestra misión: ser levadura en la sociedad, la pequeña semilla de nuevos brotes que siempre viene a renovarse y a renovar nuestro entorno”.
Finalmente, para resumir mi pensamiento básico, hago mías las palabras de Manuel Espino Barrientos: “Estamos involucrados en una responsabilidad ética y, en el entorno que se actualiza constantemente al ritmo que se transforma el mundo, no podemos rezagarnos ni inmovilizarnos, es preciso tener voluntad de cambio para darle mayor vigor al humanismo cristiano… traducir nuestra doctrina en acción eficaz para el Bien Común e influir en esos cambios preservando los valores de nuestros pueblos… evitar que la política sea para nuestros partidos un teatro de ilusiones…”
NOTA: La reunión de la ODCA (Organización Demócrata Cristiana de América) se celebró en Miami, por primera vez en Estados Unidos, los días 25 y 26 de enero del año actual. Entre los participantes y organizadores figuraron: Don Manuel Espino Barrientos, el Presidente actual de la ODCA, Javier de Céspedes, del Directorio Democrático Cubano, Marcelino Miyares, Vicepresidente de Acción Política de la ODCA. En la Agenda Política compartimos la tribuna con Jorge Fernández Quiroga, ex Presidente de Bolivia y el ex Presidente de Guatemala Vinicio Cerezo. También intervinieron en distintas comisiones Oscar Visiedo y Oscar Haza, Marcos Villamil, Lourdes Flores Nano, candidata presidencial del Perú, Rafael Hernández, periodista venezolano y Frank Priess, de la Konrad Adenauer, Siro del Castillo, del Proyecto Demócrata Cristiano y René Hernández, dirigente sindical de valiosa ejecutoria y varios representantes de Payá Sardiña.
El Presidente Espino enfatizó que los miembros de la ODCA debieran convertirse en “protagonistas de sus propios países para construir un mundo mejor” y precisó que “no se justifican ni la desesperación ni la pasividad”.
El Presidente Espino anunció que la ODCA también iba a funcionar en los Estados Unidos porque quería intervenir en la solución de los problemas de la emigración de los trabajadores de América Latina hacia Estados Unidos.
La Democracia Cristiana Cubana debutó en la ODCA en el Congreso celebrado en Lima, Perú en octubre de 1959 donde expusimos ya la realidad de la comunización de la Revolución Castrista pero muchos no querían creerlo. Nuestra pertenencia como miembro pleno de la ODCA se legalizó en Caracas en 1964 cuando ya todos los partidos integrantes confirmaron nuestros diagnósticos y pronósticos sobre la revolución cubana.
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home